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domingo, 27 de enero de 2013

Diego de Morón. "La esencia de una guitarra"


Foto: Takeshi Mine







El pasado sábado 26 de enero de 2013 tuvo lugar en el Teatro Oriente de Morón el Recital de Guitarra de Diego Torres Amaya “Diego de Morón” acompañado por el cantaor Pepe Taranto y la guitarra de Manolo Coronado.

El brillante acto fue presentado por José María Asencio “Perrequeque” quien dedicó la presentación junto con unas emotivas estrofas al reciente fallecimiento del ilustre paisano de Morón Juán Antonio Carrillo Salcedo en su dilatada y fructífera trayectoria en la Defensa de los Derechos Humanos, destacando el presentador que Diego vuelve a los escenarios de Morón después de siete años de ausencia. 



Pepe Taranto y Manolo Coronado. Foto Gilortiz


En primer lugar, nos deleitó Pepe Taranto con su manantial de voz desgarradora, recia, grave y honda que brotaba de las cuerdas de su garganta. En definitiva, Cante Jondo con mayúsculas, que impregnaba el ambiente bajo una estela de emociones. Nos cantó una solea, unos fandangos, una seguiriya terminando con unos tarantos que estuvieron acompañados por la gran guitarra de Manolo Coronado. 

El nombre artístico de  Pepe Taranto le viene de la desaparecida zapatería de Gregorio en el barrio del Pantano de Morón, donde se reunían hace bastantes lustros un grupo de amigos y aficionados al flamenco. Cuando terminaban la jornada laboral se reunían en la zapatería para escuchar el buen flamenco, siempre acompañado por los antiguos medios litros de vino para aclarar la garganta. Gregorio el zapatero le gustaba escuchar  los tarantos que cantaba Pepe por su perfección. 

Cuenta Pedro Luís Vázquez en su libro "La época dorada del flamenco (1960-1970) que Pepe en la zapatería de Gregorio en el Pantano, se arrancó con un "ay" que nos dejó a todos con la boca abierta y el corazón en un puño. Y después de ese "ay" con el que abrió las puertas del cante, vino la letra:
"Ay, una romana/ en el fondo de la mina/ hay una romana/ para contar el dinero/ que roban a los mineros/ todas las semanas"; con la que reflejó perfectamente la situación que en aquellos momentos sufría en sus propias carnes como jornalero.

Y aún no había acabado de rematar el último taranto, cuando Gregorio ya le estaba esperando con los brazos abiertos y los ojos vidriosos, como se le ponían cuando algo le emocionaba, para abrazarle y decirle:
"-Desde hoy, serás para todos nosotros: Pepe Taranto".

Y así fue, desde entonces, y no sólo para los allí presentes, Pepe no tuvo más nombre que Pepe Taranto.


Foto: Takeshi Mine


Diego de Morón comenzó la primera parte con unas bulerías y una solea, de la cual destacó como la composición más triste del flamenco, posiblemente porque expresa mucho sentimiento, lo que puede llegarnos al tuétano de nuestras emociones. En la segunda parte, nos deleitó  con unas seguiriyas junto a unas rondeñas que arrancaron los innumerables aplausos de un público entendido y ya predispuesto entregado al duende del artista.

Diego tocó magistralmente con una espontaneidad que transmitía la esencia de su arte en el Teatro Oriente. Es evidente que sus composiciones se han convertido en auténticas joyas del flamenco dejando una importante huella en la retina del recuerdo de muchos aficionados y amigos que asistieron al brillante recital y que lo arroparon con su cariño. En definitiva, se produjo una auténtica simbiosis, una fusión entre artistas y público.



Foto: Takeshi Mine


Morón, tierra de los Alkevires, de la Cal y del Flamenco, como culturas arraigadas en lo más profundo del pueblo. Como dice mi amigo Antonio, gran estudioso y embajador del flamenco también podría convertirse por derecho propio en un lugar de encuentro en la interculturalidad del flamenco ya que observé a varios estudiosos de nuestro patrimonio inmaterial, venidos de otras latitudes, como por ejemplo el amigo Takeshi que ha comentado que la primera vez que escuchó el sonido de una soleá se emocionó y se le saltaron las lágrimas y su amigo Aoki que ha traducido libros de Don Porhen del español al japonés, y que de hecho actuarán como fieles embajadores de este patrimonio inmaterial de la Humanidad, que ha sido desde tiempos ancestrales un referente importante en nuestra diversidad cultural y etnológica, quedando como un magnífico legado para las generaciones venideras.



Foto
  Gilortiz
  
Manifiesto mis escasas dotes en el mundo del flamenco pero es evidente que escuchando la guitarra de Diego de Morón, aflora la emoción por los poros de la piel por su indiscutible poder de transmisión en el manejo de las seis cuerdas.

Cualquiera que estuviera presenta en el recital de guitarra, saldría emocionado de tan  magno acontecimiento artístico. ¡Ojalá!, el próximo recital de Diego de Morón no se dilate tanto en el tiempo y podamos disfrutar de su arte durante muchos años.

Desde el Teatro Oriente de MORÓN, tierra de los antiguos Alkevires, de la Cal y del Flamenco, como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, para el Blog de mis culpas…


Enlaces interesantes

Los años dorados del Flamenco en Morón
El efecto Porhen por Estela Zatania
Las confesiones de Diego de Morón

domingo, 5 de junio de 2011

Antonio Ruiz "el Carpintero" y Manolo Coronado I


El pasado miércoles 3 de junio de 2011 tuve la satisfacción de encontrarme en el Bar Retamares de Morón con el cantaor y amigo Antonio Ruiz “el Carpintero” de la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco y cambiamos impresiones sobre su gran afición al flamenco.

Me comenta Antonio que en sus inicios fue un enamorado de la copla escuchando a Concha Piquer, Marifé de Triana…
¡De niño escuchaba a mi madre cantar en los corrales antiguos y después ya mayor empecé a echarle oídos al cante!. Tendría unos trece años.

Conocí personalmente a Diego del Gastor, Enríque Méndez García Plata (el vizco Méndez), Vicente el barbero, Bernabé el grande que entraban mucho en el antiguo bar de la Goleta donde había muy buenas reuniones con mucho arte.

Personalmente, escuché a Diego en la casa de Chimenea, en los Remedios con 17 años. Me invitaba el hijo y amigo de Chimenea, Pepe que estaba en Alemania. Vivía por entonces en la casa de mis padres en la calle Fuensanta, muy cerca de los Remedios. La primera vez que estuve con Diego fue en casa de Chimenea con Josefa Atienza Ríos su mujer, comadre de Diego del Gastor. 



¡A Diego, lo que se dice bien lo conocía muy poca gente!

Iba sobre las 10 de la noche y nos daban las 4 o 5 de la mañana. Andrés Cabrera era un patriarca por naturaleza y con el máximo respeto les escuchaba a ellos pero nunca hablaba sino que me dedicaba a escuchar para aprender.

Diego  decía refiriéndose a mí, ¡este niño no habla! Todavía con 63 años sigo manteniendo la timidez y la prudencia.

Una de las noches acuerdan que Paco “el perfecto” recitara un poema de García Lorca y en esa charla de riqueza cultural le dice Diego a Paco: "Estoy de acuerdo que la luz hay que apagarla”.

¡Trato hecho!, la mujer de Chimenea, Josefa Atienza Ríos estaba haciendo una sopa de tomates ¡Serían sobre las 12 de la noche!

Se apaga la luz y empieza Diego a tocar por soleá con la templanza que tenía ese gran gitano. Diego tenía un vocabulario exquisito y cuando había que brindar, Diego decía esta frase, "Brindemos por la libertad de los pueblos" y Paco “el perfecto” empieza a recitar un poema de Lorca. 

Escuchando el poema se me pusieron los vellos de punta. Diego le decía a Chimenea: 

¡Compadre, la puerta, que hay que tener cuidado con los ondunares (la brigadilla). Pero jamás los ondunares llamaron a la puerta de Chimenea porque el sistema político de antaño respetaba a Diego al máximo. Había sopa de tomates, morcilla, aceitunas y mucho pan. Nunca hubo por razones obvias, ni jamón ni caviar.

En una de las noches, me dijo Diego, ¡de quien es este niño! Y le contestaron: ¡Este niño es hijo del carpintero!, y me dijo Diego: ¡Niño, ponte aquí a mi lado! ¡A ti que es lo que te gusta, por qué toque quieres que empiece! Porque entonces, no existía la prisa. Sería el año 1967-68.

Yo le dije: ¡Diego, ¿Por qué no me toca usted un poco por seguiriyas! ¡Compadre, has visto al niño!¡Eso está hecho, niño!

Cuando escucho a Diego por seguiriyas y esa forma de tocar con esa hondura me quedo perplejo. Diego era la misma persona pero le tenía pánico a los escenarios. Diego mandaba a un hijo de Chimenea por la guitarra a Casa de Paca Amaya Flores y cuando llegaba con la guitarra le decía, ¡padrino, me ha dicho su hermana que ha estado Don Antonio Camacho para que vaya usted a tocar a una fiesta!

Y a Diego se le ocurrió decir: ¡Yo no voy a una fiesta ni aunque venga un piquete de la legión!¡Como así ocurrió!

En la actualidad tengo 63 años y tenía 17 en aquélla reunión. Estuve varias veces allí y esa suerte no estaba al alcance de todo el mundo.


Por entonces, no tenía capacidad de asimilar lo que estaba viviendo, un chaval tan joven viviendo aquéllos sonidos, cantes y comportamientos que hasta mucho tiempo después que lo escuchaba en "Casa Pepe" no pude asimilar tanto arte. Yo repartía sillas para alegrías y tristezas y me paraba siempre en Casa Pepe (la casa de los gitanos, cátedra del puro arte flamenco de Morón, donde todos los artistas de la época venían a Morón buscando a Diego del Gastor). Lo que hoy ya no existe. Aquélla madrugada, recuerdo que los vellos de los brazos los tenía como púas. 

¡Tengo tantas conversaciones!, porque entre ellos se picaban unos a otros pero siempre eran amigos auténticos donde el arte  brotaba como un manantial pero quedaba en un segundo plano. 

Lo más importante era la amistad. Se han perdido muchos valores.

Antonio, ¿Qué ha ocurrido para que el flamenco haya pasado de ser una anécdota en tiempos pretéritos a ser declarado hoy Patrimonio Inmaterial de la Humanidad?

Antes estaba muy mal visto juntarme con gitanos mayores que yo y escuchaba a alguna gente decir: ¡Ya van los gitanos de juerga y los payos que van con ellos, también!. De estar mal visto hace 50 años a ser hoy Patrimonio de la Humanidad ¡A ver como se come!. Porque el flamenco es y ha sido Patrimonio de la Humanidad desde hace muchos años.

¡Una anécdota!

Los amigos de mi padre, Francisco Ruiz (uno de los mejores ebanistas que ha parido este pueblo, hombre muy completo que dibujaba y tallaba, cogía la madera de caoba y nogal y empezaba y terminaba el mueble de grandes estilos hasta encharolarlo), le decían:

¡He visto a tu hijo Antonio con los gitanos. Y mi padre le decía, ¡mi hijo tiene más hechura de artista que de carpintero!.

Antonio, ¡muchas veces he oído hablar de puristas, ortodoxia y heterodoxia del cante!...

Me considero purista del cante pero no estoy cerrado a ninguna música.

No he querido comer de esto y ahora menos porque lo he conocido. Estuve dos veces en la Habana a través del hermanamiento entre Morón y Morón de Cuba durante 10 días cantando a través de mi amigo y gran tocaor flamenco como la copa de un pino y mejor persona Paco "el Leri".

También estuve en Irán cantando. Este viaje vino a través de Almudena de la Maza, entonces casada con el embajador español en la embajada de Teherán. Estuvimos en todos los espectáculos en el Teatro Imperial de Teherán con la mejor acústica que he visto en mi vida.

Y no se que contarte más...

Simplemente, amigo Antonio Ruiz, agradecerte la deferencia que has tenido para contarnos un poco de tus vivencias en este blog de mis culpas. Cantaor dedicado  al flamenco con mayúsculas, una voz desgarrada que produce escalofrío cuando brota de las cuerdas de una garganta: la soleá o una seguiriya acompañada por el toque de una buena guitarra.

Cante jondo que se rezume por los poros de la piel en una frontera imaginaria de los sueños blancos, en la tierra de Villalón, de la Cal y del Flamenco.