jueves, 14 de octubre de 2021

Viaje al Antiguo Egipto. Mirada retrospectiva de una civilización


¡Para Alonso, en su cumpleaños!

Muy atrás quedaron ya aquellos primeros contactos de zagal con el mundo de los faraones del Antiguo Egipto, cuando observaba las antiguas viñetas de las aventuras de Tintín con su inseparable Milú. Sería a finales de los años sesenta del siglo pasado cuando cayó en mis manos “Los cigarros del Faraón” de Hergé, en la antigua biblioteca municipal de mi pueblo, cuyas tramas hacían las delicias de niños y adolescentes. 

Siempre nos ha fascinado la civilización egipcia como una de las señas de identidad del mundo antiguo. No podemos olvidar aquella legendaria película “Los Diez Mandamientos” donde el inolvidable Yul Brynner con su icónica calva interpretaba magistralmente la figura de Ramsés II [el Grande], o la monumental película "Cleopatra" interpretada por Elizabeth Taylor y Richard Burton como Marco Antonio quedaron grabadas en nuestra frágil retina cinéfila.

Por tanto, el grato viaje de nuestros amigos Alonso y Carolina nos ha servido como fiel pretexto para releer antiguos libros sobre el Antiguo Egipto y plasmarlo en el blog de mis culpas. Pero sobre todo, poder compartir sus experiencias...

Nos queda por delante El Cairo [Al-Qāhirah o Al Qâhira], las Pirámides de Gizeh con la Esfinge, el Templo del Valle de Kefrén, los templos de Karnak y Luxor, el templo de Edfú dedicado al dios Horus [dios celeste y de la guerra], el Valle de los Reyes, el templo funerario de Ramsés II, los Colosos de Memmon [dos gigantescas estatuas de piedra en la ribera occidental del Nilo, frente a Luxor] que representan al faraón Amenhotep III de la Dinastía XVIII, el templo de Kom Ombo de la Dinastía Ptolemáica, dedicado a los dioses Sobek [dios asociado al poder del Faraón con cabeza de cocodrilo y creador del Nilo] y Haroeris [dios guerrero con cabeza de halcón y las coronas del Alto y Bajo Egipto], navegar hasta Aswan donde nos esperan los templos de Abu Simbel [dedicado al culto de Ramsés II], el templo de Philae [una isla situada en el río Nilo dedicado al culto de la diosa Isis en la época Ptolemáica], paseos en falucas por el Nilo, el Mausoleo de Agha Khan, en la isla de Elefantina, entre centros de papiros y un largo etcétera.



Desde la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco [en el mundo de los vivos] colocamos nuestro sextante autodidacta [gracias a nuestros amigos Alonso y Carolina] en el Antiguo Egipto [en el mundo de los muertos], donde nos esperan entre pirámides y obeliscos como enormes agujas pétreas, los sarcófagos, las máscaras funerarias, momificaciones, esfinges e hipogeos que han brillado con luz propia a la sombra, de Amón, Ra o Atón entre múltiples dinastías.

Un entorno natural entre oasis y palmerales en el inhóspito desierto donde llegó a brillar en tiempos muy pretéritos una gran civilización  con el dios sol como protagonista [Amón, Ra o el antiguo Atón] reflejado sobre las aguas del padre Nilo, verdadero motor de la economía agrícola en el Antiguo Egipto con sus riberas sumamente fértiles, siendo una vital vía de transporte fluvial desde tiempos inmemoriales.

Pocos periodos de la historia siguen despertando tanta fascinación como el Antiguo Egipto. Un longevo periodo en el que se sucedieron diversos Imperios [Antiguo, Medio y Nuevo entre otros] bajo una complicada cronología donde no siempre las opiniones de historiadores y egiptólogos coinciden.

A unas etapas de esplendor le suceden otras de decadencia entre grandes protagonistas históricos: Keops con su megalomanía, Imhotep, el constructor de pirámides [autor del complejo funerario de la "Pirámide Escalonada" de Saqqara], Akhenatón [el faraón hereje], Tutankhamón [el faraón niño], Ramsés II o la reina Cleopatra VII que representa la última defunción con cierta envergadura en el mundo de los faraones.

No cabe la menor duda de que cualquier persona con cierta inquietud cultural que visite Egipto podrá apreciar no sólo la grandeza de sus monumentos sino también los grandes logros técnicos como la Gran Pirámide de Gizeh, cuya perfecta alineación y perfección pasados varios milenios siguen asombrando al mundo.

Etimológicamente el término Egipto fue traducido al griego como Αἴγυπτος (Aígyptos). Es posible que provenga del término “Hout ka-Ptah”, que significa fortaleza del ka de Ptah en la antigua capital de Menfis en el Bajo Egipto y cuyas consonantes h-t-k-p-t quedaran con el tiempo en g-p-t. Ptah era considerado "maestro constructor", inventor de la albañilería, patrón de los arquitectos y artesanos.


Foto: Alonso y Carolina


El río Nilo

Hasta hace poco, el Nilo causaba inundaciones y aportaba la tierra negra [kemet] y fértil necesaria para el cultivo de sus márgenes. Los antiguos egipcios llamaban a esta franja exuberante “la tierra negra” para diferenciarla de “la tierra roja o deshret” del tórrido desierto  que denominaban la tierra de la muerte. El Nilo es el río más largo del mundo con 6.670 km de longitud. Se extiende desde las montañas de África Oriental hasta el Mar Mediterráneo. El agua para beber, bañarse y regar las cosechas procedía de este río sagrado. Era la arteria principal de Egipto para las embarcaciones, ya que todos los productos, piedras y sarcófagos se transportaban a través del agua.

Sin el río Nilo [que en el mes de octubre inunda a casi todo Egipto], el país de los faraones sería un verdadero desierto. Cuando descienden las aguas se descubren nuevas tierras aptas para el cultivo gracias a su fecundo limo que permite lograr hasta tres cosechas al año.

Los cultivos principales eran cereales, higos, olivo, vid, productos de la huerta y el lino. En cuanto a las actividades artesanales destacaban en la fabricación de tejidos, cerámica e industria del papiro y la construcción.

Hace 6.000 años que los egipcios observaron que el Nilo crece cuando de la estrella Sirio [la más brillante del firmamento] aparecía en el horizonte durante el mes de junio y el nivel del Nilo comienza a disminuir cuando el sol se acerca a la constelación de Libra.

La vida en Egipto dependía de tres estaciones marcada por la crecida del Nilo. Durante la época de las inundaciones: akhet o inundación (de julio a octubre), secaban las tareas del campo. El peret, la estación de arado y siembra, comenzaba en noviembre, cuando las aguas remitían y la estación de más ajetreo era el shemu, época de la cosecha. De marzo a junio, los campesinos trabajaban duro para recoger todas las cosechas antes de que el río Nilo creciera de nuevo. Los egipcios acoplaron el calendario al ciclo solar de 365 días con tan sólo un desajuste de un cuarto de día.

El estudio de éstos fenómenos permitieron a los egipcios crear una civilización, observar la astronomía y medir el tiempo creando un calendario solar, compuesto de doce meses de treinta días, más cinco complementarios. Los antiguos egipcios poseían conocimientos técnicos que les permitían medir el nivel de las aguas del Nilo mediante “nilómetros”, que les servían para que en función de las crecidas, calcular el número de cosechas y aplicar impuestos.

El dios Hapi estaba asociado a la crecida del Nilo que regía la vida de los antiguos egipcios que pensaban que las crecidas era un don y por tanto, estaban bendecidos por los dioses. El valle del Nilo equivalía al orden mientras que el desierto era el caos. La base de la agricultura la proporciona el Nilo como arteria geográfica vital para una civilización, gracias al rico limo que fertilizaba la tierra cuando en noviembre comenzaban las labores agrícolas convirtiendo su cuenca en un verdadero oasis en medio del Sahara oriental. Cuando el Nilo no alcanzaba el nivel necesario para regar los campos comenzaba la hambruna “el Nilo marcaba la diferencia entre la vida y la muerte”.

Los guerreros nubios para que no alteraran el curso del Nilo eran contratados por el Faraón como tropas mercenarias. La frontera oriental de Egipto representaba un peligro para la invasión.

Al griego Herodoto se le deben las primeras descripciones sobre Egipto y las pirámides de la IV Dinastía de Gizeh, allá por el 450 a.C. No cabe duda de que los egipcios crearon un enorme ejército de obreros que sólo obedecían con el único fin de perpetuar sus memorables obras mientras el Faraón con su enorme ejército y la casta sacerdotal dirigían los destinos del país.

Herodoto nos dice, por ejemplo, que los sacerdotes egipcios “enumeraban según los papiros los nombres de otros 330 reyes después de Menés [3150-3100 a.C.], quien desecó las tierras ganadas al Nilo para fundar Menfis.

Etimológicamente, el término historia deriva del griego ἱστορία “preguntar, explorar, descubrir”. El primer historiador conocido Herodoto de Halicarnaso [c.485 - c.424 a.C.], considerado el padre de la historia, quien en el siglo V a.C. realizó un viaje por el Mediterráneo y Grecia preguntando a los lugareños acerca de sus tradiciones y de sus relatos sobre las guerras médicas. En su obra “Historias de Herodoto”, el historiador por vez primera, no se contenta con narrar, sino que señala las causas de los acontecimientos buscando el profundo sentido de la evolución histórica. Una historia universal que no sólo se ocupaba de los griegos, sino también de otros pueblos del que fuera capaz de obtener un rico caudal. Herodoto convirtió en una regla que los historiadores explicasen los acontecimientos que contaban.

Ramsés II en la batalla de Qadesh contra los hititas

Foto: Alonso y Carolina
El Faraón

Más de 3.000 años de civilización en torno a un término: Faraón, como legítimo sucesor de Atum, Osiris y Horus evitaba que “el caos se adueñase del mundo”. El binomio orden sobre el caos, los principios de la vida y la muerte. Rebelarse contra el Faraón equivalía a quebrar el orden cósmico.

Los primeros habitantes del valle del Nilo hacia el 5.000 a.C. creían en la vida después de la muerte enterrando a sus muertos en tumbas de arena, junto con objetos para la vida de ultratumba. Egipto fue unificado por vez primera hacia el 3.100 a.C. Cuatrocientos años antes del Imperio Antiguo o “Era de las Pirámides".

En la cumbre de la sociedad egipcia se encontraba el Faraón, considerado dios en vida y legislador supremo que dispensaba justicia, jefe de los ejércitos y sacerdote supremo. Gobernaba el país a través de una red de nobles y una clase media instruida formada por funcionarios y escribas [eran de las pocas personas que sabían leer y escribir, lo que los dotaba de un inmenso prestigio]. La mayoría del pueblo egipcio eran campesinos que trabajaban la tierra. Pocos sabían leer y escribir, aunque gozaban de más libertad que los esclavos. En la sempiterna lucha de clases, los comerciantes y artesanos estaban por encima en la escala social que los campesinos.

Los egipcios creían que el Faraón era un dios viviente. Sólo él podía unificar el país y mantener el orden cósmico o Maat. El poder del Faraón era absoluto. Mandaba al ejército, fijaba los impuestos, juzgaba a los criminales y controlaba los templos.

La administración estatal estaba asegurada por los escribas que eran funcionarios que conocían la escritura y que gozaban de amplios privilegios aunque para los ojos del pueblo simbolizaban la opresión del Estado. Más del 85% de los habitantes de Egipto eran campesinos [fellah].

El Faraón en su atuendo llevaba la mitra blanca y el gorro rojo como símbolos del Alto y Bajo Egipto. En la ceremonia de coronación, que se celebraba en la ciudad de Menfis, el Faraón realizaba un recorrido que simbolizaba la supuesta vuelta del Sol alrededor de la Tierra.

Los trabajos más duros en las canteras eran realizados por prisioneros de guerra convertidos en esclavos, por delincuentes o por campesinos asfixiados por los impuestos que caían en la esclavitud. Pero las guerras, la opresión, el despotismo faraónico y la explotación fiscal del pueblo irán socavando la cohesión de Egipto quedando en manos extranjeras.


Foto: Alonso y Carolina


Las últimas mastabas [banco de piedra] o pirámides truncadas se edificaron en la V Dinastía [2500 a. C. a 2350 a. C.].

Las pirámides como expresión de poder de los antiguos faraones arrancan de las antiguas mastabas, sencillas tumbas de ladrillo o piedra, cuya superposición originarían las pirámides escalonadas, siendo la más famosa la que Djeser, el fundador de la III Dinastía [2686 a.C.] que mandó levantar en Saqqara su arquitecto Imutes (Imhotep).

La culminación a todo este tipos de enterramientos regios fueron las magníficas pirámides de Gizeh [Keops “Quéope”, Kefrén “Khefren” y Micerino] que fueron consideradas una de las siete maravillas del Mundo Antiguo, cerca de la periferia de la ciudad de El Cairo, la capital egipcia. La afilada silueta de las tres pirámides parece emerger de las arenas del desierto en un escenario único, que pueden verse desde el camino que lleva a Saqqara [pirámide escalonada de la Dinastía I] como uno de los legados más importantes de la egiptología.

Desde la III Dinastía [2700 a 2630] hasta el Imperio Nuevo [1550 a 1070 a.C.] se exigía en las pirámides las barcas solares con las que el Faraón podía efectuar sus viajes por el Más Allá.

La pirámide de Keops mide 230 metros de lado [2.300.000 bloques de piedra], 210 metros la de Kefrén “hijo y segundo sucesor de Quéope” y 108 metros, la de Micerino. Los bloques llegaban [con un peso de  12 toneladas aunque algunos llegan a pesar las 16] en grandes barcas a través del Nilo hasta llegar a Gizeh, en la necrópolis de Menfis.

Quéope (2650 a.C.) ordenó a su primo y visir Hermón edificar su pirámide, que sería denominada "El Horizonte de Quéope". Junto a la cara oriental existen tres pequeñas pirámides que pertenecieron a otras tantas reinas. Los egiptólogos calculan que se tardó veinte años y se necesitaron 100.000 hombres para construir la Gran Pirámide de Gizeh.

El cuerpo de los faraones era trasladado al Valle de los Reyes por vía fluvial, junto a la orilla occidental del Nilo donde se construiría un embarcadero “Templo Bajo” para recibir los restos mortales con sus obligadas ceremonias y desde allí una calzada monumental enlosada, por la que era transportado el sarcófago hasta llegar a un segundo templo de culto “Templo Alto” en la cara oriental de la pirámide para albergar para toda la eternidad el cuerpo del Faraón. Los arquitectos egipcios las diseñaban para que fueran inexpugnables con todas las medidas de seguridad posible que evitaran el saqueo de los profanadores de tumbas.

El nombre jeroglífico del Faraón se escribía dentro de un disco ovalado denominado “cartucho”.

En 1838 la goleta “Beatrice” que transportaba el sarcófago del Faraón Micerino al British Museum de Londres, que naufragó ante las costas de Cartagena. Un interesante proyecto hispanoegipcio que tratará de hallar un sarcófago egipcio del Faraón Micerinos en un pecio inglés, hundido en aguas españolas.


Foto: Alonso y Carolina


La Esfinge [Abu el-Haul o el padre del terror]

Tallada en una enorme roca natural tiene 20 metros de altura, simbolizaba la fuerza leonina del Faraón con cabeza humana de Kefrén. Se piensa que puede tener 4.500 años. Se encuentra orientada hacia el este, por donde sale el sol. Tuvo dos templos y su calzada.

Aunque la leyenda popular pueda pensar que la nariz de la esfinge fue destruida por los cañonazos de las tropas de Napoleón, se han encontrado dibujos realizados en 1737 por el danés Frederick Lewis Norden [arquitecto] que ya mostraba a la Esfinge carente del apéndice nasal. Este dibujo es anterior a Napoleón, donde la Esfinge aparece sin nariz, lo que descarta a juicio de la historia que Napoleón y sus tropas fuesen culpables de aquel destrozo.


Si el tiempo de las pirámides se mide en siglos [46 siglos], las dinastías preptolemáicas se mide en decenas de Dinastías [31] hasta llegar al dominio romano en el 30 a.C. tras la derrota de Cleopatra VII [última de la dinastía ptolomea, descendientes de Ptolomeo I, general de Alejandro Magno que inició la dinastía ptolemáica en el 323 a.C.] y Marco Antonio por Octavio [el futuro emperador César Augusto].

El 4 de noviembre de 1922 quedará inmortalizado el nombre del arqueólogo y egiptólogo ingles Howard Carter al descubrir la tumba KV62 [King Valley 62] perteneciente al faraón de la dinastía XVIII Tutankamón (Tut-Anj-Amón), en el Valle de los Reyes, frente a Luxor. Aunque casi todas las tumbas de los faraones habían sido saqueadas, ésta continuaba intacta. Su interior estaba repleto de tesoros de un valor incalculable que dejarán asombrado al mundo entero.

Howard Carter dijo:

“Había salas llenas de oro. Todo relucía”

El tesoro más preciado era la máscara retrato de Tutankamón realizada con oro macizo e incrustaciones de piedras preciosas. Esta obra maestra pesa 10,2 kg.
 


Piedra de Rosetta "el amanecer de la egiptología", en el Museo Británico


La piedra de Rosetta

En julio de 1798, un contingente militar francés de 54.000 hombres desembarcó en Egipto bajo las órdenes del general Napoleón Bonaparte. Francia había planeado dar un golpe a su enemiga Gran Bretaña en uno de sus puntos vitales: el comercio en el Levante mediterráneo.

El Directorio, el gobierno que dirigía Francia en aquel momento, había comenzado a temer al general Bonaparte, que había vuelto de sus campañas en Italia no sólo con la victoria en la mano, sino acompañado de un ejército fiel y disciplinado que podía utilizar para alzarse con el poder. Por ello, una campaña en un escenario lejano y complicado como Egipto era un medio perfecto para ser alejado de Francia e intentar quebrantar la fidelidad de las tropas. Napoleón aceptó este reto con entusiasmo al ser un apasionado de la Antigüedad y experimentó un vivo interés por la civilización del Antiguo Egipto. 

 

A pesar de que la campaña en Egipto fue un fracaso que acabó con la retirada francesa, desde el punto de vista científico fue una de las hazañas más notables de finales del siglo XVIII, siendo publicados los trabajos entre 1809 y 1822, en nueve volúmenes de texto y once de grabados, bajo el título “Descripción de Egipto”, lo que permitió la difusión por todo el mundo occidental de información actualizada y fidedigna sobre las antigüedades y monumentos que se conservan en Egipto.

Entre los logros del ejército expedicionario francés, los hubo también casuales pero de gran envergadura. En 1799 unos soldados realizaban obras de acondicionamiento en la fortaleza de la ciudad de Rosetta (actual Rashid). Cuando estaban demoliendo un muro localizaron y extrajeron un bloque de granodiorita negra de 762 kg. de peso, fragmentado por tres de sus lados. Una de sus caras estaba grabada con signos, por lo que el oficial de ingenieros a cargo de las obras lo envió a Alejandría para su estudio. Se había descubierto casualmente uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes del mundo: “La Piedra de Rosetta” de 112,3 cm. de altura por 75,7 cm. de ancho.

Los estudiosos comprobaron que los tres epígrafes eran en realidad versiones de un mismo texto. La estela contenía un decreto sacerdotal en honor del faraón Ptolomeo V, datado Jean-François Champollion en el año 196 a.C. Los ingleses se la llevaron como botín de guerra a Londres tras derrotar, en 1801, a las tropas napoleónicas en Egipto. Pero fue un francés, (1790-1832), quien finalmente descifró los jeroglíficos egipcios a través de la piedra de Rosetta, en 1822. Hoy en día es la pieza más visitada del Museo Británico de Londres.

La Piedra de Rosetta recoge el mismo texto en dos lenguas y tres escrituras distintas. Por un lado, se conservan varias líneas de jeroglíficos (de los que se ha perdido la mayor parte) y el contenido íntegro en la escritura demótica. Ambas grafías representaban la misma lengua: la de los antiguos egipcios, siendo la jeroglífica la reservada para los sacerdotes y la demótica la empleada por las clases letradas de la época. Por último, la inscripción está traducida y escrita en griego clásico en la base, la lengua empleada por los gobernantes y alta burguesía lágida.

Su escritura ha sido el resultado de un desarrollo autóctono como una de sus más importantes señas de identidad. El ejercicio de la escritura estuvo siempre ligado a aquellos que la dominaban, constituyendo un porcentaje muy reducido de la población total. La mayoría estaban relacionados con la monarquía -escribas y sacerdotes-. La escritura estaba protegida por el dios de la sabiduría “Thot” que era el patrón de los escribas.

La Piedra de Rosetta sería transportada a Londres para ser expuesta al público en el Museo Británico desde 1802 hasta nuestros días, siendo la pieza más visitada. A su llegada a Gran Bretaña, la Piedra de Rosetta pudo ser analizada en profundidad por numerosos estudiosos. La valiosa información de esta piedra facilitará la clave para comprender los jeroglíficos egipcios hasta entonces ininteligibles y por consiguiente, conocer aquella poderosa civilización que abarca tres milenios.

La piedra es un fragmento de una gran estela que fue erigida en el recinto del templo de la ciudad de Sais (en el delta) para su conocimiento público. Sería una de las diversas copias que se hicieron del decreto y que fueron emplazadas en diferentes lugares de culto del país, ya que se han encontrado fragmentos de otras 17 inscripciones similares.


El carácter de las pirámides junto con la Piedra de Rosetta llegó a ser indescifrable hasta que en 1822 un joven erúdito francés, Jean-Francois Champollion anunciara en París el descifrado de los textos jeroglíficos egipcios. Nadie había sido capaz de leer o reproducir el lenguaje y la escritura de los antiguos egipcios hasta entonces.

Jean-Francois Champollion (1790-1832), auténtico genio en idiomas que con tan sólo 19 años había logrado ocupar una plaza de profesor en la Universidad de Grenoble.
Champollion era un lingüista fascinado por el mundo egipcio. Estudió el árabe, hebrero, copto, sirio y caldeo entre otras disciplinas.

Champollion se percató de que los jeroglíficos eran fonéticos, representando los sonidos que hablaban los antiguos egipcios, lo que le dio la clave para comenzar a descifrarlos. En 1822 presentó su hallazgo a la comunidad científica publicando su “Carta a M. Dacier relativa al alfabeto de los jeroglíficos fonéticos”, donde exponía por primera vez el funcionamiento de la escritura jeroglífica.

Anterior a Champollion las únicas fuentes que tuvieron judíos y cristianos sobre Egipto era a través del Antiguo Testamento de la Biblia o laTorá de los judíos donde se narra el exilio del pueblo judío, donde fueron hechos esclavos por el Faraón.

Aunque Champollion falleció en 1832, su trabajo se siguió publicando, llegando a ver la luz póstumamente una gramática y un diccionario de egipcio antiguo. El impacto de la obra fue sensacional. Como recuerda el profesor Wilkinson:

"Champollion tradujo correctamente la versión jeroglífica del texto, iniciando así el proceso que habría de revelar los secretos de la historia del Antiguo Egipto. Su gramática y su diccionario de la lengua del antiguo Egipto […] permitieron a los estudiosos leer las palabras de los propios faraones tras un intervalo de 2.000 años".

Se podría decir que la Piedra de Rosetta había sido cincelada para transmitir mensajes a la posteridad. Un nuevo mundo se abría ante los ojos de los investigadores modernos. Será considerada "el amanecer de la Egiptología".


Menfis y Tebas

Existen dos ciudades claves en la Historia de Egipto:
  • Menfis, cercana al delta del Nilo. Fue el centro administrativo y religioso del nomo I [división territorial] del Bajo Egipto. Residencia de faraones y capital de Egipto a comienzos del Periodo Dinástico y del Imperio Antiguo. Reflejo de su magnitud es la extensión de sus cementerios, con más de 30 km de longitud al borde del desierto y en la ribera occidental del Nilo. Saqqara y Gizeh de encuentran en el conjunto de la necrópolis. Menfis no pudo sobrevivir al eclipse de la antigua civilización durante los primeros siglos a la sombra de Alejandría. Su importancia religiosa desaparece cuando el emperador Teodosio (379-395) decretó que el Cristianismo debería ser la religión oficial del Imperio Romano.
  • Tebas, en el sur con su dios Amón Ra [dios solar] podía compararse con la importancia religiosa, política y comercial de Menfis. Fue capital del Imperio Medio y Nuevo.

Templos de Karnak y Luxor

Los templos de Karnak y Luxor se encuentran en la orilla oriental del Nilo [por donde sale el sol]. El templo de Karnak estaba dedicado al dios Amón. Fue construido por el Faraón Tutmosis I, Ramsés II y Hatsheput [entre 2.200 a.C a 360 a.C.). La avenida de las esfinges por orden de Ramsés II une el templo de Karnak con el templo de Luxor y el embarcadero que comunicaba el templo con el acceso al Nilo.

La sala hipóstila posee 134 columnas (12 centrales con una altura de 23 metros, que cubren una superficie de 102 metros de largo por 52 de ancho). Todas las columnas se encuentran decoradas con imágenes y jeroglíficos.

El templo de Luxor con 260 metros de longitud fue construido durante la XVIII y XIX Dinastía dedicado a Amón-Ra. Se debe a Ramsés II [exterior] y Amenhotep III [interior].


Foto: Alonso y Carolina

Abu Simbel en la antigua Nubia [al sur de Egipto]

Templo excavado en la roca por Ramsés II de 30 metros de altura por 35 metros de ancho con cuatro colosales sedentos de Ramsés II con 21 metros de altura. El templo se construyó de tal modo que dos veces al año [21 de febrero y 21 de octubre], cuando el sol naciente aparece por el horizonte de la orilla del Nilo, sus rayos penetraban por la puerta y se proyectaban a través de la gran sala de ocho columnas e iluminan las caras de Amón, Ra y Ramsés, quedando solo la cara del dios Ptah [creador en la mitología egipcia y "Maestro constructor", inventor de la albañilería, patrón de los arquitectos y artesanos] en la penumbra, considerado dios de la oscuridad.

Se cree que estas fechas corresponden respectivamente a los días del cumpleaños del rey y al de su coronación, aunque no existen datos que lo corroboren. O posiblemente también, estos días correspondían respectivamente al inicio de dos estaciones para los egipcios: la de peret (germinación de las semilla) y shemu (recolección de la cosecha).

Tras el desplazamiento del templo entre 1964-1968 a unos 210 metros más allá del Nilo y 65 metros más arriba, el fenómeno solar ocurre dos días más tarde de la fecha original. 

“Wadjet” o la diosa cobra era la divinidad protectora del Bajo Egipto y “Nekhbet”, la diosa buitre, la del Alto Egipto. Ambas solían aparecer en las figuras asociadas al Faraón, el soberano de las dos tierras: Alto y Bajo Egipto.


Horus, Horemheb y Anubis
Foto: Alonso y Carolina

La vida de ultratumba

Isis y Osiris eran hermanos. Osiris reinaba en el mundo hasta que su hermano Seth, usurpó el trono asesinándolo y repartiendo sus catorce trozos por todo Egipto. Su esposa, Isis, recuperó y restauró el cuerpo de su esposo concibiendo un hijo con él [Horus] quien vengaría el asesinato de su padre. A partir de ese momento Osiris reinaría en el inframundo siendo dios de la muerte y la resurrección, muy presente en la momificación.

Es indudable que la cultura egipcia se encuentra saturada por la religión con más de dos mil deidades. Los egipcios creían en la vida de ultratumba como paso del plano terrenal al eterno, trascendental para que el difunto pudiera viajar al más allá o en el mejor de los casos pudiera seguir existiendo en su tumba o sus alrededores. La muerte no era el final sino una continuación. Sólo el Faraón, la clase alta, la nobleza y la casta sacerdotal podían permitirse las técnicas de embalsamar, la momificación y el enterramiento con estela funeraria [piedra de sepultura] o sarcófago para albergar la momia en la zona noble junto al Valle de los Reyes.

Dentro de los cultos y creencias, los egipcios pensaban que a través de las ofrendas a los dioses, tendrían una vida feliz. Y por consiguiente, esperaban que éstos les ayudaran en la vida de ultratumba.

Entre la muerte y la incorporación al mundo divino se celebraba un gran juicio, donde se colocaba el corazón del difunto en un platillo de la balanza, cuyo contrapeso era Maat (la pluma de la verdad y del recto orden). 

Anubis [dios de la muerte] extraía el corazón del difunto donde se encontraba el “Ba” o alma del difunto y Thot era el dios escriba de la sabiduría y de la justicia, era quien realizaba las anotaciones del pesaje del corazón en presencia de Osiris, que presidía el tribunal de los 42 jueces reunidos en una sala.

Si el corazón y Maat se mantenían en equilibrio, la prueba era considerada positiva y el difunto era presentado triunfalmente a Osiris, donde podría comenzar su vida eterna en el campo de los juncos para toda la eternidad. Sería el fin de la vida en la tierra para dar comienzo  la eternidad en el otro mundo.

Si por el contrario, la prueba era negativa, sería engullido por el Ammyt “devorador de los muertos”, con cabeza de cocodrilo, patas traseras de hipopótamo y melena, torso y patas delanteras de león.

El embalsamamiento de los cadáveres les permitió adquirir conocimientos sobre el cuerpo humano. Uno de los principales vehículos para el conocimiento fue la escritura, la más conocida es la jeroglífica. Los egipcios nos han legado algunos textos originales sobre la literatura religiosa y ritual que corresponden al más allá como por ejemplo “El Libro de los muertos” y la vida del pueblo “Sátira de los oficios”.
 

Foto: Alonso y Carolina


Dioses importantes

En el Antiguo Egipto se utilizaba el nombre de NTR (Necher) para definir el concepto de divinidad, llegándose a contar hasta cientos de ellos.

En cada territorio [nomo] del antiguo Egipto se adoraba a una determinada divinidad. Con la unificación política pasaron al primer plano los dioses de las ciudades rectoras (Path, dios de Menfis, en el Imperio Antiguo; Amón, dios de Tebas, en los imperios siguientes).

Pero la divinidad fundamental por excelencia era Ra, el disco solar que representaba la fuerza natural que posibilitaba las cosechas. Muchos dioses eran asociados a él como Amón Ra y los faraones se consideraban hijos de Ra, el dios egipcio que representaba el sol de mediodía, en su máximo esplendor. Se representaba a sí mismo como un hombre con una cabeza de halcón o como un halcón coronado con un disco solar rodeado de un ureo o serpiente. Fue muy venerado en Heliópolis [ciudad del sol].

En la mitología del Antiguo Egipto se creía que Ra [dios del Sol] viajaba por el cielo, y lo hacía en barca de Oriente a Occidente en un viaje que duraba 24 horas; de día era una barca conocida como "Mandjet"; y por la noche viaja en una barcaza pequeña llamada "Mensenktet".

Los demás dioses subsistían. Cuando el Faraón de la XVIII Dinastía Amenofis IV propuso la instauración del monoteísmo, adorando únicamente al Sol bajo el nombre de Atón, fracasó en su empeño. Osiris como símbolo de la semilla enterrada y resucitada que germina de la tierra era una diosa de los muertos muy popular. Era muy normal la divinización de animales en el Egipto faraónico. Los dioses vivían en los templos y eran cuidados por la casta de los sacerdotes.

Se cree que Atón [completo] era una deidad solar del Antiguo Egipto que representaba al disco solar en el firmamento y cuyos rayos irradiaban la vida en la tierra. Se consideraba en la mitología egipcia, que su espíritu que alentaba la vida en la Tierra. El rey Akenatón veneraba a Atón como divinidad única y exclusiva. Pero a la muerte de Akenatón, caerá en el olvido.

Ptah. Menfis era el centro de culto de este Dios Supremo [creador en la mitología egipcia y "Maestro constructor", inventor de la albañilería, patrón de los arquitectos y artesanos] en la penumbra, era considerado “dios de la oscuridad”.

Anubis. Cabeza de chacal. Dios de los muertos y de la momificación. Vigilaba las momias y presidía los ritos funerarios.

Sobek. Dios cocodrilo que reinaba en las aguas. Se decía que el Nilo era su sudor. Los lugares de culto era donde había más peligros de ataques de cocodrilos.

Triada de Abydos (Alto Egipto): Osiris, Isis “su esposa” y Horus “su hijo”.

Isis era hija de Geb (tierra) y Nut (cielo), y hermana de Osiris que se convertiría en su esposo. Se cree que fue la diosa protectora de una localidad del Delta del Nilo. Sólo ella conocía el verdadero nombre de Ra formando parte de la Cosmogonía Heliopolitana junto a Osiris y su hijo Horus.

Triada de Tebas (Bajo Egipto): Amón “dios creador y principal venerado en Karnak y Luxor”, Mut “diosa de la guerra representada en forma de buitre o leona” y su hijo Jonsu “dios luna”.

Maat: diosa de la justicia, de la verdad y del orden. Lleva la Pluma de la Verdad en la cabeza.

Hathor: diosa del cielo y del amor, la alegría, la danza y la música. Representado por unos cuernos que sujeta al sol.

Thot: Dios de los escribas y de la sabiduría representado en forma de mandril.


Foto: Alonso y Carolina


Periodos históricos del Antiguo Egipto

Periodo Dinástico Temprano (3050 a.C. a 2700 a.C.)

  • I Dinastía de Egipto (Tinis)
  • II Dinastía de Egipto (Tinis)
Reino Antiguo (2700 a.C. a 2630 a.C.)
  • III Dinastía de Egipto (Menfis)
  • IV Dinastía de Egipto (Menfis)
  • V Dinastía de Egipto (Menfis)
  • VI Dinastía de Egipto (Menfis)
Primer Periodo Intermedio (2190 a.C. a 2052 a.C.)
  • VII Dinastía de Egipto (Menfis)
  • VIII Dinastía de Egipto (Menfis)
  • IX Dinastía de Egipto (Herakleópolis Magna)
  • X Dinastía de Egipto (Herakleópolis Magna)
Imperio Medio (2050 a.C. a 1750 a.C.)

El Imperio Medio comienza en el 2050 a.C. a 1750 a.C. Con él vuelve la paz y prosperidad. Egipto invade Libia y Nubia.
  • XI Dinastía de Egipto (Tebas)
  • XII Dinastía de Egipto (Ity-tauy, región de Fayún)
  • XIII Dinastía de Egipto (Ity-tauy)
Segundo Periodo Intermedio (1640 a. C. a 1550 a. C)
  • XIV Dinastía de Egipto (Avaris)
  • XV Dinastía de Egipto (Avaris)
  • XVI Dinastía de Egipto (Tebas o Avaris)
  • Dinastía Abydos
  • XVII Dinastía de Egipto (Tebas)
Reino Nuevo (1570 a.C. a 1070 a.C)

El Imperio Nuevo abarca 1570 a.C. a 1070 a.C. con Amosis I y Tutmosis III que extienden su imperio hasta Nubia, Libia y Oriente Medio. El esplendor del Imperio Nuevo termina con la muerte de Ramsés XI acaecida en 1069 a.C. Durante los siglos siguientes, Egipto será invadido por sus poderosos vecinos. Aunque la cultura egipcia sobrevivió, se ponía fin a una era de esplendor.
  • XVIII Dinastía de Egipto (Tebas, Amarna, otra vez Tebas)
  • XIX Dinastía de Egipto (Tebas, Menfis, Pí-Ramsés)
  • XX Dinastía de Egipto (Pí-Ramsés)
Tercer Periodo Intermedio (1070 a.C. a 650 a.C.)
  • XXI Dinastía de Egipto (Tanis)
*Sumos sacerdotes de Amón, en Tebas
  • XXII Dinastía de Egipto (Bubastis)
  • XXIII Dinastía de Egipto ( Herakleópolis Magna oTebas)
  • XXIV Dinastía de Egipto (Sais, Delta del Nilo Occidental)
  • XXV Dinastía de Egipto (Menfis, bajo control extranjero de Napata, Nubia)
Periodo tardío (525 a.C. a 332 a.C.)
  • XXVI Dinastía de Egipto (Sais)
  • XXVII Dinastía de Egipto o primera satrapía bajo control del primer Imperio persa
  • XXVIII Dinastía de Egipto (Sais)
  • XXIX Dinastía de Egipto (Mendes)
  • XXX Dinastía de Egipto (Sebennytos)
  • XXXI Dinastía de Egipto o Segunda satrapía bajo control del Imperio persa
Periodo grecorromano (332 a.C. a 30 d.C.)
  • Dinastía argéada (Alejandría)
  • Dinastía ptolemaica (Alejandría)
  • Periodo romano (Alejandría)
Alejandro Magno conquistó Egipto en el 332 a.C. Construyó su nueva capital en Alejandría. Cuando murió, su general Ptolomeo fundó una dinastía que gobernará Egipto durante 300 años. Los nuevos reyes hablarían griego y se regirán por la ley griega pero respetando la cultura local.

El Faro de Alejandría fue una torre construida en el siglo III a. C. durante la dinastía Ptolemaica, en el reinado de Ptolomeo I (305 - 285 a. C.) en la isla de Faro en Alejandría, Egipto. Servía como punto de referencia del puerto y como faro, con una altura estimada de 135 metros. Fue una de las estructuras más elevadas realizadas por el hombre durante muchos siglos, formando parte de las "Siete Maravillas del Mundo Antiguo" según Antípatro de Sidón.

El faro fue gravemente dañado por tres terremotos acontecidos entre los siglos IV y XIV d.C., convirtiéndose en un edificio en ruinas. 



Foto: Alonso y Carolina

Faraones más conocidos

Djoser. Reinó ca. 2665 a 2645 a. Construyó la primera pirámide de Saqqara, donde fue enterrado.

Keops. Reinó desde 2589 a.C al año 2566 a. C. Mandó construir la Gran Pirámide de Gizeh.

Kefren. Este Faraón reinó desde 2547 a 2521 a. C.​ Mandó construir la segunda pirámide de Gizeh. Es probable que fuera su hermano pequeño. Se cree que la Gran Esfinge es un retrato de Kefren.

Micerino. Hijo de Kefren y nieto de Keops. Se cree que reinó desde 2514 a. C. a 2486 a. C.​ Hijo de Kefrén y nieto de Keops.

Mentuhotep II (2055 a 2004). Fundó el Imperio Medio hacia el 2040 reunificando Egipto. Gobernó durante 51 años siendo enterrado en una tumba en Deir el-Bahri “Monasterio del norte” en Tebas.

Hatshepsut. Primera mujer Faraona de la dinastía XVIII de Egipto que reinó de ca. 1490-1468 a. C. Se casó con su hermano Tutmosís II ostentando todo el poder con su hermano. Cuando el Faraón murió, su hijastro Tutmosis III subió al trono pero era un niño, por los que Hatshepsut gobernó Egipto hasta su muerte. Aplicó una política de pacificación desarrollando la economía en vez de luchar contra sus enemigos. Levantó dos obeliscos en Karnak y en los muros del templo de Deir al-Bahri se hizo retratar como un hombre, con una barba postiza y todos los símbolos que correspondían al Faraón.

Tutmosis III. 1479 a 1425 a. C. Extendió el poder de Egipto hasta el interior de Asia. Amplió el templo de Amón en Karnak y erigió obeliscos.

Amenhotep III. Hizo construir los colosos de Memnón y el templo de Luxor.

Amemhotep IV o Akenatón “el faraón hereje” (1353 a.C. a 1336 a. C.). Fue el primero que implantó el monoteísmo con el dios Atón en todo Egipto. Creó una ciudad nueva con su nombre “Ajenatón”. Su esposa fue Nefertiti.

Desde el principio de su reinado, el faraón Akenatón y su hermosa esposa Nefertiti [cuyo icónico busto puede observarse en el Museo Egipcio de Berlín] decidieron desafiar todo el sistema de fe del Antiguo Egipto. El joven faraón impulsó una reforma religiosa que apartó al gran dios Amón del culto para imponer en su lugar a Atón y se cambió el nombre por el de Akenatón (agradable a Atón). Y no solo eso, promovió lo que muchos consideran el primer monoteísmo de la historia. A Nefertiti le dio el título de Gran Esposa Real e igualdad de poderes.

Su nombre fue borrado de la historia. El faraón Akenatón sufrió el peor de los males para los antiguos egipcios, la "damnatio memoriae", que lo condenaba al olvido y, por la tanto, a la muerte definitiva, sin oportunidad de renacer cada vez que alguien leía su nombre. ¡Hasta que la arqueología lo resucitó!

La idea de Akenatón era dramática y revolucionaria: por primera vez en la historia, un faraón quería reemplazar el panteón de los dioses egipcios [en un texto antiguo figura la lista de 740 dioses] con uno solo, el creador de todo: el Sol [Atón].

A principios del Imperio Antiguo [2686 a. C. a 2181 a. C.] Ra era sólo un dios entre los dioses egipcios. Hacia 2400 a.C. se había convertido en el dios oficial de los faraones. Durante la Dinastía V (2500 a.C. a 2350 a.C.) fue elevado a deidad nacional y vinculado al dios tebano Amón para convertirse en Amón-Ra, la principal deidad del panteón egipcio.

El faraón Akenatón [1372 a.C. a 1336 a.C.] suprimió el culto de Ra en favor de una sola deidad solar Atón, el disco solar deificado, pero tras la muerte de Akenatón se restauró el culto a Ra, antes de subir al trono era Tutanjatón en honor al dios Atón. 

Tuthankatón pasó a ser Faraón con el nombre de Tuthankamón (1334 a.C. a 1325 a. C.) en clara voluntad de romper con el pasado herético implantado por su antecesor Akenatón. Parece que fue hijo de Akenathón que tuvo con su otra esposa Kiya, en vez de Nefertiti. Durante su reinado de nueve años, el poder lo ostentó su general Horembeb y Ay que continuaron gobernando Egipto después de su muerte, acaecida a los 18 o 19 años. El cráneo de la momia presenta heridas y se cree que Ay podría haberlo asesinado.

Se restablecieron los antiguos Akenatón [1372 a.C. a 1336 a.C.] y Nefertiti de la XVIII Dinastía. Pero posiblemente, nadie se acordaría de Tuthankamón de no haber sido descubierta su tumba por Howard Carter en 1922. Su cámara funeraria se encontraba custodiada por dos grandes estatuas de madera, pan de oro y resina.

Horembeb (1323 a.C. a 1295 a.C.). Antes de ser faraón, fue general del ejército de Akhenatón, de Tuthankamón y de Ay. Sucesor de Tutankhamón después de la muerte de Ay, prohibió la religión de Atón y se dedicó a borrar el nombre de los faraones herejes Akenatón y Tutankhamón.

Seti I (1294 a.C. a 1279 a. C.). Restableció la política de expansión en Oriente. Invadió Siria y venció a los hititas. En 1817 se descubrió su tumba cuya momia se encuentra en el Museo del Cairo.

Ramsés II [Ramsés El Grande]. Gobernó unos 66 años (1279 a. C. a 1213 a. C.). Firmó el primer tratado oficial de la Historia. Tuvo más de 100 hijos. A Ramsés II se le deben los primeros planes de ampliación de un canal que llevase sus barcos de bajo calado desde el Nilo hasta el Mar Rojo, en el 1250 a.C. Pero tuvo que interrumpir los trabajos cuando llevaba 100 km, al parecer por un error de altitud entre el Mar Mediterráneo y el Mar Rojo. Problema similar tendría siglos más tarde Napoleón cuando en 1799 planificó el canal de Suez.

Serán cinco siglos más tarde, cuando el rey persa Darío I lo ponga en funcionamiento hacia el 500 a.C. con 45 metros de anchura que permitía cruzarse dos naves remolcadas desde tierra con cuerdas. Tras la conquista romana de Egipto, el emperador Trajano (siglos I y II), dentro de su política de obras públicas, le dará el nombre de Río de Trajano, quedando a finales del siglo III definitivamente abandonado.

Cleopatra VII (51 a.C. a 30 a.C.).  Fue la última Faraona de la Dinastía de los Ptolomeos. Tuvo un hijo con Julio César y tres hijos con Marco Antonio. Cleopatra VII se rindió ante Octavio, suicidándose.

Algunas curiosidades

El joven faraón Amenhotep IV promovió lo que muchos consideran el primer monoteísmo de la historia, dando lugar al primer cisma religioso.

La balanza egipcia en un periplo de más de cinco milenios fue adoptada por los griegos siendo también adoptada por los romanos como “Iustitia”. Es el origen de la balanza actual de la justicia.

Amenhotep III, faraón del Imperio Nuevo de la Dinastía XVIII, se proclamó nacido del Dios Amón y su madre. Así aparece en escenas donde el padre de los dioses toca a una mujer -la madre del rey- y así la fecunda. Es muy parecida a la concepción de Horus por sus padres, la Virgen Isis y Osiris, que había resucitado. Y la de Hatshepshut por Amón, aunque en este caso habría tomado Amón la imagen de su padre, Amenhotep I. Algo similar a lo ocurrido con la imagen de la Virgen María y el ángel en el Cristianismo.

Existían dos Trinidad. La más importante era la formada por Isis-Osiris-Horus, tres en uno como hijos de Ra, hasta el punto de que Ra es Horus y Osiris, distintas manifestaciones del mismo Dios. El sol de mediodía era Ra, un disco anaranjado. Cuando el Cristianismo llevó a Egipto la misma idea de tres formas de un Dios único, cuajó con facilidad.

La cruz anjsada [símbolo de vida e inmortalidad]. Los dioses portaban una cruz denominada “anj”, que servía para dar la vida a los mortales. Ese fue precisamente el sentido que se le dio a la cruz romana, un instrumento de tortura convertido en un símbolo de vida. Comenzó a utilizarse así en Egipto, donde ya había tradición de que los fieles llevaran la cruz anjsada de los dioses como protección.

En Egipto se forjó el mito de la resurrección, a través de la muerte de Osiris y su vuelta a la vida. Era verde, símbolo de la tierra que germina y da fruto tras la inundación del Nilo. Osiris resucitó entre los muertos gracias a Isis, y Jesús hizo lo mismo ante las mujeres que fueron a visitar su tumba.

25 de diciembre. Es una fecha clave en Oriente. Es el día en que nació Osiris. También Mitra y el de la victoria del sol, que vuelve a crecer en horas tras el invierno. Por eso se eligió para Jesús, aunque los cristianos sabían que no era la fecha real.

El juicio del alma. La religión egipcia contemplaba un más allá donde había un juicio al que era llevado el alma del difunto por Annubis. En una balanza se pesaba su corazón con la pluma Maat (la justicia) y si el resultado era desfavorable, era devorado por un monstruo, por lo que se perdía para siempre. En caso contrario, entraba en el reino de Osiris y Ra, que no era otro que el propio Egipto, porque no se podían imaginar un lugar mejor.

Iconografía. Hay dos imágenes cristianas extraídas directamente de Egipto. Una, la Virgen María con el niño Jesús, a menudo tallada en piedra negra, que no es sino una adaptación de la Virgen Isis con el niño Horus. A Isis se la representaba negra por el color de la tierra fecunda, frente al amarillo del desierto estéril. La otra, San Miguel o San Jorge matando al dragón con una lanza. Está tomada de Horus alanceando a su tío, el malvado Seth, que había asesinado a Osiris. Set es el Dios de la guerra, del desierto y el caos.

Isis representa los valores de esposa y madre, anticipándose a la figura de la Virgen María en el Cristianismo.


La cerveza [más cara del mundo curiosamente lleva el nombre de Tutankamón]

El griego Herodoto [considerado el padre de la historia] ya comentaba su preparación en el siglo VIII a. de C. y el creador de la medicina moderna, el griego Hipócrates, dejó escrito sobre la cerveza:

"... es calmante, suave, fortalece las encías y el corazón, apaga la sed, facilita la evacuación de orina en caso de necesidad, y no tiene efectos nocivos sobre la digestión,...", aunque los romanos la consideraban como una bebida de bárbaros.

Pero el origen de la cerveza se pierde en la noche de los tiempos. La cerveza era una bebida muy antigua elaborada ya en la antigua civilización Sumeria y en Mesopotamia hace más de 6.000 años a C. En Mesopotamia se lavaban las heridas con las bondades de la cerveza para prevenir la infección. Uno de los decretos en la antigua Mesopotamia en tiempos de Hammurabi [1810 a. C.-1750 a. C.] dispuso las normas sobre la fabricación de la cerveza y del vino, precio del producto, concentración adecuada y sanciones para aquellos que la adulteraran.

Posteriormente pasó a ser elaborada por los egipcios [cuya elaboración tenía carácter religioso] que recogieron sabiamente los métodos de estas civilizaciones ancestrales sentando las bases para la elaborar la futura cerveza [a gran escala] considerada como alimento por su poder calórico y alimenticio.

Los antiguos egipcios atribuían la invención de la cerveza a Osiris, dios de la muerte y de la agricultura que enseñó a la Humanidad la elaboración de la cerveza “cervicia o cerevisiae en latín en referencia a Ceres, diosa de la agricultura”. En la tumba de la reina Ty en Saqqara, esposa de Amenhotep III [1390 a 1353 a. C.] de la XVIII Dinastía, se encuentra la fórmula de la elaboración de la cerveza. En algunas tumbas llegaron a incluirse pequeñas fábricas de pan y cerveza para poder abastecer a los difuntos en el más allá.

Los antiguos egipcios atribuían a la cerveza orígenes divinos. Sejmet, diosa guerrera, con cuerpo de mujer y cabeza de leona, fue enviada por su padre, el poderoso Ra -dios del cielo, del Sol y del origen de la vida-, para castigar a la humanidad por dejar de adorarlo. Pero el escarmiento impartido por Sejmet fue tan duro que el propio Ra, para calmarla, le dio a beber cerveza roja (habitualmente se elaboraba la bebida con trigo rojo, espelta), diciéndole que se trataba de la sangre de todos los hombres. Embriagada por el trago, Sejmet paladeó la felicidad y acabó transformándose en Hathor, diosa egipcia del amor, la alegría, la danza y la música.

En 1990 un arqueólogo de Cambridge llamado Barry Kemp descubrió una receta de 3.250 años de antigüedad. En el Templo del Sol de la reina Nefertiti en Egipto encontró diez cámaras de elaboración cervecera con vasijas con restos sedimentados. Un laboratorio distinguió los elementos y con la ayuda del cervecero escocés Jim Merrington recrearon la receta original gracias a la Scottish Newcastle Brewery. El nombre de la cerveza lleva el nombre del hijastro del Faraón Akenatón con la reina Nefertiti [Tutankamón, a unos 80 euros la unidad, certificada y enumerada].

En el Museo Nacional del Cairo se encuentra escrita en jeroglífico, una tablilla que indica cómo hay que proceder:

“Hay que dejar macerar e inflar los granos de cebada durante un día en agua clara. Después, hay que humedecerlos con agua y escurrirlos en un recipiente o bandeja con agujeros en su base. Después se seca y se infla al sol”.

La distribución y fabricación de esta bebida en el antiguo Egipto se daba en unos establecimientos denominados “casa de la cerveza” (equivalente a las actuales bodegas). El oficio de maestro cervecero era muy importante y respetado en el Antiguo Egipto con abundantes privilegios como el derecho a poseer una tumba en la necrópolis de Tebas.

Durante el reinado de Ramsés III, en el siglo XII a.C., tuvo lugar la primera huelga documentada de la historia: los constructores de su tumba decidieron cruzarse de brazos ante el retraso de su paga ya que parte de su salario era en forma de cerveza sólida como alimento [que los saciaba de hambre y de sed], producto indispensable en la dieta del antiguo Egipto que mantenía a las personas fuertes, saludables e increíblemente productivas.

El pan y la cerveza eran considerados como los nuevos ojos de “Horus”. La cerveza como base de la dieta llegaría a ser uno de los tres pilares de la alimentación egipcia, junto con el pan y la cebolla. La cerveza también era utilizada en el ritual mortuorio del Antiguo Egipto.


Nuestra ruta

Si la palmera datilera es considerada un árbol sagrado para la cultura árabe, el olivo lo es para la cultura judía mientras que el ciprés, lo es para la cristiana.

27 SEPTIEMBRE - MADRID/ EL CAIRO / LUXOR

Salida en vuelo de Egyptair hacia El Cairo. Llegada, trámites de visado y salida en otro vuelo con destino a Luxor. Llegada y traslado al barco. Cena fría y noche a bordo.

Salimos del Aeropuerto Adolfo Suárez-Barajas en la capital de España sobre las 15,30 horas aproximadamente para llegar a El Cairo cinco horas más tarde. Desde la capital egipcia, como crisol de culturas, tomamos un nuevo avión que nos acercaba a Luxor tras una hora y diez minutos de vuelo. Ahí comienza muestra singladura por tierras del Antiguo Egipto, donde tras un merecido descanso, iniciamos nuestra ruta por el río Nilo que nos acercaba al Alto Egipto.

28 SEPTIEMBRE - LUXOR / ESNA / EDFÚ

Hoy se cruzará El Nilo para visitar la Necrópolis de Tebas: Valle de los Reyes, templo funerario de Ramses III. Conocido por Madinat Habu y los Colosos de Memnon [dos gigantescas estatuas de piedra que representan al faraón Amenhotep III, de la Dinastía XVIII de Egipto]. Visita a los Templos de Karnak y Luxor. A la hora prevista salida hacia Esna. Cruzamos la esclusa de Esna y continuamos navegando hacia Edfú [frente a Tebas]. Noche a bordo.

29 SEPTIEMBRE - EDFÚ / KOM OMBO

Visita del Templo de Edfú dedicado al Dios Horus. Navegación hacia Kom Ombo donde se encuentra el templo construido durante la Dinastía Ptolemáica, entre los años 180 a. C. y 47 a. C. a los dioses Sobek y Haroeris [Sobek con cabeza de cocodrilo y Haroeris con cabeza de halcón]. Navegación hasta Aswan. Noche a bordo.

30 SEPTIEMBRE – ASWAN

Dicen muchos estudiosos de la egiptología que si se busca un lugar donde se respira el Antiguo Egipto, ese lugar por su magia es Assuan.

Antes del amanecer, salida en excursión por carretera hacia los templos de Abu Simbel por carretera. Después de la visita, regreso a la motonave. Durante este día también tienen incluida la visita al Templo de Philae y un paseo en falucas (típicos veleros egipcios) para admirar desde el Nilo una panorámica del Mausoleo del Agha Khan, de la Isla Elefantina y del Jardin Botánico. Noche a bordo en Aswan.

Visita al templo excavado en la roca de Abu Simbel [en la antigua Nubia, al sur de Egipto] que mandara construir Ramsés II como culto propio en honor a la presunta batalla de Qadesh contra los hititas [1274 a.C.] como aviso para los nubios. Impresionan los cuatro colosales sedentos de Ramsés II con 21 metros de altura, desplazado a unos 210 metros más allá del Nilo y 65 metros más elevado

Por la tarde, mientras el almuecín convocaba a sus fieles a la oración, realizamos un grato paseo en camello por la orilla del Nilo [que representa la vida] en Nubia donde en una aldea, observamos ante nuestra desconcertada mirada que es normal la cría de cocodrilos en las casas [como si fueran mascotas] hasta que se hacen grandes y son depositados en el Nilo, que forma parte presuntamente, de la identidad de los nubios. Quienes lo habitan [el cocodrilo], son considerados como ángeles, según su tradición ancestral, cuya civilización alcanza la friolera cifra de siete milenios de existencia].

Los hombres capturan los cocodrilos cuando son crías o sus huevos, quitándolos de su hábitat natural. Los cocodrilos son una fuente de ingreso para los nubios que contribuyen a sanear un poco la maltrecha economía de los pueblos. Algunos turistas toman fotografías e incluso se hacen selfies.

¡Como dijo un paisano nuestro: ¡Hay gente pa tó!

01 OCTUBRE - ASWAN / EL CAIRO

Cogimos nuestro vuelo Egyptair de vuelta hacia El Cairo, donde nos esperaban sus caóticas calles, llenas de vendedores ambulantes. Por la tarde visitamos “El café de los espejos” [Al Fishawy] en pleno zoco [záwq], el más antiguo de la capital egipcia, muy frecuentado durante décadas por escritores e intelectuales. Cabe señalar en este aspecto, que Naghib Mahfuz, el único premio nobel de literatura en lengua árabe [1988] frecuentaba este icónico lugar donde escribiría muchas de sus novelas.

Se pueden observar clientes en la terraza fumando sisha o cachimba. Existe un dicho en El Cairo que dice “No tomar café o té con menta en Al Fishawy es no conocer El Cairo”. Una visita muy recomendable en un entorno único aunque los vendedores ambulantes sean muy pesados.

02 OCTUBRE - EL CAIRO

Nos esperaban las Pirámides de Gizeh [Keops, Kefrén y Micerino] con la Esfinge como grandes iconos de una gran civilización, que se desarrolló a orillas del Nilo como río sagrado, el templo del valle de Kefrén y un centro de papiro..

Filón de Bizancio [siglo III a.C.] y posteriormente Antípater de Sidón, que vivió a comienzos del siglo II a.C. fueron quienes dejaran fijado para la historia el número de siete cosas dignas de ser admiradas:

El templo de Zeus en Olimpia, el Artemisón de Efeso, El Mausoleo de Halicarnaso, el Coloso de Rodas, el Faro de Alejandría, las Pirámides de Egipto y los jardines colgantes de Babilonia.

Salvo las Pirámides de Egipto, todas las demás maravillas de la Antigüedad se encuentran desaparecidas. El número siete no es casualidad. Parece ser que era considerado por los babilónicos como una cifra mágica, maravillosa a escala decimal, sólo divisible por sí misma y por la unidad.

03 OCTUBRE - EL CAIRO

Visita al Museo Arqueológico, Mezquita, Ciudadela y Barrio Copto de El Cairo. Sobre la antigua ciudadela amurallada que fuera fundada por el gran Saladino [Ṣalāḥ ad-Dīn ] en 1176 se encuentra la Mezquita de Alabastro o de Alí Pasha, inspirada en la Mezquita Azul de Estambul. Una joya de alabastro construida bajo el Imperio Otomano. La mayoría de sus callejuelas confluyen en la Mezquita. Un oasis alejado del caos de la capital egipcia.

04-05 y 06 OCTUBRE-CAIRO-HURGADA

Tras el desayuno y traslado al aeropuerto, sobre las 11,00 horas cogemos un vuelo local que nos acerca al centro turístico de Hurghada, capital de la gobernación en la zona del Mar Rojo [al-Bahr al-Ahmar] con 248.000 habitantes. Se extiende cerca de 40 km a lo largo de la costa. Es un destino popular para practicar buceo por sus aguas transparentes con bellos fondos marinos, donde es muy frecuente la presencia de los delfines.

Hurghada, se encuentra dividida en tres partes:

La más antigua denominada Downtown (Al Dahar) donde se encuentan las cafeterías y el gran zoco o mercado tradicional. El distrito de Sekalla es el centro de la medina y la parte más moderna El Memsha o camino de la aldea. Unos días para desconectarse en la playa.

Realizamos también alguna excursión en el desierto de Hurghada en un 4x4 visitando algún que otro pueblo beduino disfrutando de una velada tradicional árabe. El último día tratamos de desconectarnos en sus playa paradisiacas, para recuperar fuerzas para el viaje de vuelta.

07 OCTUBRE – HURGADA-EL CAIRO-MADRID

Tras el desayuno, nos trasladamos al aeropuerto de Hurghada para coger el vuelo de regreso a El Cairo, donde llegamos a las 6,45 a.m. A las 9,00 a.m. ponemos rumbo a Madrid donde llegamos sobre las 2 p.m. Desde la capital de España tomamos el AVE que nos acercaba a la Estación de Santa Justa en la capital hispalense para llegar una hora más tarde a nuestro lugar de origen, ubicado en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco.

…¡Y descansar después de nuestro feliz viaje al Antiguo Egipto [la tierra de los Faraones]!


Un rincón del Antiguo Egipto se encuentra en Madrid: “El Templo de Debod”

Fue donado por Nasser a España por la contribución española en la salvación de los templos nubios a causa de la construcción de la Presa de Asuán. Edificado en época Meroitica, (S.II a.de C).

El templo de Debod se encontraba situado en la pequeña localidad homónima junto a las orillas del Nilo, próximo a la primera catarata, en la Baja Nubia. Un poco más al norte, en la isla de Filé, se encontraba el gran santuario de la diosa Isis.

 

Desde el Antiguo Egipto [a orillas del Nilo], para el blog de mis culpas, ubicado en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco...


Fuentes

Atlas Culturales del Mundo: Egipto

Cuadernos Historia 16 [228]: Las siete maravillas del Mundo Antiguo


Enlace interesante

Entre Atenas y Estambul


viernes, 13 de agosto de 2021

El Bushido [Código Samurai]

Dedicado a los guerrer@s de Bujinkán y Shotoyama
en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco

…Echando un poco la mirada atrás, recuerdo el Pabellón de Japón [durante la Expo 92 de Sevilla] construido en madera tradicional del país nipón, con su puente arqueado [Taiko bashi] que nos introducía en el túnel del tiempo [entre paredes exteriores, columnas y vigas realizadas en madera laminada], con aquéllas armaduras de samuráis que proyectaba de alguna manera el bushido.

Aquella legendaria película de “Los Siete Samuráis” de Akira Kurosawa, “Shogun” con Richard Chamberlain o “El último samurái” con Tom Cruise, Ken Watanabe e Hirouki Sanada entre un magnífico reparto, que nos retrotrae de alguna manera a la cultura del bushido, donde el respeto por las tradiciones ancestrales ha brillado con luz propia. ‎

Tampoco me puedo olvidar de nuestra grata visita a la Escuela Bujinkan, en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco, donde su shihán José Antonio, junto con los Shidoshis Helena Isabel y José, nos acompañaron en una inolvidable jornada. 

Pasado un tiempo, atravesamos el río Guadalquivir con mi amigo Manolo para visitar Coria del Río donde se encuentra ubicado el monumento a Hasekura Tsunenaga (1571-1622), embajador del señor del feudo de Bojú [Date Masemure]. Todo ello, complementado con un artículo de la antigua revista Historia sobre el Bushido Código Samurái que adquirí en Librería Raimundo de Cádiz, que junto con los libros “El Código del Samurai: Bushido” de Inazo Nitobe y “Hagakure [a la sombra de las hojas] El camino del samurái” de Yamamoto Tsunetomo, me han facilitado los mimbres necesarios para realizar éste respetuoso artículo, que comparto con los amigos del blog de mis culpas.

La historia de Hasekura parte del año 1613, cuando zarpó del puerto japonés de Sendai en un galeón con destino a España. En su expedición iba acompañado del monje franciscano español Luis Sotelo y de un nutrido séquito de samuráis y comerciantes nipones; su objetivo era establecer relaciones políticas y comerciales con la corona española y solicitar su apoyo para, entre otras cosas, acrecentar el cristianismo en su país.


Fotograma de la película "Los Siete Samuráis" de Akira Kurosawa


El 5 de octubre 1614 llegaba esta embajada nipona a las costas de Sanlúcar de Barrameda, pero para entonces ya habían cambiado mucho las cosas en su Cipango natal: la religión cristiana fue prohibida y proscrita en Japón justamente en el tiempo en el que ocurría su viaje; además, por las contradictorias noticias que llegaban a la Corte española desde Filipinas sobre la situación interna del Japón y sobre la problemática del cristianismo en ese país hicieron que fuese desestimada la ayuda material que se solicitaba.

Tras muchas vicisitudes la comitiva japonesa emprendió viaje de regreso a su país. Sin embargo un grupo de nipones samuráis decidió no atravesar nuevamente los grandes océanos y establecerse definitivamente en España, y en concreto en Coria del Río. Fruto de aquella expedición es hoy el legado genealógico y cultural excepcional que queda en la localidad, reflejado entre otras cosas en la existencia y profusión del apellido "Japón" entre muchos de sus vecinos.

A pesar de la importancia de aquella expedición para su propia historia nacional, los japoneses no tuvieron constancia de ello hasta el año 1989, cuando con motivo de la conmemoración del nacimiento de Sendai [capital de la prefectura de Miyagi] como ciudad se iniciaron nuevas investigaciones sobre sus orígenes apareciendo unos escritos donde se mencionaba al fiel samurai Hasekura Tsunenaga y su gran labor dirigiendo la expedición "Keicho". A partir de ahí la ciudad de Sendai y Coria del Río formalizaron su hermanamiento en 1991, sellándolo con la instalación de esta estatua del samurai Tsunenaga en el parque Carlos de Mesa, en la margen derecha del río Guadalquivir.




Etimológicamente Bu-shi-do significa militar-caballero-caminos [samuráis]. El bushido era el código de honor no escrito de principios morales transmitido a lo largo de cientos de generaciones y que los legendarios samuráis no sólo debían aprender, sino sobre todo, llevar a la práctica en su vida pública como privada.

Lo que fue Japón en su antigüedad se lo debió a los samuráis como flor y raíz de la nación. La flor del cerezo [sakura] es el símbolo de Japón que representa lo efímero de la vida. Por ello, es el símbolo de los samuráis que representan un referente de honor, moralidad y respetabilidad, que mostraban con su ejemplo.

Historiográficamente el bushido se identifica con el feudalismo en la época de mayor auge y esplendor de éste, cuya aparición histórica y oficial coincide con la subida al trono imperial de Minamoto-no-Yoritomo, fundador del Shogunato o dinastía Kamakura a finales del siglo XII aunque los gérmenes del propio bushido habían nacido mucho tiempo antes.

Durante la turbulenta Edad Media japonesa el control efectivo del poder se lo disputaban dos familias militares rivales: Minamoto y Tiara hasta que Minamoto aniquiló a sus rivales en 1185 en la batalla épica samurái de Dannoura, en el mar Interior de Japón, lo que supuso el eclipse del poder imperial como fuente efectiva de la política nacional y comienzo de siete siglos de gobierno feudal ejercido por varios shogunes o gobernadores militares.

El shogunato estimulaba el cultivo de la austeridad y de las artes marciales, imprescindibles para imponerse a los clanes militares rivales de las provincias más alejadas. El periodo Kamura (1192-1333) como se conoce la era del shogunato de Minamoto [por el nombre donde se estableció Yorimoto] llegaría a ser la época dorada del bushido, de la caballería japonesa y de los samuráis que eran asalariados de los daimios. Los shogun, pese a ser tremendamente arbitrarios, contribuyeron a dar a Japón un sentido homogéneo de pertenecer a una gran nación.



Foto: Santiago Brignone. Museo Nacional de Tokyo


Fue en esta época [entre 1274 y 1281] cuando aparecieron nubarrones oscuros en el antiguo Japón. En 1268 Kublai Khan, nieto del conquistador Genghis, exigió la sumisión de Japón. Los mongoles habían conquistado un gran imperio que se extendía desde Corea hasta el Adriático. En noviembre de 1274, 25.000 guerreros mongoles desembarcaron en la costa norte de Kyushu. Los defensores japoneses no se dejaron intimidar y los neutralizaron en un sólo día de lucha. Los mongoles gobernaban gracias al terror y no podían permitir que existiera un Japón independiente y desafiante. 

Las autoridades japonesas decapitaron a los emisarios de los mongoles y como represalia comenzó la segunda invasión de los mongoles a comienzos de junio de 1281. Dos flotas transportaban 150.000 hombres que arribaron a las costas occidentales de Japón. La lucha se prolongaría durante cincuenta días, hasta que un tifón azotó Kyushu destruyendo las naves de los mongoles, desmoralizándose éstos al ser las naves su único medio de retirada. A este desastre lo llamarían los japoneses “viento divino” o kamikaze, demostrando que los dioses seguían protegiendo al Japón contra los invasores.

Tras una efímera restauración del gobierno imperial (1333-1338), se impuso el gobierno militar establecido por la familia Ashikaga en Muromachi (Kioto) Fue durante este periodo (1338-1573) cuando se desarrolló un estilo de vida en el que las austeras prácticas del bushido encontraron expresión en actividades religiosas y estéticas que dejaron huella indeleble en las artes japonesas.

En el Japón medieval, como en la Europa de la época, la clase social de los bushis o samuráis llegó a adquirir una posición preeminente equivalente a los milites medii de la Europa del Medievo.

El trípode que soportaba la armadura del Bushido fue denominado chi [sabiduría], jin [bondad] y yu [valor]. Un samurái era esencialmente un hombre de acción. La teología quedaba fuera de su ámbito. Las materias que estudiaba el samurái eran: manejo de la katana y del arco, jiu-jitsu como la habilidad para aplicar las técnicas de defensa y ataque en la anatomía del cuerpo que dejara sin resistencia al adversario, equitación, manejo de lanza, táctica, caligrafía, ética, literatura e historia. El maestro junto al señor  eran considerados en alta estima [como el sol y la luna] mientras que el padre y la madre eran considerados como el cielo y la tierra. Un samurái no debe jamás reflejar en su semblante sus emociones.




Los samuráis eran una casta privilegiada de grandes guerreros y acreedora de grandes honores. Pero los privilegios que gozaban irían acompañados de graves responsabilidades y obligaciones. Tenían un código moral que establecía y castigaba las faltas contra el espíritu de caballería. Su código de honor “el bushido” exigía juego limpio en la guerra. Si el perfecto caballero cristiano contaba como principios “religión, guerra y gloria” como potencias espirituales, el samurái contaba además con otras fuentes:

1. Budismo aportó al bushido una total sumisión a lo inevitable, una actitud estoica ante el peligro o adversidad, un profundo desprecio por la vida y una íntima familiaridad con la muerte y el Más Allá. Cuando un maestro observaba que su mejor discípulo dominaba el arte de las armas por completo le aconsejaba las enseñanzas del zen para crecer también a través del pensamiento.

2. Sintoísmo ofrecía la lealtad al soberano, el amor y la piedad filial como pilares esenciales de la ética samurái, venerar a sus antepasados y moderar el carácter arrogante de los samuráis. La teología del sintoísmo no admitía el dogma del pecado original, al creer en la bondad innata y en la pureza casi divina del alma humana siendo necesario tener el corazón tranquilo y limpio semejante al nirvana indio. Los antiguos japoneses concedían una gran importancia a la conciencia nacional del individuo y un culto amoroso a la naturaleza, lo que convirtió al emperador en mucho más que un soberano, era el representante del Cielo en la Tierra, reuniendo en su persona el poder y la misericordia. Esta religión despertaba en los japoneses el amor a la patria y lealtad al emperador.

El sintoísmo es la típica religión nacional que ha asimilado diferentes tradiciones religiosas sin tener ningún credo. Lo esencial del sintoísmo son las ceremonias y los ritos que mantienen el contacto con las divinidades. Los dioses “kami” se manifiestan en los árboles, montañas, ríos, animales o humanos. El término “kami” suele traducirse como “espíritu”. El sintoísmo ha desempeñado un papel principal desde los tiempos de la sociedad agrícola.

Según la mitología japonesa, en tiempos primitivos estaba la pareja divina Izanagi (él) e Izanami (ella), que bajo del cielo y parió primero las islas japonesas y luego el resto del mundo y por fin una serie de kamis, que fueron los padres de los primeros seres humanos. Pero la sociedad humana necesitaba orden y dirección, y entonces Amaterasu fue enviado a la Tierra. Uno de sus descendientes se convirtió en el primer emperador de Japón [Jinmu Tennō [literalmente “guerrero divino”], que desciende de la mismísima diosa del sol.

Poco a poco los japoneses pasaron del culto de los kamis de los difuntos a recibir culto al propio emperador, que ya era un kami en vida. A partir del siglo XIX, Japón se veía amenazado por la expansión occidental y el emperador había sido ensombrecido por los líderes militares “shogun”, que eran los que detentaban el poder real.

En 1867, el emperador Meiji Tensó (1852-1912) se hizo con el control del país y llevó a cabo una renovación política y religiosa convirtiendo el sintoísmo en la religión estatal del imperio que durará desde 1868 a 1946 siendo depurados y destruidos los elementos budistas. La imagen del emperador se colocó en todos los edificios públicos, escuelas y fábricas y el pueblo estaba obligado a inclinarse respetuosamente ante ella.

En la Segunda Guerra Mundial, el fuerte nacionalismo se fusionó con el sintoísmo constituyendo la base ideológica de los pilotos suicidas japoneses [los kamikazes, que significa “espíritu del viento”]. Cada kamikaze “espíritu del viento” que moría en acto de guerra era inmediatamente nombrado kami, celebrándose ceremonias en su honor junto a los templos sintoístas.

Después de la derrota de Japón en agoto de 1945, el emperador renunció a su divinidad siendo abolido el sintoísmo como religión estatal aunque no como religión popular que se mantuvo en las casas y templos como morada de los kami.

3. Confucionismo. Enseñanzas del filósofo chino Confucio (551-479 a.C.) enunciando 5 relaciones morales entre amo y servidor, padre e hijo, marido y mujer, hermano mayor y hermano menor, amigos y prójimos adaptados a la mentalidad de los samuráis que formaban la clase dirigente.

4. Mencionismo [Mencio, discípulo de Confucio (371-289 a.C.)]. El bushido no buscaba el puro conocimiento como fin en sí mismo, sino sólo como un medio para alcanzar la sabiduría. Era necesario distinguir entre el bien y el mal trazando una línea de lo que debiera ser una conducta recta y firme de la existencia humana.



Fotograma: "El último samurái"


Preceptos morales del bushido

Rectitud [shojiki]

Era el más elevado al tener la facultad de decidir cierta línea de conducta de acuerdo con la razón sin titubear: “morir cuando es justo morir; matar cuando se debe matar”. Mencio describió la benevolencia como “espíritu del hombre” y “rectitud” como su camino recto y estrecho por el que el hombre debe seguir para recuperar el Paraíso Perdido. Este pensamiento está en línea con una parábola enunciada 300 años después por Jesucristo que consideraba el Camino, la Verdad y la Vida.

El término japonés gichi “hombre de rectitud” era considerado superior a cualquier otro. Por ello los legendarios "Cuarenta y Siete Leales" samuráis fueron conocidos como los 47 gishis. La lealtad era considerada una joya a la que se tenía la mayor estima.

Del concepto sichi derivo giri (recta razón), que con el tiempo llegó a significar el sentido del deber con respecto a los padres, superiores, inferiores y la sociedad en general. Lo que la recta razón exigía a los samuráis era el cumplimiento del deber. 

Valor [yu]

Hermano gemelo de la rectitud acompañando al servicio de la justicia. La muerte de un samurái por causa injusta o sin causa alguna era denominada “muerte de perro”. El verdadero valor consiste en “vivir cuando es justo vivir y morir cuando es justo morir”. Las narraciones de hazañas gloriosas de samuráis eran repetidas continuamente, incluso delante de los más pequeños. Cuando un samurái tenía el estómago vacío, era una vergüenza mostrar hambre.

Los hijos de los samuráis eran sometidos a las más duras pruebas para fortalecer su cuerpo y alma  como la privación de alimentos, exposición al frío, levantarse antes de salir el sol, asistir a la escuela sin desayunar con los pies descalzos en el crudo invierno, pasar toda la noche sin dormir leyendo en voz alta por turnos, enviarlos al cementerio para familiarizarse con los espíritus, asistir a las ejecuciones públicas, etcétera. Era el origen de las virtudes morales y marciales del bushido.

Un perfecto samurái debería estar siempre sereno, jamás era cogido por sorpresa, frío y seguro en el combate y perfecto dominio sobre sí mismo.

Benevolencia [jin]

Estaba considerada como una de las virtudes supremas, uno de los más relevantes atributos del alma humana y esencial en la vida de los samuráis. Confucio como Mencio repetían que el supremo requisito de un gobernante consiste en ser benevolente con sus súbditos. Lo que en Europa consiguió el cristianismo para despertar la compasión y el amor en medio de los horrores de la guerra lo logró en Japón el Bushido.

Cortesía [raiji]

Sumo respeto a los sentimientos de los demás siendo el "sine qua non" del trato social. Se instruía a los jóvenes samuráis en una educada y correcta conducta social: como debían inclinarse al encontrarse con iguales o superiores, como debían andar o sentarse, etc. Eran cosas que se aprendían con la mayor atención. La etiqueta en la mesa fue elevada a la categoría de ciencia. Por ejemplo, el modo de preparar, servir y beber té se convirtió en una verdadera ceremonia ritual de 32 movimientos fijos. Un samurái educado estaba obligado a ello.

Veracidad [seijitsu]

La promesa o palabra de un samurái era garantía suficiente de veracidad y tenía tal peso que no hacía falta documento alguno, lo que se habría considerado muy humillante para su dignidad y honor. Incluso para dar más importancia a su palabra de samurái, acostumbraban a sellarla con su propia sangre. Entre los samuráis mentir era considerado como algo deshonroso e impropio de un noble guerrero. Los samuráis consideraban un juramento como la derogación de su honor.

Honor [maiyo]

La reputación era parte integral del ego del guerrero. Cualquier infracción a su integridad personal era tenida en cuenta como una vergüenza insufrible. El honor era el más importante indicador de la conciencia moral del pueblo japonés. El miedo al deshonor era tan grande en el Japón tradicional, que se encontraba suspendido como una espada de Damocles sobre las cabezas de los samuráis. Ante el más leve insulto, el samurái echaba mano de su espada. El honor era apreciado como sumo bien de la existencia terrenal y junto con la fama y gloria constituían la meta a la que aspiraban todos los jóvenes samuráis.

Lealtad [chugui]

Adquiere una enorme importancia en el código de honor caballeresco. Si en China la ética de Confuccio iba encaminada hacia la obediencia a los padres como el primero de los derechos humanos, en Japón medieval se daba prioridad a la lealtad.

Era la piedra angular del edificio formado por todas las virtudes morales del bushido. La lealtad a los superiores casi como entrega religiosa era un distintivo del pueblo japonés en función del bushido. Al trasladar el bushido a la familia, era normal que cualquier miembro de la familia debería morir por el bien de la familia si fuera necesario. Si se trasladaba el bushido al Estado, como ente superior al individuo, éste debía de morir si fuera preciso, por el Estado o cualquier señor que encarnase su legítima autoridad. Para los japoneses el Estado y sus leyes se encarnan en la persona del emperador o el señor feudal y su lealtad a ellos crecía de generación en generación de samuráis para extenderse más tarde a toda la población nipona.

Por el contrario, cuando un samurái no estaba de acuerdo moralmente con su superior disponía de dos caminos:

1. Utilizar todos los medios de que dispusiera para convencerle respetuosamente de que estaba en un error.

2. Demostrarle la verdad de su punto de vista con el sacrificio de su propia vida mediante el harakiri o seppuku para salvar su honor y el de su familia bajo los antiguos dictados del bushido. El kimono ceremonial era de color blanco. Utilizaba el "wakizashi" o katana corta. El samurái antes de su despedida de la vida terrenal iba siempre acompañado de un amigo o sirviente de confianza [kaishakunin] quien de un certero golpe lo decapitaba en el acto.

Los descendientes inocentes de un samurái desgraciado cargarían con su desgracia por el simple hecho de heredar su sangre y el nombre de sus antepasados quedaría manchado, así como todos los miembros de su familia. Una torpeza de un kaishakunin en la ejecución era una mancha de por vida.

Si un samurái no conseguía dominar su mente y su cuerpo no conseguiría derrotar a su enemigo. El samurái debería entregarse en cuerpo y alma a su señor con inteligencia y coraje, pero siempre comprendiendo las honduras del terreno que pisa.

“La Senda del samurái se halla en la desesperación. Ni diez o más hombres podrán matar a alguien con desesperación” según el Señor Naoshige.

Los votos de un samurái:

Nunca dejarse superar por la Senda del samurái

Ser útil a su señor

Procesar amor filial hacia sus padres y antepasados




Breve historia de los 47 ronin [samuráis sin señor] que impregna la retina colectiva de Japón

Cuenta la páginas de la historia que en el año 1701 un daimyo [señor feudal japonés] llamado Asano Naganori hirió a otro llamado Kira Yoshihisa en el castillo de Edo en presencia del Shogun Tokugawa Tsunayoshi, lo que iba contra la ley al ser un delito muy serio que en su rango se castigaba bajo seppuku [muerte con honor].

Cuarenta y siete ronin [samuráis sin señor] juraron vengar a su maestro Asano algún día. Kira temiendo venganza redobló sus defensas. Después de un año, una madrugada del 30 de enero de 1703, cuarenta y siete ronin con Oisi de jefe mataron a Kira con la misma daga que su maestro Asano se había hecho seppuku. Tras ser decapitado, su cabeza fue llevada como ofrenda hasta la tumba de su antiguo señor Asano. La venganza por la muerte de su maestro era el único tribunal supremo a nivel emocional para un buen samurái aun sabiendo que serían condenados por la ley común.

Los 47 ronin fueron condenados a realizarse seppuku recuperando así su honor como samuráis pasando a la historia como un perfecto ejemplo de honor y de dignidad. Todavía hoy siguen siendo visitados por muchos japoneses en el templo de Sengakuji de Tokio donde se encuentran enterrados junto a su señor. Actualmente, muchos japoneses que lo visitan le rinden respeto entre incienso y plegarías demostrando así que su memoria sigue intacta en la retina colectiva.


El Suicidio [Seppuku o Harakiri]

Aunque la palabra de un samurái llegara a ser más dura que el metal, según Mooroka Hikoemon, los samuráis demostraban tener una enorme sangre fría al tener una alta estima al Seppuku como ritual para dejar su honor impoluto. Para un buen samurái sus preceptos morales estaban basados en el bushido. Una de las cosas más trascendentes era vengar cualquier injuria realizada a un maestro [verter la sangre homicida]. El alma del samurái era su katana con el wakizashi [siempre a su alcance], lo que le inspiraba un sentimiento de respeto y de responsabilidad. Cualquier insulto equivalía a una afrenta personal.

El forjador de katanas era un verdadero artista en la disciplina que templaba el acero como si de un acto religioso se tratara. Eran frecuentes los abusos que llegaban muchas veces a probar el acero comprado sobre el cuello de una persona inocente. Las katanas se distinguen por su filo hacia arriba, que permite al usuario desenvainar y golpear en un solo movimiento.

El alma del antiguo Japón sigue floreciendo en el mundo moderno, sobre todo en los miles de practicantes de artes marciales existentes a lo largo del mundo. El Bushido entre efluvios y reminiscencias del pasado forma parte de ese patrimonio inmaterial que la retina colectiva del pueblo nipón ha legado a las nuevas generaciones.

Si la flor del cerezo junto con el antiguo samurái como símbolo de Japón comenzaban a marchitarse con el devenir de los tiempos, los preceptos morales del bushido permanecen como la verdadera raíz del pueblo japonés.

El 14 de junio de 2012 el príncipe heredero de Japón Naruito plantó un cerezo para perpetuar los lazos de unión entre el pueblo de Japón y Coria del Río.
Arigato


Desde el monumento al samurái Hasekura Tsunenaga en Coria del Río [Sevilla], para el blog de mis culpas...




P.D. El grito samurái de Banzai “diez mil o larga vida” proviene en su origen de la antigua China llegando a Japón en el siglo VIII. Es un grito de exaltación y honor que muestra lealtad hacia un líder [emperador o daymío al que se sirve]. Un grito suicida que eleva el ánimo del samurái declarando su determinación hasta llegar a las últimas consecuencias “morir con honor”. Un grito que trasciende en el tiempo y forma parte de la inmortalidad del legado samurái “código bushido” y que fue tomado por los kamikazes [viento divino] japoneses. antes de alcanzar su objetivo durante la Segunda Guerra Mundial.

El grito Banzai era un grito de desesperación que paralizaba de miedo a los enemigos que lo escuchaban. En el Código Bushido era necesario morir con honor, como lo demuestra el grito banzai o el seppuku “morir con honor". 

Algo similar [aunque en otro contexto] al concepto occidental: "Prefiero morir de pie que vivir de rodillas".


Bibliografía

El camino del samurái Yamamoto Tsunetomo

El código del samurái



Enlaces interesantes