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Riña a garrotazos. Goya 1819. Museo del Prado |
No hace mucho tiempo, asistí a una didáctica conferencia sobre la Memoria Histórica y escuché a un vecino de Morón octogenario manifestar con amargura, que a su padre lo fusilaron en Morón durante la Guerra Civil de 1936 siendo trasladado a una fosa común al cementerio de la vecina localidad de la Puebla de Cazalla donde conoce perfectamente su ubicación y se preguntaba emocionado el motivo que le impedía enterrar dignamente a su padre en un Estado de Derecho y hasta ahora las “circunstancias” se lo habían impedido.Tan sólo pretendía enterrar en paz a su ser querido y así cerrar un círculo personal y hasta eso se le negaba.
Es evidente que la Memoria Histórica polariza sentimientos ya que la Guerra Civil española con su posterior represión ha sido uno de los episodios más traumáticos de la historia española, que aún pasados más de 75 años de aquella tragedia entre españoles sigue pesando como una gran loza en la Memoria colectiva de los españoles que se ha proyectado hasta nuestros días.
No se trata de recuperar ningún sentimiento ni de reabrir viejas heridas sino de recuperar la Memoria que dote de dignidad a todas las víctimas inocentes que cayeron en el más absoluto de los olvidos y que padecieron persecución, represalias, exilio ó asesinato con sus paladas de cal viva correspondiente permaneciendo en la retina del recuerdo de los pueblos. Ahora, son los hijos de sus hijos -ya sin miedo- los que se atreven a exigir con la fuerza de la razón una reparación que rescate la Memoria con mayúsculas de la amnesia colectiva que nos inculcaron los centinelas del miedo y así poder cerrar dignamente un capítulo fundamental en la historia reciente de nuestro país para que el proceso de cicatrización de aquéllas heridas mal suturadas sea definitivo.
Sólo así, podrán afrontar con ilusión los sueños del futuro las nuevas generaciones para que nunca más a ningún españolito que venga al mundo ninguna de las dos Españas les hiele el corazón como dijo el gran poeta don Antonio Machado.
Y en ese contexto, el magistrado español con más prestigio, respetado y valorado del mundo, Baltasar Garzón abre una investigación sobre la Memoria Histórica y se declara competente para investigar los crímenes del franquismo e intenta dar respuestas a las víctimas y las ascuas de los tiempos pretéritos -las dos Españas de don Antonio Machado que creíamos olvidadas- empiezan a echar humo en un incendio que creíamos ya extinguido pero nada más lejos de la realidad. Incluso dos historiadores denuncian la dificultad para investigar el franquismo, simbolizado en el proceso Garzón.
El juez Garzón posiblemente sin pretenderlo, se ha convertido en la voz de la Memoria porque ha sido el único juez español que ha intentado esclarecer los crímenes contra la Humanidad durante la Dictadura y posterior represión. Por tal motivo, está siendo cuestionado por una parte de la genética española anclada en tiempos pretéritos con cierta nostalgia del régimen anterior cuya sombra sigue siendo alargada, lo que ha provocado un escándalo sin precedentes al situarnos en el punto de mira de la prensa internacional que se ha quedado perpleja por el juicio a Garzón en un país que ha sido punto de referencia sobre Derechos Humanos bajo el amparo del Derecho Internacional y que se declara competente para juzgar crímenes de lesa Humanidad fuera de nuestras fronteras,- Argentina, Chile, Guatemala- y al mismo tiempo demuestra una gran inmadurez para afrontar asignaturas pendientes dentro de las nuestras, posiblemente porque la ley de amnistía de 1977 silenciaba el pasado para garantizar una Transición hacia la Democracia sin traumatismos impidiendo investigar tales hechos aunque vengan recogidos en la Corte Penal Internacional como delitos permanentes cuyos efectos permanecen en el tiempo.
Es hora de que nuestra Democracia tenga ya altura de miras y madurez suficiente para superar dichas asignaturas pendientes de nuestra reciente historia que evite caer en una miseria moral ya que como decía Rafael Alberti en su “In Memoriam” …La actual Democracia le debe mucho al dolor de esas heridas.
El juez Garzón posiblemente sin pretenderlo, se ha convertido en la voz de la Memoria porque ha sido el único juez español que ha intentado esclarecer los crímenes contra la Humanidad durante la Dictadura y posterior represión. Por tal motivo, está siendo cuestionado por una parte de la genética española anclada en tiempos pretéritos con cierta nostalgia del régimen anterior cuya sombra sigue siendo alargada, lo que ha provocado un escándalo sin precedentes al situarnos en el punto de mira de la prensa internacional que se ha quedado perpleja por el juicio a Garzón en un país que ha sido punto de referencia sobre Derechos Humanos bajo el amparo del Derecho Internacional y que se declara competente para juzgar crímenes de lesa Humanidad fuera de nuestras fronteras,- Argentina, Chile, Guatemala- y al mismo tiempo demuestra una gran inmadurez para afrontar asignaturas pendientes dentro de las nuestras, posiblemente porque la ley de amnistía de 1977 silenciaba el pasado para garantizar una Transición hacia la Democracia sin traumatismos impidiendo investigar tales hechos aunque vengan recogidos en la Corte Penal Internacional como delitos permanentes cuyos efectos permanecen en el tiempo.
Es hora de que nuestra Democracia tenga ya altura de miras y madurez suficiente para superar dichas asignaturas pendientes de nuestra reciente historia que evite caer en una miseria moral ya que como decía Rafael Alberti en su “In Memoriam” …La actual Democracia le debe mucho al dolor de esas heridas.
Ignoro si el juicio al juez Garzón impedirá a otros jueces seguir el camino iniciado por éste pero es obvio que habrá un antes y un después, aunque se pueda pedir amparo al Tribunal Constitucional, al Tribunal de Estrasburgo o la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, lo que volvería a situarnos de nuevo en el punto de mira internacional al carecer de madurez suficiente para afrontar definitivamente las páginas de nuestra historia aunque nos duelan algunos párrafos de ella. Lo contrario sería un insulto a la propia historia, al Estado de Derecho y a la razón.
"En la batalla por la memoria debe vencer siempre la verdad, la justicia y la reconciliación"
Monolito erigido a la Memoria de las víctimas de la Guerra Civil en Alfácar (Granada) |
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