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miércoles, 9 de julio de 2025

Jornada de senderismo entre el Faro de Camarinal y la Cueva del Moro [en Tarifa]




Nos encontramos ante una privilegiada zona geográfica cercana al Estrecho de Gibraltar "Gebel al Tarik", que ha sido desde tiempos remotos una encrucijada de pasos migratorios como del atún rojo de almadraba (arte para la pesca del atún), que ya desde los romanos (Baelo Claudia, Bolonia), constituyó su principal fuente económica aunque su origen es de época fenicia y púnica, alcanzando gran desarrollo en el mundo romano. Es una zona privilegiada de pesca gracias a la migración anual del atún, que pasa dos veces al año, mayo y julio, para desovar en el Mare Nostrum y que tienen en el Estrecho un paso obligado. 

Los chamanes de las tribus del Neolítico conocían que las orcas perseguían a los atunes entre julio y comienzos de septiembre. Los atunes en grandes bancos aprovechaban las corrientes marinas para recorrer miles de kilómetros desde las proximidades del Círculo Polar Ártico, pasando por el Estrecho de Gibraltar en dirección a las aguas templadas de Mar Mediterráneo para realizar la puesta.

El chamán desde la parte más elevada de la montaña avistaba de la llegada de las orcas que eran visibles desde la Costa de Trafalgar que avisaban de la llegada del atún. Muchos atunes heridos por las orcas quedaban varados en la Costa de Trafalgar siendo aprovechada su exquisita carne para dar de comer a su poblado. Los restos del atún eran devueltos al mar como alimento para las orcas, con lo que la estrategia de caza era beneficiosa para ambas especies. Miles de kilos de sabrosa carne de atún aseguraban el sustento de su reducida población.

Las orcas acosaban a los atunes que buscaban escapar de sus depredadores naturales siendo empujados hacia la costa donde quedaban varados o hacia las almadrabas. 

Durante la primera luna llena de primavera, coincidiendo con la Semana Santa la llegada de atunes comienza a ser masiva. Las orcas lo saben y esperan sin prisas la llegada de los bancos de atunes. Los restos de atún en las cuevas neandertales y las pinturas rupestres en las Cuevas de las Orcas, que datan del Neolítico, así lo confirman.

El ser humano siempre ha necesitado de un barquero que le ayude a atravesar sus propias sombras y angustias. Y es ahí donde interviene el brujo, el hechicero o el chamán al cumplir un papel fundamental al actuar como presunto intermediario entre la tribu y la divinidad, entre la comunidad y el Trascendente.


Existen en Europa cuatro zonas de almadrabas: Conil, Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa.  La escultura de la enorme veleta del atún es obra del artista chiclanero Pedro L. Barberá Briones. Tiene cuatro metros de altura, coronada por una figura que representa a un atún de tres metros de alto por siete de largo, y construida en bronce. 

 

 
El monumento refleja la importancia y la tradición acumulada durante siglos que la explotación de este recurso natural ha tenido en el desarrollo económico y social de la costa de Cádiz. Con ella se reconoce al atún como elemento diferenciador y único de una región que se ha movido entorno a su captura y comercialización desde tiempos inmemoriales.
 

 Playa de los Alemanes


Desde la Playa de los Alemanes iniciamos nuestra subida en busca del Faro de Camarinal donde nuestra retina captaba una bella panorámica con el Cerro de San Bartolomé [a 444 m.s.n.m.] en la parte oriental tras los pinares de pinos piñoneros, la Playa del Cañuelo, desde donde se observa en su parte más elevada las Dunas de Bolonia con Baelo Claudia como vestigio romano donde una copia del emperador Trajano brilla con luz propia, y la Punta de Camarinal al final de la panorámica natural. En la parte más occidental se encuentra la Torre o Faro de Camarinal con la Playa de los Alemanes como testigo de nuestra presencia por aquellos lares.

Existe una creencia popular que nos dice que la colina donde a sus pies se ubica la Playa de los Alemanes en Atlanterra, en el término municipal de Zahara de los Atunes, sirvió como discreto refugio para algunos nazis que huyeron del avance aliado durante la Segunda Guerra Mundial, bajo la protección de Franco.
 

Playa del Cañuelo 

 

A lo largo de nuestro recorrido desde Conil, Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa se pueden observar unas enormes veletas de bronce en forma de atún que nos indica que estamos ante pueblos pesqueros que han sido depositarios de un ancestral método de pesca, denominado “almadraba”, desde tiempos de los fenicios. El término “almadraba” o atunara proviene del andalusí ”lugar donde se golpea o lucha” en referencia a la titánica lucha ejercida entre el hombre y los grandes atunes.

Podría decirse que el oro rojo [el atún de almadraba] transita a través de la costa de Trafalgar por una especie de Vía de la Plata “por el color del atún blanco plata” hasta desovar en el antiguo Mare Nostrum, nombre que denominaron los romanos tras vencer Escipión a los cartagineses ejerciendo a partir de entonces la supremacía naval. Anteriormente, fue denominado Mar Medi Terraneum “Mar entre dos tierras”. Una lucha ancestral y titánica entre el ser humano y los grandes atunes en su paso migratorio hacia el "Mare Mostrum".

Muchísimas calles de estos pueblos pesqueros llevan efluvios marineros como por ejemplo: almadraba, almadraberos, ancla, Atlántico, babor, barlovento, bitácora, embarcadero, estribor, faro, fragata, goleta, Lepanto, levante, Mediterráneo, melva, pez espada, poniente, ronqueo, salmonete, sardina, sotavento, Trafalgar, varadero o velero, entre otros muchos.
 

 

 


Nuestra ruta senderista [dificultad media]

Antes de llegar al Faro de Camarinal con mi amigo Alonso transitamos por un búnker existente en la playa de Atlanterra, que fuera mandado construir por la Dictadura de Franco entre 1939 a 1943 usando prisioneros republicanos como mano de obra "esclava" bajo la denominación "batallones disciplinarios" que erigieron cientos de ellos en la Frontera Sur. La arbitrariedad, el hambre y las enfermedades debilitaban las escasas defensas de unos seres humanos utilizados como "mano de obra barata" como resultado de una extrema miseria moral y humana que caracterizó a una época.

Comenzamos en el Faro de Camarinal, a 50 m.s.n.m. Una torre vigía que fue construida hace más de cinco siglos con fines defensivos, para transmitir señales visuales o acústicas, de una torre a otra, para evitar que los turcos berberiscos continuasen asolando nuestras costas. 

No hay que ser muy observador para darse cuenta de que la acción constante del fuerte viento de levante obliga a los árboles jóvenes a adaptarse a la dirección que marca el dios Eolo, impidiendo su crecimiento normal en las zonas más expuestas como son los árboles situados en las zonas más elevadas o expuestos en la costa, creciendo de forma achaparrada como si fuesen cortados por el fuerte viento de levante, que actúa como si fuese la gubia de la Madre Naturaleza.
 
 
 

 
Dinamizado por los vientos marinos del Atlántico y de Mediterráneo, el Parque Natural del Estrecho fue escogido por numerosas civilizaciones desde tiempos muy remotos, albergando una exuberante y singular riqueza natural.

Animales y plantas han tenido que adaptarse a unas condiciones climáticas marcadas por los vientos, la sequía, la insolación y la maresía, así como una confluencia de entornos naturales muy distintos, entre los que encontramos acantilados, plataformas de abrasión, dunas, campiña, sierras litorales y paradisiacas playas de una finísima arena blanca. Disfruta de entrecruzamientos y circulaciones, millares de aves marinas y mamíferos utilizan cada año los caminos del agua y del aire que surcan el Estrecho, en su aventura migratoria intercontinental.

La vegetación que predomina en esta zona está representada por los palmitos [única palmera autóctona de la Península Ibérica], lentiscos, enebros, sabinas y pinos piñoneros, la mayoría cortados como cuchillos por la fuerza del viento. A la izquierda destaca una de las mejores playas conservadas en el litoral gaditano, la Playa del Cañuelo.

Seguimos ascendiendo a través de una angosta carretera, sinuosa y mal asfaltada con un desnivel superior a los 400 metros. Una señalización nos avisa que nos encontramos en zona militar. Y llegamos a una zona denominada “Bulder El Helechal” con bosques espectaculares y zonas de enormes piedras erosionadas por la lluvia y el viento durante millones de años produciendo en la piedra agujeros similares al queso gruyere. 
 
 
 
Y llegamos al abrigo de la Sierra de la Plata, a los pies de la Cueva del Moro, donde nos observan varios buitres leonados. Desde un mirador situado frente a la Cueva del Moro se puede observar una impresionante laja de rocas areniscas que albergan rapaces como los buitres leonados, alimoches, y algún que otro halcón peregrino.

La Cueva del Moro está considerada el Santuario Paleolítico más meridional del continente europeo. Las figuras más antiguas tienen una edad de 20.000 años (incluso más antigua que la mundialmente famosa Cueva de Altamira, en Cantabria). Esta cueva fue descubierta en 1995 por el espeleólogo alemán Lothar Bergmann, fallecido el 11 de noviembre de 2009. A pesar de la importancia del yacimiento, el abrigo quedó sin protección y sufrió durante los años siguientes daños irreparables a causa de excursionistas incontrolados. Tampoco se realizó ningún otro estudio.

Tres años más tarde, el 7 de junio de 1999, Bergmann empieza un encierro en la cueva. En el tercer día de encierro, el 9 de junio, cuando se consigue la meta: Llegan los materiales para las rejas y comienzan los trabajos de protección del arte rupestre de la cueva. Gracias a esto todavía queda algo para investigar en este singular yacimiento.

 


Dunas de Bolonia


Desde el mirador existente a los pies de la Cueva del Moro se observa una vista general de la ensenada de Bolonia, destacando las dunas que se introduce en el pinar del Monte Camarinal, que forma parte del Monumento Natural Duna de Bolonia. En sus proximidades se encuentra el yacimiento arqueológico Baelo Claudia con su factoría romana donde la salsa “Garum” brillaba con luz propia al igual que el aceite de oliva virgen de la Bética romana, almacenados en ánforas de cerámica desde el puerto de Baelo Claudia hasta el puerto de Ostia en Roma.

Es interesante el término Mar Mediterráneo cuya etimología procede del latín «Mar Medi Terraneum», que significa «mar en el medio de las tierras». Será a partir de la II Guerra Púnica, en tiempos de Publio Cornelio Escipión Emiliano conocido como "El Africano" cuando el Imperio Romano se da cuenta de la supremacía naval y comienza a llamarlo “Mare Nostrum” o mar nuestro.
 
Los fenicios, griegos y cartagineses observaron que llegando la primera luna de mayo, los grandes atunes rojos migraban desde las frías aguas del Océano Atlántico a las cálidas del Mare Nostrum para desovar, cruzando el Estrecho de Gibraltar como paso obligado, muy cerca de las costas y regresaban de nuevo en otoño al punto de origen.

Los fenicios fueron los primeros en utilizar la almadraba de tiro como arte de pesca construyendo factorías de pescado en la zona y de ese modo obtener esos valiosos recursos del mar calando durante los meses de marzo y abril. Fueron los fenicios en el año 1100 a.C. los que enseñaron el arte de la pesca con almadrabas de tiro y técnicas de salazón a los habitantes de esta tierra. La ruta del atún -desde tiempos ancestrales- ha marcado la historia y la cultura de estos pueblos con efluvios y reminiscencias marineras.

 

 

Los romanos de Baelo Claudia relanzan esta actividad y extienden la fama de sus productos por todo el Imperio. Baelo Claudia estuvo ligada en esencia a las industrias del salazón del pescado, donde se fabricaba el famoso “garum”, una salsa realizada con vísceras fermentadas de pescado que eran altamente apreciada en la época, convirtiéndose en la salsa gastronómica más apreciada en Roma y según Plinio, con un valor sólo comparable sólo al de los perfumes.

Los restos de vísceras del atún en salazón se dejaban en salmuera al sol y se envasaban en ánforas para ser exportadas por mar al resto del Imperio Romano. El atún de almadraba llegaba todas partes del Imperio procedente de las capturas de las almadrabas del sur de la Península Ibérica.
 
La pesca del atún de almadraba, su tratamiento y conservación, en salazón, constituyó una industria floreciente en toda la costa gaditana y fue la causa fundamental para el nacimiento y prosperidad de Baelo Claudia -Bolonia-, donde el atún de almadraba constituyó su principal fuente económica que ha llegado hasta nuestros días de una manera artesanal.

 

 

 

 
Proceso ancestral del “Garum”

En primer lugar se introducían en pilas o fosas de piedra las hierbas aromáticas como el tomillo, romero y orégano y una capa de sal para compactar el fondo del recipiente. Posteriormente se depositaban los restos de las vísceras del atún y de nuevo se añadían las hierbas aromáticas añadiendo otra capa de sal para que cogiera cuerpo. Se dejaba 7 días al aire libre y al octavo día de movían los depósitos y se dejaban macerar 20 días más. El resultado era el "liquamen" o parte líquida.

La esencia resultante fue denominada "garum" que lo utilizaban el Roma para condimentar las comidas. Este auténtico manjar era envasado en ánforas fabricadas en los alfares para ser exportado por mar al resto del Imperio Romano.

El atún de almadraba llegaba todas partes del Imperio procedente de las capturas de las almadrabas del sur de la Península Ibérica. Era un condimento considerado afrodisiaco y sólo al alcance de los patricios.


 
 
Terminada nuestra ruta senderista orientamos nuestro sextante didáctico hacia la antigua Casa de la Almadraba, en Zahara de los Atunes. Junto al muro de piedra se puede observar un monumento en bronce a Miguel de Cervantes, que fuera donado el 14 de junio de 2023 por Eugenio Bargueño Gómez.  En su parte frontal puede leerse:

En su obra "La Ilustre Fregona", del año 1613, Miguel de Cervantes Saavedra inmortaliza en la literatuta universal a Zahara de los Atunes y a su amadraba en el siguiente párrafo:

"En Carriazo vio el mundo un pícaro virtuoso
limpio, bien criado y más que medianamente discreto.
Pasó por todos los grados de pícaro
hasta que se graduó de maestro en las almadrabas de Zahara,
donde es el filibustero de la picaresca.
 

 
El Castillo de Zahara de los Atunes era una construcción de planta rectangular de unos 15.000 metros cuadrados delimitado por cuatro lienzos de muralla, realizado en mampostería con cal y guijarros. En su origen contó con tres torres; la de levante, de la que sólo se conserva la sillería de arranque, la de poniente y la de la vela, ubicada en la parte central donde se emplazaba el campanario, de la cual no quedan restos.

La muralla y sus torres denotan una clara función defensiva, desempeñando funciones residencial e industrial en lo referente a todo lo que concierne a la almadraba de Zahara.

Almacenes, saladeros, patio para guardar los barcos, hornos, pozos de agua dulce, pilas de salazón, carnicería, etcétera, eran las dependencias más valoradas.



Tiene su origen en la concesión que, en 1294, el Rey Sancho IV el Bravo hizo a D. Alonso Pérez de Guzmán por su defensa de la plaza de Tarifa, y de las almadrabas para la pesca del atún. Esta concesión pasó a los descendientes de Guzmán, los Duques de Medina Sidonia, que procedieron a su construcción en el siglo XV. Los vecinos de Vejer, a quienes pertenecían los terrenos interpusieron en 1.567 un pleito ante la Audiencia de Granada contra el Duque. Se paralizaron las obras hasta que el Duque recurrió a Felipe II, que le dio la razón, alegando que los terrenos donde se construía el castillo eran estériles y sin interés económico.

La fortaleza se construye como edificio auxiliar de las pesquerías de los Guzmanes en Zahara y Conil de la Frontera; siendo las más productivas de Europa durante siglos. Pero su verdadera razón de ser, fue la de alojar actividades asociadas a la elaboración y conservación del atún de almadraba y hasta 30 embarcaciones se guardaban en su recinto. En su interior se crearon las tradicionales chancas para los almadraberos y mercaderes en la compra del atún de almadraba. Sirvió también como residencia a los Duques de Medina Sidonia en sus viajes por la zona, para pedir cuentas de su almadraba al Capitán y al Justicia Mayor que vivían en la fortaleza.

El antiguo salero es actualmente la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen (1906) que conserva la bóveda original del siglo XVI.




Quiero terminar estas humildes letrillas brindando como lo hacía el inolvidable guitarrista Diego del Gastor en casa de su amigo Chimenea cuando comenzaba a tocar por soleá, en palabras del cantaor Antonio Ruiz "El Carpintero" que hago mías. 

 
Cuando había que brindar, Diego decía esta frase:


"Brindemos por la libertad de los pueblos"


Y Paco “El Perfecto” comenzaba a recitar un poema de Lorca

¡Puede haber algo más sublime!


P.D. La palabra “cachondeo” tiene su origen en Zahara de los Atunes, en las juergas que organizaban los jornaleros al terminar las faenas de la almadraba a orillas del río Cachón.

Enlaces interesantes

Visita al ronqueo del Atún en HERPAC [Barbate]


El atún de almadraba, "oro rojo" entre el poniente y el levante

Senderismo entre Trafalgar y Tarifa

Entre Tarifa y Gibraltar

Gibraltar "la sinrazón de una amnesia histórica"

Trafalgar o los derroteros de nuestra política exterior del siglo XVIII

viernes, 14 de agosto de 2015

Senderismo entre Trafalgar y Tarifa



Breve introducción

Desde el punto de vista de la antropología social la pesca del atún rojo de almadraba posee un gran impacto social y económico en una determinada zona geográfica, desde la costa de la antigua Taraf al Ghar (Trafalgar) -cuya etimología significa "el cabo de las cuevas"-, hasta Tarifa donde los dichosos vientos del levante y del poniente ejercen su influencia al protagonizar la vida de sus habitantes desde tiempos remotos. Y como "efecto colateral" desarbolan nuestras frágiles defensas frente a los elementos meteorológicos que no pocas veces, alteran nuestros sentidos en dicho enclave geográfico. 

La Costa de Trafalgar con Conil, Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa ha sido depositaria de un ancestral método de pesca, denominado “Almadraba”. Estos pueblos están ubicados en una privilegiada zona geográfica cercana al Estrecho de Gibraltar (Gebel al Tarik) que ha sido desde tiempos remotos una encrucijada de pasos migratorios del atún rojo y otras especies marinas. 

Una lucha ancestral y titánica entre el ser humano y los grandes atunes en su paso migratorio hacia el "Mare Mostrum". El término almadraba procede del árabe andalusí "lugar donde se golpea y lucha", así como el término arabizado attûn procede del latín thunnus.

Los fenicios, griegos y cartagineses observaron que llegando la primera luna de mayo, los grandes atunes rojos migraban desde las frías aguas del Océano Atlántico a las cálidas del Mare Nostrum para desovar, cruzando el Estrecho de Gibraltar como paso obligado, muy cerca de las costas y regresaban de nuevo en otoño al punto de origen.



Fueron los fenicios los primeros en utilizar la almadraba de tiro como arte de pesca construyendo factorías de pescado en la zona y de ese modo obtener esos valiosos recursos del mar calando durante los meses de marzo y abril.  En el año 1100 a.C. enseñaron el arte de la pesca con almadrabas de tiro y técnicas de salazón a los habitantes de esta tierra, varias veces milenaria. La ruta del atún -desde tiempos ancestrales- ha marcado la historia y la cultura de estos pueblos con reminiscencias y efluvios marineros.

Los romanos de Baelo Claudia relanzan esta actividad y extienden la fama de sus productos por todo el Imperio. Baelo Claudia estuvo ligada a las industrias del salazón del pescado, donde se fabricaba el famoso "garum", una salsa realizada con vísceras fermentadas de pescado, convirtiéndose en la salsa gastronómica más apreciada en Roma y según Plinio, con un valor sólo comparable sólo al de los perfumes. 


Su proceso era el siguiente:

En primer lugar se introducían en pilas o fosas de piedra las hierbas aromáticas como el tomillo, romero y orégano y una capa de sal para compactar el fondo del recipiente. Posteriormente se depositaban los restos de las vísceras del atún  y de nuevo se añadían las hierbas aromáticas añadiendo otra capa de sal para que cogiera cuerpo. Se dejaba 7 días al aire libre y al octavo día de movían los depósitos y se dejaban macerar 20 días más. El resultado era el "liquamen" o parte líquida.

La esencia resultante fue denominada "garum" que lo utilizaban el Roma para condimentar las comidas. Este auténtico manjar era envasado en ánforas fabricadas en los alfares para ser exportado por mar al resto del Imperio Romano. 

El atún de almadraba llegaba todas partes del Imperio procedente de las capturas de las almadrabas del sur de la Península Ibérica. Era un condimento considerado afrodisiaco y sólo al alcance de los patricios.



La pesca del atún de almadraba, su tratamiento y conservación en salazón fue la causa fundamental para el nacimiento y prosperidad de Baelo Claudia -Bolonia-, donde el atún de almadraba constituyó su principal fuente económica que ha llegado hasta nuestros días de una manera artesanal. Los árabes heredaron este ancestral y noble arte de pesca creando el término almadraba.

Posteriormente el Duque de Medina Sidonia considerado como el “Dios de los atunes” dispondrá durante siglos de la exclusividad de la pesca de almadraba en el litoral andaluz heredado de Alfonso Pérez de Guzmán “Guzmán El Bueno”, por la defensa heroica de Tarifa, que recibe en 1299 la almadraba de Conil y en 1445 sus descendientes, el Ducado de Medina Sidonia como monopolio de pesca almadrabera en toda Andalucía.


Un Real Decreto de 20 de febrero de 1817 a raíz de las leyes que emanan de las Cortes de Cádiz abolieron dicho privilegio y la explotación le fue concedida a los pescadores.





Anclas para el atún rojo de almadraba, en Barbate


Nuestra “I Ruta de senderismo” por la zona geográfica del atún de almadraba transcurre desde el Tómbolo de Trafalgar donde observamos su faro de 34 metros de altura, en dirección a los Caños de Meca, donde el agua dulce se filtra a través de las rocas a través del acantilado. El Parque Natural de la Breña brilla con luz propia hasta llegar mediante senderos hasta Barbate por la playa de la Yerbabuena. 

Unos oscuros nubarrones acompañado de una impresionante tromba de agua con fuerte aparato eléctrico nos sorprendió durante gran parte de nuestra travesía, desarbolando nuestras escasas defensas ya que nunca pretendimos “mandar nuestras naves contra los elementos”.

La retina del recuerdo refrescó mi memoria cuando de zagal leíamos en la biblioteca del pueblo "Las aventuras de Tintín" con aquella expresión del capitán Haddock, su compañero de aventuras  cuando gritaba, “truenos, rayos y centellas”...acompañado por nuestra parte de algún que otro adjetivo calificativo inapropiado para acompañar estas letrillas.

Su estratégica situación hizo que la Batalla de Trafalgar inmortalizara este enclave geográfico a partir de 1805.


Taraf al-Ghar (Cabo de las Cuevas) denominado por los andalusíes.






Entre pinos piñoneros, lentiscos, retamas y palmitos con efluvios a tomillo y a romero comenzamos nuestra "I ruta de senderismo por el Parque Natural de la Breña" junto al acantilado que soporta fuertes vientos cargados de sal con suelos pobres que no son fáciles para la vida, por lo que pocas plantas son capaces de crecer y reproducirse. El enebro costero es un ejemplo de cómo una planta autóctona se ha adaptado a las adversidades.


Nuestra retina capta al instante la torre albarrana del Tajo, que fuera construida en el siglo XVI con la misión de servir de vigía ante las incursiones de los piratas turco-berberiscos que por aquella época asolaban las costas andaluzas. La Torre del Tajo, junto a otras tres almenaras conectadas visualmente entre sí, formaban parte de todo un complejo sistema defensivo en el que los torreros comunicaban la presencia de peligro a las otras torres y poblaciones mediante humos de día y con fuego durante la noche. 

Este procedimiento de dar la alarma era musulmán y existía en todo el litoral africano desde el siglo VIII; resulta curioso comprobar la perfección del sistema, cuando en una sola noche, podía llegar un mensaje desde Alejandría a Ceuta. La Torre del Tajo, considerada la segunda en cuando altitud de la provincia, posee forma de tronco de cono y una altura superior a los trece metros. Sus gruesos muros de mampostería enfoscada albergan una única estancia abovedada de más de seis metros de diámetro y siete de altura. Una escalera de caracol conduce a la azotea en donde se encuentra la garita en forma de herradura y en a que antiguamente se refugiaba el torrero de las inclemencias metereológicas. En el centro de la azotea se abre un orificio circular que comunica con la bóveda inferior.


Nuestra “II ruta de senderismo” comienza en Barbate hasta la desembocadura del río Cachón, en Zahara de los Atunes. Entre mayo y junio se pueden observar las redes de almadraba no muy lejos de la costa, en la zona de Atlanterra.


Visitamos la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen que ocupa el antiguo salero del Palacio Chanca de Zahara que data en torno año 1568 junto al resto de la fortaleza del siglo XV. Es una obra de arquería de ladrillo con cubierta de bóveda de medio cañón que descansan sobre pilastras laterales de piedras areniscas y ostioneras, las cuales sostienen siete arcos de medio punto que actúan como formeros de cubrición. Desde el 31 de mayo de 1906 alberga la actual iglesia de Zahara de los Atunes siendo declarados la iglesia y el resto de la fortaleza en 2003 “Lugar de Interés Etnológico y Bien de Interés Cultural con categoría de monumento.

La palabra “cachondeo” tiene su origen en Zahara de los Atunes, en las juergas que se organizaban al terminar las faenas a orillas del río Cachón.


Con la “III ruta de senderismo” fuimos ampliando horizontes. Bajo un sol radiante de comienzos de junio, iniciamos nuestra ruta a partir de Atlanterra para llegar a la impresionante “playa de los alemanes" y entre alguna que otra cuesta ascender hasta el Faro de Camarinal o Torre de Gracia situado a 50 m.s.n.m. donde nuestra retina puede apreciar la belleza de sus playas vírgenes como la del “Cañuelo”, una de las playas más recónditas de Cádiz a la que hay que llegar andando entre enebros, palmitos, lentiscos y sabinas como representación del matorral típico mediterráneo.

En la parte superior de la imagen, se puede observar las dunas

Desde el Faro se observa una espléndida vista del cabo de Gracia como inicio del Parque Natural del Estrecho. Esta torre vigía fue construida hace más de 500 años con fines defensivos basados en la transmisión de señales visuales o acústicas de una torre vecina a otra para evitar el avance de los piratas turco-berberiscos que pos aquella época asolaban nuestra costas. A su derecha nos encontramos con otra playa de singular belleza denominada la “playa de los alemanes”.


La literatura popular ha bautizado a este paradisiaco lugar como “la playa de los alemanes” porque hasta los años 90 sirvió en España como refugio de los nazis en España tras perder la II Guerra Mundial. No es de extrañar que esta magnífica playa sirviera como lugar de vigilancia y aprovisionamiento de los barcos alemanes que circulaban por el Estrecho de Gibraltar en la II Guerra Mundial. En la actualidad esta playa ha sido “reconquistada” por el “glamour” de los famosos y los enormes chalés de lujo de personas con alto poder adquisitivo.

El "progreso" y las urbanizaciones amenazan los rincones vírgenes que aún permanecen en la costa gaditana. Zahara de los Atunes (Atlanterra) junto con la playa de los alemanes es sólo un botón de muestra.

"Poderoso caballero es don dinero".


A través de senderos llegamos a nuestro destino como ruta “el monumento natural de las Dunas de Bolonia” junto a la antigua ciudad romana de “Baelo Claudia” cuya ensenada quedará impregnada para siempre en retina del viajero por su extraordinaria belleza. Una playa con 3.990 metros de longitud, con una anchura de 90 metros reconocida entre las mejores playas del mundo.



Las dunas de Bolonia como monumento natural tienen 30 m. de altura máxima y cerca de 200 m. de anchura. Consiste en un sistema de trenes dunares vivos que migran y montan sobre los relieves de punta camarinal.

El conjunto denominado “barjanal” por sus dunas en forma de media luna perpendiculares al viento y con pendientes desiguales. Es de los pocos transgresivos de Andalucía que progresa tierra adentro. Alimentado por el viento de levante, va invadiendo el pinar del pino piñonero repoblado con matorral y de alto valor ecológico. 

Se pretende estabilizar la duna consolidando la cobertura vegetal replantando especies autóctonas.


La intensidad del viento de levante, derivada de las particularidades del Estrecho, ha originado el elemento geológico y paisajístico más relevante de la ensenada: la duna viva de Bolonia, en el flanco occidental de la ensenada se desplaza hacia el promontorio de Punta Camarinal. Su continuo avance se ve dificultado por la presencia de un pinar de repoblación.


Existe una pasarela peatonal que accede a un privilegiado mirador a los pies de la Duna donde se interpreta los procesos de génesis y migración de la Duna hacia la cercana Punta de Camarinal.

Bolonia o Baelo Claudia es una pequeña ensenada de litoral suratlántico delimitada por los cabos Paloma y Camarinal. Por su proximidad al Estrecho pasan por sus aguas el flujo migratorio de atunes rojos que se desplazan cada año hacia el Mediterráneo.

En época romana, Baelo Claudia era un emporio, es decir un lugar donde se concentraba el comercio marítimo siendo puerto de unión con la vecina Tingis la actual Tánger, según algunas fuentes escritas, lo que dio origen a su fuerte desarrollo urbano. Nace a finales del siglo II a.C. y su fuerte ha sido la industria del salazón del pescado y de las salsas derivadas del mismo denominadas “garum” como sus principales fuentes de riqueza, lo que hace que esta ciudad alcanzara cierta pujanza sobre todo bajo el emperador Claudio (41-54 d.C.) que le otorga el rango de municipio romano. El declive de Baelo Claudia se inicia en la segunda mitad del siglo II, posiblemente cuando un terremoto debió asolar la ciudad. En ninguna parte de la Península Ibérica es posible extraer una visión tan completa del urbanismo romano con como en Baelo Claudia enmarcado en su espectacular paisaje que impregna la retina del viajero.

Baños de Claudia

Nuestra “IV ruta” pusimos viento en popa desde Baelo Claudia hasta Punta Paloma sin olvidar nuestro destino final: la ciudad del viento “Tarifa”, donde existe un dicho popular:

«Tarifa, la madre que parió al levante y la madre que parió al poniente». 

Tarifa está situada geoestratégicamente en el punto más meridional de Europa y ha sido un referente histórico en el cruce de culturas. Frente a esta antigua ciudad se puede observar en días claros las cadenas montañosas del continente africano bajo una bella panorámica.

Restos de una embarcación en los "Baños de Claudia", término de Tarifa

Pasada la Cala Pichacho llegamos a una especie de piscinas naturales denominada los "Baños de Claudia" en la que destacan los denominados "flysch" o rocas sedimentarias duras como la caliza, pizarra o areniscas intercaladas con margas y arcillas. En ese punto geográfico captó nuestra retina una embarcación destrozada tiempo atrás por el fuerte oleaje.

Entre aguas transparentes y plácidas con tonos azulados y verdosos, tan sólo separado por una tenue línea azul que la separa del horizonte -y sin la compañía del dichoso viento de levante-, transitamos bajo la presencia de faros, ensenadas, almadrabas, viejas torres vigías almenaras. A través de la ruta por la costa se pueden apreciar numerosos “bunkers” abandonados que formaran parte del sistema defensivo del Estrecho entre 1939 y 1943.


Los búnkeres fueron mandados a construir por la Dictadura entre 1939 a 1943 usando prisioneros republicanos como mano de obra "esclava" bajo la denominación "batallones disciplinarios" que erigieron cientos de ellos en la Frontera Sur. La arbitrariedad, el hambre y las enfermedades debilitaban las escasas defensas de unos seres humanos utilizados como "mano de obra barata" como resultado de una extrema miseria moral y humana que caracterizó a una época.


Poco a poco nos vamos acercando al epílogo de nuestra ruta "Tarifa", considerada como la "meca del viento". Así lo demuestran los cientos y cientos de katesurfistas y surfistas que daban un bello colorido a la "playa de Valdevaqueros" donde nuestra retina disfrutó de las hermosas dunas desenfrenadas como consecuencia de la "madre que parió el viento" de levante que engulle continuamente la carretera que transita desde Tarifa hasta Punta Paloma, a la altura de Valdevaqueros.

En esta zona se denomina al viento de levante "viento de tierra" y al de poniente "viento que viene del mar", más fresco.




Dejamos atrás Valdevaqueros para adentrarnos en la playa de los Lances con más de siete mil metros de playa virgen de arenas finas y blancas, característica de la costa gaditana. El río Jaral interrumpe levemente la playa en su desembocadura.

Una zona geográfica desde Trafalgar a Tarifa con fuertes vientos y corrientes marinas donde en el fondo de sus aguas se almacenan un importante patrimonio submarino con diferentes pecios "partes de naves hundidas como consecuencia de naufragios o batallas".


Castillo de Santa Catalina, en Tarifa


La retina del recuerdo me extrapola imágenes de la primera vez que visitamos Tarifa. En aquélla ocasión fuimos testigos "in situ" de cómo el azote del viento levantaba la arena mediante ráfagas golpeando nuestras frágiles piernas, como si de una lluvia de alfileres se tratara.



África, a tan sólo 12 kilómetros de distancia desde Tarifa

Y por fin, divisamos el castillo de Santa Catalina para acercarnos posteriormente a la torre-faro de la isla de las Palomas o de Tarifa, -que separa el mar Mediterráneo del Océano Atlántico-.

Desde ese punto se divisan en días claros las primeras estribaciones montañosas del continente africano repletas de aerogeneradores. Se puede observar Ceuta a la izquierda y Tánger a la derecha.

A partir del año 238 a. C. con la I Guerra Púnica los romanos obtienen la supremacía naval y comienzan a usar el término Mare Nostrum (mar nuestro) para referirse al Mar Mediterraneo.

Para recuperar las fuerzas nos desplazamos hasta la Plaza de San Martín para degustar el pescaito frito, el atún de amadraba, los calamares de pota sin olvidar las tortillitas de camarones que estimulaban nuestro paladar acompañado de una buena cerveza fría que hidratara nuestros cansados cuerpos por la travesía.




Más tarde visitamos la fortaleza de Guzmán "El Bueno", donde nos ilustramos con la historia de la histórica ciudad.

La etimología de la ciudad proviene de su conquistador y primer propagador del Islam en Occidente, Tarif en el año 710 cuando desembarcara en la Isla de la Paloma.


Al año siguiente, otro general musulmán Tarik desembarcaría en la montaña de Gibraltar (Gebel al-Tarik). Ambas ciudades quedarían inmortalizadas a perpetuidad con la nomenclatura de sus nombres así como miles de nombres andalusíes tan bellos como Taraf al Ghar (Trafalgar), Guadalquivir (Wad al Kabir), azzeit (aceite de oliva) y un largo etcétera.

La isla de las Palomas, al fondo de la imagen

Tarifa es considerada “la capital europea del viento” que protagoniza la vida de sus habitantes. Está ubicada en el punto más meridional de Europa. En 1808 se construyó el camino de la isla que hasta entonces estaba separada de Tarifa.

La Torre-Faro fue originalmente una torre almenara convertida en 1813 en el primer faro del Estrecho de Gibraltar. 

Cuando se abandona esta zona geográfica azotada por "la madre que parió el viento del levante y del poniente" que desarbolan nuestros sentidos, se siente cierta añoranza y melancolía por regresar a sus bellas playas, como de un "Blues de Trafalgar" se tratara.

Muy cerca de Tarifa se encuentra Gebel al Tarik y la antigua ruta denominada el "Camino inglés" en pleno Parque de los Alcornocales entre Ronda y Gibraltar pero eso formará parte de otra grata historia...

Desde Tarifa, para el Blog de mis culpas...