Mostrando entradas con la etiqueta La Sauceda. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta La Sauceda. Mostrar todas las entradas

jueves, 31 de agosto de 2017

La "lengua aljamiada", epílogo del legado morisco.



Durante siglos, el pensamiento y la ciencia en Al-Andalus no solo estuvieron a la cabeza de Europa sino que fueron la vía de transmisión del conocimiento y las ideas más lúcidas de la antigüedad clásica. Merece la pena ahondar en esta fuente, de agua clara y sabia, de nuestra identidad como Pueblo. Además, beber de ella puede ser un buen antídoto para la islamofobia.

Isidoro Moreno (antropólogo).


Breve introducción

Decía Blas Infante que el término "flamenco" proviene de la expresión hispanoárabe "fellah mengu", que significa campesino sin tierra. Es cierto que muchos moriscos ante el peligro de la Diáspora pudieron integrarse en las comunidades gitanas, con las que compartían su carácter de minoría étnica al margen de la cultura dominante. 


Existe un instrumento musical de cuerda que se denomina “guitarra morisca”, lo que significa que debe de tener una antigüedad de muchos siglos. El único instrumento que podrían llevar consigo los moriscos era su guitarra, errante como ellos. Dicen algunos estudiosos que la guitarra morisca, con tres pares de cuerdas puede ser considerada un precedente directo de la guitarra española. Con esto, no se quiere dar a entender que el flamenco tenga un origen morisco pero si es posible que las comunidades gitano-moriscas contribuyeran a formar parte del primer embrión del flamenco, aunque estudiosos doctores tiene el flamenco en este inmenso mar de arte cuyos afluentes son demasiados caudalosos y profundos.


Blas Infante pudo suponer que en ese caldo de cultivo pudo surgir la génesis el cante flamenco, como manifestación del dolor que ese pueblo sentía por la aniquilación de su cultura actuando el territorio de Andalucía como verdadero catalizador de aquella esencia morisca cuyos efluvios y reminiscencias perduran hasta nuestros días.

Dicen los entendidos que si algún palo del flamenco pudiera proyectarse sobre la población morisca, éste sería sin duda “la seguiriya”, porque expresa la tragedia y el dolor lacerante de un pueblo al que se les arrebató por la fuerza sus señas de identidad: la lengua aljamiada, la memoria y el conocimiento.


Al igual que el flamenco "fellah mengu" lo ubicaba históricamente Blas Infante en tiempo de los moriscos, también la literatura popular remonta el fado a tiempos de los andalusíes, cuando vivía la población musulmana en la colina del castillo de San Jorge de Lisboa argumentando que el fado tiene parecido con la música popular del norte de África en sus prolongados quejidos y en el tratamiento de lo cotidiano. Otros sin embargo, ubican el fado en el siglo XIX cuando el alma del pueblo estuvo dominado por la melancolía de los que partían en los barcos y de los que esperaban su regreso cuando el eco del fado se escuchaba en las viejas tabernas en el antiguo barrio de la Alfama.

...En Al Ándalus la convivencia entre mozárabes, musulmanes y judíos dará con el tiempo una simbiosis lingüística que potenciará el uso de la grafía aljamiada, donde los descendientes de los andalusíes arabizarán palabras de origen latino. 


Aunque el árabe era la lengua oficial de Al Ándalus, será la grafía aljamiada o español islámico, la lengua más utilizada en la última parte de la denominada "Reconquista" y en Las Alpujarras hasta el año de su expulsión en 1609. En los pueblos de las Alpujarras, la población morisca seguirá hablando aljamiado como lengua viva.  

Cuando se decreta la expulsión de los moriscos la grafía aljamiada irá desapareciendo progresivamente en favor del castellano. Muchos moriscos serán conscientes de que para hablar su propia lengua, “la algarabía” o grafía aljamiada se tendría que realizar de forma clandestina. La grafía árabe poseía para la población morisca una especie de carácter sagrado como manifestación externa a la comunidad islámica “umma”. El morisco se aferra a cualquier elemento que le diferencie del cristiano viejo como contrapeso a la doctrina cristiana.

La lengua aljamiada-morisca se hallaba profundamente arabizada, a la que se añaden palabras romances aljamiadas. Con el paso de los años la población morisca seguirá entendiendo la lengua aljamiada. La expulsión a partir de 1609 será el trágico epílogo hacia un legado cultural.

La literatura clandestina morisca ha sido transcrita de la literatura musulmana y escrita en castellano con ayuda de caracteres árabes.

El hallazgo de libros moriscos más cuantioso sucedió en Almonacid de la Sierra (Zaragoza) en 1884: en el derribo de una casa antigua se descubrió que entre el suelo de la obra y un falso suelo de madera de una habitación había más de ochenta volúmenes, completamente nuevos e intactos después de trescientos años y todos ellos con sus telas de lino y sus piedras de sal, para evitar dentro de lo posible la humedad.

Para el morisco, perder su lengua equivalía a perder sus señas de identidad transmitida desde tiempos muy pretéritos. La grafía “aljamiada” era un rasgo destacable de la población morisca autóctona que identificaba étnicamente a todo un pueblo oprimido por el nuevo Estado intolerante que basaba sus objetivos en la pérdida de identidad “del otro”, conversiones forzadas, limpieza de sangre de los “cristianos viejos” frente a los “cristianos nuevos de moros” y en último lugar, la expulsión definitiva como resultado del fundamentalismo cristiano.


La política cristiana se va haciendo cada vez más intolerante para la población morisca, consciente en todo momento de que su propia identidad estaba amenazada. Daba igual la grafía que escogiera este pueblo porque de una manera u otra quedarán estigmatizados. Si el nombre era cristiano, quedaban estigmatizados por su pueblo y si iba acompañada de un nombre cristiano también.

La grafía árabe se origina a partir del alfabeto fenicio. Al igual que el hebreo se escribe de derecha a izquierda. La escritura es siempre cursiva y no existen letras mayúsculas.

Se denomina “alifato”, una serie de consonantes árabes ordenadas tradicionalmente.

Aunque la Inquisición disponía de expertos en grafía árabe, las nuevas autoridades cristianas desconocedoras de dicha grafía, entendían que dicha lengua tan sólo podía traer inconvenientes al nuevo Estado. El nuevo proyecto histórico de los Reyes Católicos estaba encaminado a forjar una España refractaria e intolerante como idea de Castilla amparada y consolidada por la Iglesia Católica cuya cruzada tenía como epílogo la expulsión de los judíos en 1492 y la expulsión de la población morisca a partir de 1609.

Era una norma obligada añadir un nombre cristiano a un apellido morisco. La pérdida de los nombres árabes era particularmente importante pues suponía la desaparición de los linajes y genealogías en las antiguas tribus árabes y con ello, la desintegración de una estructura social. 

La pérdida de la guerra en favor de las tropas cristianas dio lugar al epílogo de “lo morisco” como entidad social y cultural arraigada en un hábitat concreto durante siglos. Sólo quedaban grupos residuales. Era necesario para el nuevo Estado erradicar lo más importante que poseían los vencidos: "La Memoria" y el conocimiento.

La cultura cristiana y morisca chocarán en todas sus manifestaciones al ser dos estilos de vida diametralmente opuestos. La fatwa (opinión legal) como conjunto de reglas proporcionaba a los moriscos las máximas facilidades para conservar su fe. La "taqiyya" era una doctrina del criptoislamismo morisco que permitía al creyente morisco fingir que acepta la fe de la mayoría cuando se encuentra aislado en un medio hostil. Si se veían obligados a beber vino, comer cerdo o realizar usura lo realizaban en contra de su voluntad pero pidiendo perdón a su Dios.

La población morisca conocía todas y cada una de las plantas medicinales del territorio donde habitaban cuyos principios activos se usaban para mejorar algunas dolencias respiratorias, digestivas, urinarias, piel, etcétera. Muchas plantas han sido retenidas por la literatura popular con sus antiguos nombres comunes como la hierbabuena morisca, el tomillo morisco, el incienso morisco…

El término “morisco” también se aplica a múltiples términos. Como ejemplo cabe citar, la oliva morisca, la moneda (la dobla morisca), el gorrión morisco, el gato morisco, la cabra morisca o la teja morisca entre otros. El desconocimiento de su cultura por las nuevas autoridades llegó a ser de tal envergadura que incluso las mujeres moriscas llegarían a ser acusadas de ejercer la magia “invocando al diablo”. 

Alejarse de la ortodoxia islámica demuestra que la cultura morisca estuvo siempre expuesta a la represión. Los moriscos iban perdiendo los elementos más visibles de su identidad reteniendo los más íntimos, aquellos que los ejercitaban en el interior de sus viviendas, como las oraciones y abluciones. La supervivencia cultural morisca estaba basada en la familia, en torno al hombre más anciano. Las familias viven en torno a sus costumbres ancestrales. Los moriscos en Las Alpujarras eran profundos conocedores del uso medicinal de las plantas. 

La población morisca como grupo étnico se caracterizaba por su lealtad al grupo. Por lo tanto, cambiar su identidad significaba perder sus tradiciones y costumbres. Cambiar de vestimenta significaba romper los lazos de su identidad autóctona, para después bautizarse por la fuerza. Su atuendo constituye en esta época uno de los principales elementos de identificación étnica.

Hasta hace poco tiempo se veía a las mujeres de Mojácar (Almeria) llevando la almalafa -vestido moro que cubría desde los hombros hasta los pies o la cobijada de Vejer como costumbre derivada del Islam de cubrirse la mujer el rostro, pudiéndose considerar efluvios y reminiscencias de tiempos moriscos.


En 1566 Felipe II criminalizó el uso de la lengua árabe, prohibiéndola, dando tres años de plazo a los moriscos para aprender el castellano aunque no era extraño el bilingüismo entre mudéjares y moriscos. La represión posterior a la Rebelión de las Alpujarras tendrá como consecuencia la desaparición de la grafía aljamiada en esos territorios.

Muchas iglesias serán construidas sobre antiguas mezquitas que estaban orientadas en dirección noreste-sureste hacia La Meca. Los antiguos alminares también serían cristianizados añadiéndoles el correspondiente cuerpo de campanas. 

Los moriscos desempeñaban trabajos humildes siendo grandes alarifes o albañiles y hortelanos, perfectos conocedores de la cultura del agua. Fabricaban bellos azulejos, techumbres con espléndidos artesonados y magníficas yeserías que han formado parte del arte mudéjar.

Pero los moriscos españoles tuvieron el mismo destino fatal que sus predecesores que un siglo antes que prefirieron el éxodo a la apostasía. 

Como consecuencia del decreto real, decenas de miles de moriscos, descendientes de la población musulmana serán obligados a emprender su propia diáspora que también fue cultural con el quebranto moral, económico y social. De nuevo, la intolerancia atrasó el reloj de nuestra historia. 

La expulsión de los judíos en 1492 y posteriormente la deportación de los moriscos a partir de 1609 ha sido considerado por la historia como una “limpieza étnica”. Semejante falta de altura de miras que tuvo consecuencias lamentables para la economía española de la época al quedar pueblos enteros y campos desiertos, la economía se resintió, la burguesía se arruina y los bancos quiebran en 1613. 

En la evolución de las relaciones cristiano-moriscas es latente la hostilidad entre ambas comunidades. La Iglesia cristiana desde su hegemonía religiosa pretendía que los moriscos olvidaran sus costumbres reprimiendo cualquier indicio de simpatía islámica.

Los cristianos aprendieron numerosas técnicas de albañilería y agricultura de huerta desarrollada por los moriscos. La zambra vuelve a reaparecer en el siglo XX tras varios siglos de ausencia.

El integrismo, la intolerancia y la escasa altura de miras llegarían a tal extremo que incluso los baños árabes "al-hamman" fueron clausurados por Felipe II al considerarse lugares pecaminosos. Los cristianos consideraban la costumbre de bañarse perniciosa así como el hábito de teñirse el pelo o bailar la zambra. 

El morisco utilizaba el agua como símbolo de pureza “baños, letrinas y abluciones” mientras que para en el cristiano el aseo brillaba por su ausencia. 

En Andalucía casi todo el mundo sabía leer y escribir, mientras que en la Europa cristiana, a excepción del clero, nadie sabía. 


Toda esta sinrazón trajo como consecuencia la Rebelión de las Alpujarras entre 1568 y 1571 al mando de Fernando de Válor y Córdoba -Muhammad ibn Umayya- durante el reinado de Felipe II. La mentalidad e intolerancia de una religión cristiana que desde su hegemonía religiosa utiliza la represión como fracaso de su empresa evangelizadora, lo que produjo un auténtico genocidio y etnocidio al expulsar a los moriscos españoles que tenían una identidad cultural propia en su país autóctono.


La evangelización pacífica es reemplazada por la opción represiva. La Inquisición confiscaba los bienes de los moriscos llevándolos a la indigencia.

El fundamento del edicto obligaba a los moriscos a dejar su modo de vida y costumbres islámicas para convertirse por la fuerza al catolicismo que consideraba a los moriscos como una especie de contracultura dentro de la nueva unidad religiosa.


Una proposición para que los moriscos no puedan ser médicos:


El documento siguiente, pertenece a las Actas de las Cortes de Castilla con fecha 13 de septiembre de 1607 es significativo, no sólo por manifestar temor ante los moriscos -atentando contra los cristianos viejos de toda manera posible- sino porque deja ver, además, el sentimiento de honra y el prurito de limpieza de sangre aplicado a las actividades profesionales: hay oficios de cristianos viejos, y, por tanto, honrosos, y otros propios de cristianos nuevos (judíos o moriscos), que no son compatibles con la honra. Por tanto, si a los moriscos se les permite ejercer la medicina, ésta acabará siendo un oficio de moriscos que ningún cristiano viejo querrá ejercer. 


Como queda reflejado, las rencillas entre médicos cristianos y moriscos llevará a la Inquisición a intervenir.

Si a los moriscos se les permite ejercer la medicina, ésta acabará siendo un oficio de moriscos que ningún cristiano viejo querrá ejercer. 

Las leyes prohibían a los moriscos tener honrosos oficios. Los cristianos viejos no querrán que sus hijos sean médicos ni boticarios si los moriscos ejercen ya que podrían matar en secreto.

No obstante, Felipe III será sanado de sus dolencias por un médico morisco “Pachet”. Sin embargo será éste mismo rey quien decidió expulsar a la población morisca.

Para el licenciado Torrijos, sacerdote de origen morisco, si se impedían los matrimonios entre cristianos nuevos, éstos quedarían solteros y sin descendencia. Pedro Ponce de León sin embargo aconseja enviar a galeras a los hombres entre 18 y 40 años para evitar descendencia. El obispo de Segorbe, Martín de Salvatierra o el sevillano Alonso Gutiérrez, postula por la castración, lo que apenas fue atendida por las autoridades, partidarias de la expulsión como sistema a caballo entre el genocidio y el repudio.

El ayuno, las abluciones, la oración -rezar los viernes en la mezquita-, la limosna y la peregrinación a La Meca eran costumbres dentro de la religión morisca. La población morisca era enterrada bajo tierra virgen y rodeada de paños blancos y recostado sobre el lado derecho en el Almocábar o cementerio musulmán en dirección a la Meca (NE-SE.)

La cultura morisca sobrevive en parte gracias a los alfaquíes, doctores o sabios de la ley, encargados de repartir limosnas y a quienes las autoridades católicas se apresuran a conducirlos a la Inquisición. Cuando los moriscos no podían recibir las enseñanzas del alfaquí, acogían en su casa a un huésped que les instruyera comentando el "Alcorán", libro sagrado del Islam. Al carecer del clero, en el Islam cada creyente debía de propagar su fe. La transmisión de esta herencia cultural se produce gracias a una fuerte solidaridad existente entre los moriscos. 

Pero el factor más importante en la supervivencia cultural es la familia agrupada en torno al hombre más anciano, a quien encomiendan la jefatura de la misma. El clan proporciona a la familia una coherencia que el matrimonio afianza, vínculo solidario que llega a ser consanguíneo a medida que aumentan las bodas entre primos de un linaje. Los moriscos contraían matrimonio según el rito musulmán, en secreto. 

Mientras la luz de una espléndida civilización declina lentamente en la Península Ibérica, el asentamiento de la población morisca en Berbería contribuyó a su renacimiento cultural ejerciendo una importante influencia en el norte de África. Este hecho histórico contribuyó a que el Norte de África pasara en poco tiempo de la Edad Media a la Edad Contemporánea.


domingo, 8 de mayo de 2016

El corcho, legado de nuestros ancestros

http://www.entornoajerez.com
“…el cuadro más pintoresco una banda de arrieros atravesando por el paso de una montaña: primero se oyen los campanilleros, que turban con su monótono sonido el silencio de la elevada cumbre…”

Washington Irwing

…Transitando por el término de Medina Sidonia hasta llegar a Alcalá de los Gazules y Casas Viejas como puertas de entradas naturales hacia el Parque de los Alcornocales se observan los acebuchales que predominan hasta los 500 metros de altitud. 

Junto a la salida de Alcalá de los Gazules en dirección hacia el Puerto de Galis comenzamos a captar grandes cantidades de planchas de corcho y leña de acebuche, quejigo y chaparro como recursos de los que se nutren los habitantes de su entorno.



Inmediatamente la retina del recuerdo me proyecta imágenes de los antiguos carboneros grabadas en el alma de los pueblos cuyos fríos inviernos eran menos gélidos gracias a su trabajo vendiendo cisco picón de monte acompañado de su carro y su fiel acémila. Eran unos tiempos de hambre y miseria donde la mayoría de la población carecía de un trabajo estable teniéndose que buscar la vida vendiendo carbón, cogiendo espárragos, tagarninas, caracoles y un largo etcétera para sacar a su prole hacia adelante.

Como cantaba Johnny Ventura " el Carbonero": 

Como cansado buey de carretero, haciendo yunta con su propia vida, va tiznado de negro y cuesta arriba, voceando su carbón el carbonero. Lento, sucio, sudado y cabizbajo, con su saco en la espalda que lo inclina, el pobre carbonero así camina, monumento viviente del trabajo…

...Antes de que te vayas Carbonero, en las blancas paredes de la vida, escribe con carbón tu despedida, para que te recuerde el pueblo entero.


¡Que a ti el progreso te causó una herida!...

Los acebuchales van dejando de ejercer su influencia para dejar paso a los bosques de quejigos y alcornoques que van tomado el relevo a partir de los 700 metros de altitud en las zonas de umbría.

Una peculiaridad de los acebuchales consiste en que soportan perfectamente los encharcamientos como el agrietamiento de los suelos en la época estival. El acebuche como papel colonizador es fundamental.

La angostura de la sinuosa carretera que zigzaguea hasta el Puerto de Galis -como preámbulo de nuestra visita al “paraíso terrenal” que alberga la última selva jurásica del arco mediterráneo occidentaldesemboca en “La Sauceda”, en el Parque Natural de los Alcornocales, donde nos da la impresión de que el tiempo se ha detenido. 

Un mundo perdido entre torrenteras, arroyos de aguas transparentes, quejigos y alcornoques cubiertos de musgos, líquenes y los rododendros que comienzan a florecer en la umbría del arroyo Pasadallana donde las ruedas de molinos como vestigio de la presencia humana nos acompañan a través de los senderos.



Detalle de la corteza del tronco del alcornoque

Los alcornocales son formaciones boscosas únicas en el mundo y exclusiva del mediterráneo occidental cuya característica más singular radica en la producción de una corteza de corcho inconfundible, que protege al alcornoque y a su tronco de los cambios climáticos, del fuego, de las plagas. Es digno de destacar su rápida capacidad para rebrotar. Los roquedales y alcornocales nos demuestran un magnífico ejemplo milenario como sistema de aprovechamiento agroforestal que viene desde tiempos remotos legados a través de generaciones. 



El alcornoque es la mejor especie arbórea para nuestro clima mediterráneo que se ha conservado desde tiempos ancestrales porque el ser humano le ha sacado provecho a su corteza por un lado y a su fruto “la bellota” para la alimentación del ganado porcino en la época de montanera. Un alcornoque sin descorchar soporta muy bien los incendios forestales.

Los habitantes del Parque Natural de los Alcornocales se han integrado perfectamente en su entorno natural (sierras y bosques) aprovechando los recursos naturales que le brindaban.

En primer lugar se produjo una intensa explotación de los bosques con fines navales al ser la madera del quejigo la más demandada para la flota naval española sin olvidar la fabricación de barriles, barricas y toneles al ser una madera muy apreciada por su calidad y dureza.

Los viejos toneles de madera han sido utilizados desde la Antigüedad como medio de transporte para el vino, cerveza, aceitunas, etc. Plinio el Viejo relata en su "Historia Natural" que algunas tribus germánicas recogen tablones curvos de madera que unen con aros de metal para crear la versión más antigua de barril de cerveza. Los romanos sustituyeron el ánfora por los toneles de madera para el transporte de mercancías pero con la Era de los Descubrimientos toma su máxima importancia hasta el punto de denominarse el término “tonelaje” como la capacidad de carga de los barcos o número de toneles que un barco podía transportar. Desde épocas remotas hasta no hace muchos lustros, la profesión de tonelero tuvo su esplendor y ha sido una profesión tradicional como la de alfarero, zapatero remendón, guarnicionero, etc...


Desde tiempos muy antiguos han existido actividades ligadas a los recursos naturales como la extracción de la madera y del corcho, la industria molinera, la caza, la extracción de miel, la recogida de hongos y setas, la explotación de la madera, la explotación ganadera, el carboneo que suministraba el carbón necesario a las poblaciones para calentarse en los fríos inviernos y como fuente de calor en los antiguos hornillos de cocina contribuyendo a mantener la buena salud de los montes eliminando los árboles viejos y enfermos junto con el ganado cabrío que limpiaba la maleza de los bosques sin olvidar la recogida de tagarninas, espárragos, caracoles, hierbas aromáticas y un largo etcétera. 



La leña de alcornoque, acebuche y quejigo se utilizaba para elaborar el carbón vegetal. El lentisco era destinado para la elaboración del cisco picón de monte, necesario para la calefacción. Los hornos de carbón vegetal reciben la denominación local de “boliche”. Pero será la industrialización la que intensifique la explotación masiva de madera y carbón hasta no hace muchos lustros hasta la aparición del gas butano. La madera fue muy utilizada para las traviesas del ferrocarril sustituidas por traviesas de hormigón.

El corcho es la corteza del alcornoque y la encina (Quercus suber). Cada año, crece una nueva peridermis formada por los anillos que crecen de dentro hacia fuera del alcornoque formando así la corteza del corcho, materia prima fundamental extraída de la capa superficial del alcornoque.

El proceso tradicional de la extracción del corcho en el Parque Natural de los Alcornocales genera una importante actividad económica bajo su zona de influencia con una superficie de 169.419 hectáreas y una población formada por 433.775 habitantes pertenecientes a los pueblos de Alcalá de los Gazules, Algar, Algeciras, Arcos de la Frontera, Benalup-Casas Viejas, Benaocaz, Castellar de la Frontera, Jimena de la Frontera, El Bosque, Jerez de la Frontera, Los Barrios, Medina Sidonia, Prado del Rey, San José del Valle, Tarifa y Ubrique en la provincia de Cádiz y Cortés de la Frontera en la provincia de Málaga.
Un número escrito en los troncos descorchados en el Parque Natural de los Alcornocales nos indica el año en que se realizó la extracción del corcho. Se usan como referencia para limitar la pela por sectores. El número coincide con el último dígito del año de descorche, entre el 0 al 9. El proceso de descorche se repite a partir de nueve años, incluso diez con la intención de obtener los mejores resultados. La extracción del corcho tiene lugar en la época estival (entre los meses de julio y septiembre), época en la que el alcornoque se encuentra en su máximo vigor vegetativo.

El corcho posee cualidades únicas e inigualables como la ligeresa, elasticidad, impermeabilidad, gran poder calorífico, fácilmente manejable, reciclable y resiste el paso del calor 30 veces superior a la del hormigón. Tiene bajo contenido en agua, lo que hace imposible la proliferación de microorganismos.

Cuando se extrae por primera vez el primer corcho extraído de los alcornoques jóvenes denominado «bornizo», la casca genera nuevas capas anuales hacia fuera y madera hacia dentro. El parámetro a medir es la circunferencia mayor de 60 cm. en el árbol. Es lo que denomina corcho primario. Si el proceso de saca se repite cada 9 años el corcho «secundario» va adquiriendo mayor calidad pero aún no es válido para la producción de tapones. Se denomina la barriga a parte interior de la plancha de corcho extraída y la corteza a la parte exterior.

En la tercera saca, cuando el árbol tiene entre 40 y 50 años se logra obtener el corcho con las propiedades adecuadas para la producción de tapones de calidad, al presentar una estructura mucho más regular con costados y bases lisas. Es el denominado “corcho amadia o de reproducción”. Es a partir de ese momento, cuando el alcornoque proporcionará cada 9 años corcho de buena calidad comprendiendo su explotación un promedio de 150 años,. El equivalente unas 14-15 sacas de corcho.


El descorche es un trabajo artesanal y delicado que genera una importante actividad económica absorbiendo mucha mano de obra. Comienza con la intervención de los “descorchadores”, que son profesionales y expertos trepadores que extraen las planchas de corcho de los alcornoques con sus herramientas artesanales como el hacha curvada que traza un corte recto y preciso sin llegar a tocar la madre del árbol. El corte no debe llegar nunca a la capa madre que tiene 2 cm. de espesor ya que la “cicatrización” sería dificultosa. La capa madre produce madera hacia adentro y el corcho en la parte exterior del alcornoque.

Para evitar daños a las diferentes nidadas -como por ejemplo las cigüeñas negras que utilizan los alcornoques-, las labores de descorche deben de tener en cuenta esta circunstancia.

Antiguamente los corcheros trabajaban de sol a sol volviendo a sus pueblos de origen durante la quincena, lo que se llamaba en lenguaje popular “la vestía” para reponer de provisiones sus “hatos”. El tradicional gazpacho o salmorejo, el puchero o el potaje eran los platos tradicionales en los almuerzos o cenas en el mundo rural.

Posteriormente introducen un palo largo de madera haciendo palanca para despegar el corcho del alcornoque. Una labor de maestros donde predomina la destreza que ha sido legado de padres a hijos desde tiempos muy antiguos. Un tradicional oficio que ha sido transmitido de padres a hijos. Se organiza estando o en cuadrillas compuestas por el capataz, descorchadores, recogedores, arrieros, el tradicional aguador y el transportista que lleva el corcho a la industria preparadora que selecciona, cuece, calibra y recorta los diversos paneles de corcho para su posterior transformación.

Foto: Antonio Pecino

Las reatas de acémilas -del árabe hisp. azzámila y del ár. clás. zámilah "bestia de carga"-, siguen siendo indispensables en el Parque Natural de los Alcornocales por la dificultosa orografía del terreno. El arriero es la persona que más horas trabaja al tener que madrugar para preparar las reatas de mulas que están compuestas de tres o cuatro animales con sus angarillas correspondientes, cargarlas ordenadamente las panas de corcho a granel para equilibrar el peso, atarlas con la maestría que otorga la solera de la experiencia y de ese modo, evitar que la carga se caiga. Cuando todos han terminado su faena, el arriero aún tiene que llevar la última carga a su destino, el patio de corchas, descargarla y posteriormente llevar la reata de mulos a lavarlos, darles de beber, comer y descansar para emprender al día siguiente una nueva y larga jornada laboral.

El papel de las mulas como animal de fuerza y resistencia es fundamental para transportar cargas de más de 200 kilogramos a través de los abruptos senderos y desfiladeros hasta llegar a un patio despejado de vegetación denominado “patio de corchas”, donde se deposita el corcho extraído del monte y se procede a su pesado -mediante la cabria-, clasificación y ordena para su secado. Antiguamente era normal hablar de quintales como unidad de peso, equivalente a 46 kg.

El tiempo de reposo de las planchas nunca debe ser inferior a los seis meses. Tras este periodo el corcho entra en la cadena industrial. Su posterior procesado consiste en su cocido, calibrado, recortado para convertirse en tapones de vino y champán, parqués, planchas en la construcción naval y aeroespacial, protectores de satélites artificiales, etcétera.

De la industria del corcho se aprovecha todo. El corcho de mejor calidad se dedica para la fabricación de tapones para la industria vinícola al permitir la transmisión de gases en el interior de la botella. Los tapones de corcho analizados organolépticamente benefician más al vino que los tapones sintéticos.

Es digno de destacar que el tapón de corcho tiene memoria elástica y en el interior de la botella empuja siempre. El corcho de menos calidad se destina a la industria del calzado y los desechos van destinados al aprovechamiento energético. El tapón de corcho de calidad otorga prestigio al buen vino.

El calibre del corcho se mide con un pie de línea aunque una buena referencia es la moneda de 1 euro. El corcho después de ser cocido gana 5 mm. de espesor.

Un bosque saneado asegura una producción de calidad. A partir de octubre se dedican las labores a desbrozar. Un serio problema para la gestión de los bosques alcornocales es la falta de regeneración por la pérdida progresiva de la masa alcornocal. Al ser el descorche una actividad estacional, a partir de octubre se dedican a las labores de desbrozar. Una nueva reorientación se dedica a la gestión de los alcornocales en la época de montanera, al aprovechamiento cinegético, al turismo natural sostenible, etc.

El Parque Natural de los Alcornocales produce un 50% del corcho de Andalucía y una cuarta parte del corcho nacional. España aporta el 30% de la producción mundial. El corcho de mejor calidad del Parque de los Alcornocales es destinado para la importante industria vinícola en forma de tapones.

Para hacernos una idea de lo que mueve esta industria, el sector corchero español produce 3.000 millones de tapones, de los cuales 1.300 millones se destinan a espumosos y 1.700 a los vinos. El corcho en la industria vinatera garantiza miles de jornales y el sostenimiento de nuestros bosques y dehesas como ecosistema. 

Existen dos procesos distintos para el tratamiento del corcho. El primero de ellos es el utilizado para la creación del tapón de corcho de las botellas. En este proceso, el corcho es hervido a 100 grados durante aproximadamente una hora, después se deja curar el corcho durante un año. Este corcho una vez curado se hierve una segunda vez, se corta en tiras y se perfora para crear los tapones.

En el segundo proceso el corcho de peor calidad y los restos de las planchas de buen corcho se limpian, trituran, aglutinan y prensan para obtener un aglomerado de corcho en muy diversas presentaciones: gránulos, planchas, rollos, barras, u otras formas geométricas. Su uso es variado, desde tapones de botellas de peor calidad hasta baldosas para pisos o techos, como material aislante, como junta de estanqueidad,  o en paneles acústicos, decorativos o para pinchar notas.

En la actualidad, el Parque de los Alcornocales es un Espacio Natural Protegido, que alberga la última selva jurásica del arco mediterráneo occidental.

El fenómeno de la seca y la desproporción entre alcornoques viejos y jóvenes también se manifiesta en un decaimiento general de las masas de alcornoques. Los alcornocales actúan como un auténtico muro frente al cambio climático y la desertización. La responsabilidad de conservar el Parque Natural de los Alcornocales nos afecta a todos.


El Parque Natural de los Alcornocales fue testigo del tránsito de bandoleros y arrieros durante el siglo XVIII y XIX por la antigua ruta de los almorávides y almohades como arterias importantes en las comunicaciones que desembocaban en la antigua Ronda musulmana y desde allí proseguir hasta la antigua Garnatha considerada la “Damasco de Occidente”.

Será denominado en el siglo XVIII “El camino inglés o la ruta romántica” entre los bellos paisajes abruptos de la Serranía de Ronda y Grazalema que se proyectan en nuestra imaginación. Personajes que la literatura popular convirtió de alguna manera en mitos como los bandoleros, contrabandistas, arrieros con sus faltriqueras, albardas, alforjas y mantas acompañados de las tradicionales reatas de mulas y recuas de borricos cargadas de fardos con productos que escaseaban en la Península como el tabaco, café, azúcar y telas -que no pagaban impuestos- atravesando peligrosos desfiladeros entre ríscos y senderos. 

El trabuco, pistolas y navajas en la faca, la bota de cuero con vino y agua pendiente del arzón, la manta en la tierra junto a las albardas que le servían como almohada bajo la noche estrellada entre Ronda y Gibraltar eran los compañeros inseparables en sus peligrosas rutas.

La ruta romántica llegó a ser considerada por los viajeros románticos de la época como una de las rutas históricas y literarias más hermosas e importantes de Europa transitaba entre Gibraltar y Ronda a través de Castellar de la Frontera, Jimena de la Frontera, Gaucín -Sair Guazan-, Benarrabá -de los Banu Rabbah-, Algatocín -de Al-Atusiyin-, Benalauría -de Ben al Auria-, Benadalid -de Ben-Addalid-, Atajate hasta llegar a la entrada de la antigua Ronda musulmana por la Puerta de Almocábar del árabe "al-maqabir" por encontrarse cerca del antiguo cementerio musulmán. Pero eso forma parte de otra interesante historia que compartiré con los amigos.

Desde el Valle de la Sauceda en la C-3331 transitamos hacia el Puerto de Galis en la A-375 con la venta como referente para proseguir por la A-373 hacia el Puerto de la Víbora en dirección a Ubrique. Desde allí ponemos nuestro punto de mira  hacia nuestro lugar de origen, la tierra de la cal y del flamenco ubicada en la frontera de nuestra propia esperanza.

Desde el Parque de los Alcornocales "La Sauceda" para el blog de mis culpas...



Enlaces interesantes




domingo, 24 de abril de 2016

Una visita al Parque Natural de los Alcornocales (La Sauceda)


Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no escucha música, 
quien no haya encanto en sí mismo.
Pablo Neruda


Es cierto que el ser humano comienza a ser verdaderamente viejo cuando los recuerdos ocupan mayor espacio en su mente que las ilusiones. Nuestras “cavilaciones” nos permiten disfrutar y compartir nuevas sendas para conocer nuestra tierra cuyos efluvios y reminiscencias como legado rezumen historia por todos los poros de su patrimonio cultural y etnológico.

Con el permiso de la dichosa meteorología enarbolamos de nuevo nuestras frágiles naves -con “Green Tour Al Andalus”-, para colocar nuestro sextante en la antigua aldea de la Sauceda en el término de Cortés de la Frontera cuyos rincones cargados de historia nos proyectan bellas estampas de nidos de bandoleros como fenómeno social, desahuciados, lecho de republicanos y antiguos maquis que han formado parte por diversas circunstancias históricas de este bello paraje natural entre la utopía y el olvido.

Transitando hacia “La Sauceda” observamos como el olivo deja de ejercer su influencia para impregnarse nuestra retina entre bosques de árboles del género “quercus” como la encina (quercus ilex) denominado popularmente en nuestra tierra "chaparro", el alcornoque (quercus suber) o el quejigo o roble andaluz.




Una visita a la Sauceda tiene múltiples vertientes, al menos para el que escribe éstas humildes letrillas. En primer lugar, la Sauceda es un Lugar de la Memoria Histórica de Andalucía que acogió en su tierra fértil a hombres firmes y por derecho cuyo genocidio helaría el corazón de una de las dos Españas. 

En segundo lugar, el Parque Natural de los Alcornocales posee una elevada biodiversidad de la que fuimos testigos con la ayuda de nuestro botánico David Melero. Y por último, las interesantes explicaciones de José Ángel Vidal sobre el descorche de los alcornoques, magnífico ejemplo milenario del sistema de aprovechamiento agroforestal que viene desde tiempos ancestrales.


El Parque Natural de los Alcornocales se extiende a lo largo de 170 hectáreas. Está situado en la parte más meridional de Europa, al este de la provincia de Cádiz y oeste de la de Málaga -cerca del Mar Mediterráneo y pegado al Océano Atlántico-. Como su propio nombre indica el alcornoque como especie protagonista del paisaje tapizados con los sotobosques de helechos, ocupan grandes áreas de terreno formando los bosques mediterráneos más extensos de Europa.

Como preámbulo, nuestro botánico David nos ilustró sobre el ámbito geográfico que forma la Reserva de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo Andalucía (España)-Marruecos. Entre los Parques Naturales que se encuentran en ella destacan en la provincia de Cádiz la Sierra de Grazalema, el Parque Natural del Estrecho y los Alcornocales, la Playa de los Lances, las Dunas de Bolonia entre otros. En Málaga el Desfiladero de los Gaitanes, la Sierra de las Nieves junto a otras importantes reservas naturales incluyendo en Marruecos el Parque Nacional de la Mamora y Talasssemtane en el norte de Marruecos.


El Parque Natural de los Alcornocales está catalogado como una Zona de especial protección para las aves (ZEPA). Por tanto es un paraíso para la ornitología al ser un paso obligado para las aves que migran desde África en el momento idóneo. Existe una importante población de rapaces, encabezada por las águilas: culebrera, perdicera, imperial y real junto con el búho real, el halcón común, el alimoche, el azor, los gavilanes y una de las mayores concentraciones de buitres leonados. Las aves insectívoras están representadas por el pelirrojo, el herrerillo, el ruiseñor, el abejaruco, la golondrina y el vencejo.

Un magnífico entorno natural que no deja indiferente a nadie. Nuestra retina capta al instante una de las ultimas masas forestales donde los quejigos y alcornoques cubiertos de líquenes, musgos, helechos y algas como indicadores biológicos que actúan como referentes de la calidad del aire.


Los líquenes responden claramente ante la presencia de contaminación y ante los cambios del ambiente. Por tal motivo, los líquenes son utilizados como indicadores biológicos.


El Parque Natural de los Alcornocales es considerado la última selva europea cuya pluviosidad oscila entre 800 y 1.500 litros al año. Entre los diversos ecosistemas que nos podemos encontrar en el Parque Natural de los Alcornocales nos podemos encontrar:

  1. Los bosques de niebla durante 200 días al año.
  2. La Campiña. 
  3. La Laguna de la Janda.
  4. Los Acebuchales de Medina Sidonia y Casas Viejas.
  5. Los Alcornocales más grandes de Europa y únicos en el mundo. 
A medida que ascendemos los acebuchales predominan hasta los 500 m. de altitud (Medina y Casas Viejas). Una peculiaridad de los acebuches consiste en soportar tanto los encharcamientos como el agrietamiento de los suelos en verano. El acebuche como papel colonizador es fundamental. A partir de los 700 metros predominan los quejigos y alcornoques.

Una enfermedad que afecta a los alcornoques debido al cambio climático es la enfermedad de la seca.



El alcornoque destaca por sus beneficios ambientales. La conservación del alcornocal reduce el riesgo de incendios, al ser el alcornoque muy resistente al fuego gracias a la protección que le proporciona la capa de corcho que le rodea y su rápida capacidad de rebrotar.

Es alcornoque es un freno a la desertización gracias a su capacidad de retener el terreno en sus raíces al mismo tiempo que con sus copas frenen la intensidad de la lluvia, reduciendo la escorrentía del agua y evitando la erosión del terreno. En este sentido, el alcornocal, como otros bosques, tiene también un papel relevante en el ciclo del agua ya que la materia orgánica del suelo frena el agua de la lluvia, mitiga su efecto erosivo y absorbe el agua, lo que constituye un factor favorable a la alimentación de los acuíferos.

Los roquedales y alcornoques demuestran un magnífico ejemplo milenario como sistema de aprovechamiento agroforestal que viene desde tiempos remotos con la extracción del corcho, la explotación de la madera y el carboneo que suministraba el carbón necesario a las poblaciones para calentarse en los fríos inviernos y como fuente de calor en los antiguos hornillos de cocina, contribuyendo a mantener la buena salud de los montes eliminando los árboles viejos y enfermos junto con el ganado cabrío que limpiaba la maleza de los bosques sin olvidar las tagarninas, los espárragos y caracoles que tanto han contribuido a las frágiles y humildes economías de los hogares andaluces.




La leña de alcornoque, acebuche y quejigo se utilizaban para elaborar el carbón vegetal. El lentisco era destinado para la elaboración del cisco picón de monte, necesario para la calefacción. Los hornos de carbón vegetal reciben la denominación local de “Boliche”.

Desde tiempos muy pretéritos se ha producido una intensa explotación de los bosques con fines navales. La madera del quejigo siempre ha sido la más demandada para la flota naval española. También desde tiempos muy antiguos han existido actividades ligadas a los recursos naturales como la industria molinera, la extracción de miel, la recogida de hongos y setas, la explotación de la madera y el carboneo para los hogares.

Pero será la industrialización la que caracteriza de un lado, la intensificación de madera y carbón hasta no hace muchos lustros gracias a la aparición del gas butano y de otra, una reorientación hacia la producción de corcho, la caza y el turismo sostenible. La madera sería muy utilizada para las traviesas del ferrocarril.

Es posible que el déficit de comunicaciones hasta épocas recientes en la Sierra del Aljibe y el Campo de Gibraltar hayan contribuido a mantener éste magnífico Parque Natural. 

La orografía de La Sauceda está llena de contrastes. En la umbría de los valles brillan las aguas cristalinas de los arroyos con bosques en galería donde los helechos en peligro de extinción tienen en este hábitat sus últimos refugios junto a las orillas de las charcas y tronco de los árboles, los bosques de niebla y los canutos forman un microclima lo largo de los ríos Guadiaro y Hozgarganta destacando los bosques de ribera. Los bosques de niebla nos introducen en un mundo perdido con una vegetación rara donde persisten los quejigos morunos colonizados por helechos, musgos y plantas trepadoras.


Los canutos de la Sierra del Aljibe y del Campo de Gibraltar son cauces de arroyos muy encauzados a través de la abundante masa vegetal existente en los valles de media y alta montaña. Los canutos y los bosques de ribera son únicos en Europa. Un microclima que bebe de la humedad y de la umbría.


Una vegetación que perdura desde hace millones de años entre arroyos de montaña, sombras y humedad permanentes. Entre la flora de los canutos brilla con luz propia el “ojaranzo” o rododendro cuya floración se produce entre los meses de abril y mayo mezclándose con majuelos, adelfillas, bruscos, robledillas, acebos, robles, creando una extraña espesura. 

El Parque Natural de los Alcornocales disfruta de una situación estratégica, entre la desembocadura del río Guadalmesí hasta la sierra del Aljibe, con 1091 metros como cima más destacada. La proximidad de la angostura del Estrecho de Gibraltar y las primeras estribaciones del continente africano en el Rif y las cumbres montañosas de Algeciras, le confieren características climáticas únicas expuestos a la fuerte influencia de los fuertes vientos del levante y del poniente. La frecuencia y persistencia de estas nieblas del Estrecho de Gibraltar permiten el desarrollo de una vegetación singular y un cobijo seguro a la fauna.

José Ángel Vidal realizando fotografías del Parque de los Alcornocales

En las zonas más azotadas por el viento abundan la jara, estepa y los brezos, junto a una espesura de ojaranzos. Más abajo se desarrollan los majuelos y quejigales formando un bosque entre robledales y arroyos, en los que crecen helechos y pastizales.

Los bosques de alcornoques y el quejigo predominan en la zona de mayor umbría a partir de los 700 metros. El alcornocal es una formación boscosa única en el mundo y exclusiva del mediterráneo occidental. Su característica más singular radica en la producción de una corteza de corcho inconfundible, que protege al alcornoque y a su tronco de los cambios climáticos, del fuego y de las plagas. El corcho es ignífugo, aislante, impermeable, elástico, estable y flotable por su baja densidad. El modelo adecuado para extraer el corcho está vinculado a la parada vegetativa del alcornoque en verano. El fenómeno de la seca y la desproporción entre alcornoques viejos y jóvenes también se manifiesta por un decaimiento general de las masas de alcornoques.

Los quejigales morunos son los robles caducos más meridionales de la Península con un alto valor ecológico y paisajístico en las umbrías y zonas más húmedas de las sierras. En los suelos del quejigal, abunda la materia orgánica y el humus, gracias a la alta humedad y a una moderada temperatura, propia de valles y laderas umbrías.



En el Parque Natural de los Alcornocales se pueden observar ejemplares de record. El acebuche tiene un diámetro de copa de 16 metros y el perímetro del tronco de 6,1 m. El quejigo tiene un diámetro de copa de 23 metros con un perímetro de tronco de 4,2 metros y el alcornoque con un diámetro de copa de 19,5 m. y un perímetro de tronco de 4,0 m. 

También nos ilustramos con las diferencias entre vereda, cordel, colada y cañada real. La vereda tiene 20,89 metros. El cordel 37,61 metros, la colada tiene 52 metros y la Cañada Real tiene 75,22 metros. Antiguamente se utilizaba la vara como sistema de medición.




...Cualquier ruta de senderismo que pretendamos realizar debemos realizarla con una vestimenta cómoda, calzado adecuado y alguna que otra cantimplora de agua potable. Comienza entre los bosque de quejigos, alcornoques -varias veces centenarios-, cubiertos de líquenes, musgos y helechos que discurren por el arroyo de Pasallana hasta llegar a la Sauceda donde se erige la vieja ermita con su vieja espadaña cuyas campanas doblaron a muerte y tragedia en 1936.

Pasado el horno de pan construido en piedra en el centro de la explanada, nos encontramos con dos senderos. El de la izquierda nos lleva al Pico del Aljibe y el de la izquierda a la Laguna del Moral. 

Entre caminos de sombras producidas por la inmensa arboleda de quejigos nos acompaña continuamente el rumor del agua que desciende entre cascadas torrenteras. Los brillantes helechos junto con los tradicionales bosques de ribera y canutos hacen de este paraje natural un paraíso perdido digno de explorar .


A medida que ganamos altura, las vistas nos invitan a estimular nuestra retina con una inmensa panorámica que nos recuerda que tal vez estemos en épocas pretéritas. Tras pasar el enésimo arroyo de aguas transparentes se erige la antigua ermita de la Sauceda -cuya espadaña parece desafiar el ingrato olvido-, con una penetrante carga emotiva impregnada de ese dolor lacerante del que brotan sentimientos que permanecen vivos en la retina de la historia mezclada con efluvios de utopía.

Las viviendas que lo componen llegaron en algunos momentos a acoger a más de un millar de habitantes cuyas casas se encuentran dispersas por el territorio asociadas a dos grupos principales: uno alrededor de la Ermita y otro en las cercanías de la Laguna del Moral.


Las viviendas eran construidas con los recursos de su entorno como la piedra arenisca, barro, madera, brezo, corcho y cal. Anexo al núcleo familiar se encontraba el chozo que hacía las veces de cocina, el horno del pan, los cercados y zahúrdas para el ganado, los molinos harineros, el cementerio o la ermita escuela.

Destacan en la actualidad unas cabañas de piedra y techos de pajas integradas perfectamente en el entorno natural con un antiguo horno de pan, mesas exteriores de madera y chimenea en el interior permiten pernoctar y aislarse en perfecta armonía con la naturaleza.


Desde la ermita de la Sauceda hasta la Laguna del Moral nos vimos sorprendidos varias veces por las inclemencias meteorológicas que nos obligaron a refugiarnos bajo las copas de los centenarios quejigos entre la espesura del sotobosque. La Laguna del Moral se nutre por las abundantes precipitaciones de la zona y se encuentra situada sobre un terreno compuesto de areniscas, un tipo de rocas generalmente permeables al agua. El regreso a la Ermita de la Sauceda estuvo acompañado del que nos fue imposible escapar. A lo largo de la ruta nos encontramos abundantes majadas y cabañas de piedra de antiguos pastores como vestigio de la presencia humana.


David Melero explicando "in situ" las características de las plantas

Al estar prohibida la circulación de vehículos en el Parque Natural, un todoterreno del parque transportó toda nuestra "vitualla" cerca de la ermita de la Sauceda. José Ángel y su equipo cocinaron en la barbacoa para que recuperásemos las energías diluidas a través de los senderos, con un almuerzo tradicional donde el pan de pueblo, el vino de la tierra y la carne a la brasa ocuparon un espacio privilegiado junto a las cabañas mientras una llovizna tras otra nos acompañaba a intervalos, recordándonos que la primavera estaba en plena efervescencia.


Después de un merecido descanso nos dirigimos por un sendero que conduce al Pico del Aljibe en busca del arroyo Pasadallana. Pudimos observar entre suelos tapizados de helechos comunes (Pteridium aquilinum) el arroyo Pasadallana donde destaca una planta única en su género, el ojaranzo (Rododendrom ponticum baeticum), «ῥόδον», rosa y «δένδρον», árbol, conocido por las gentes del lugar como “revientamulas” al tener contener sus hojas un alcaloide venenoso para el ganado.



Ojaranzo (Rododendrom ponticum subsp. baeticum)
Foto: David Melero López

Aunque se encuentra en los tradicionales canutos que forman los arroyos, no pudimos verla en floración, pidiéndole a nuestro botánico David Melero que nos pasara alguna para compartir en el blog de mis culpas. Más tarde, atravesamos un bello puente de madera que atravesaba el arroyo Pasadallana con sus cascadas entre bonitas cabañas de piedra donde el humo de las chimeneas otorgaba un ambiente acogedor al entorno.


Durante el recorrido de vuelta nos encontramos varias piedras de antiguos molinos como testigos de la presencia humana. Un nuevo puente nos regalaba una bella panorámica entre angostos valles que forman los canutos, arroyos de montaña con las piedras cubiertas de musgos y líquenes que quedaran grabados para siempre en la retina de nuestro recuerdo...

Si el "paraíso terrenal" existiera, tal vez sería muy parecido al Valle de la Sauceda. Desde la Sauceda para el blog de mis culpas...