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domingo, 20 de noviembre de 2016

Tras las huellas de Nelson


Desde Morón, tierra de la Cal y del Flamenco ponemos viento en popa en busca de las huellas de Nelson (1758-1805) colocando nuestro sextante orientado entre la costa de Trafalgar y Londres. 

Una  figura histórica  considerada como un héroe para el Imperio Británico a partir de la Batalla de Trafalgar el "21 de octubre de 1805". En Londres y Gibraltar donde la flota británica ejerciera su influencia "Trafalgar" tiene Nelson monumentos que honran su memoria.

Sin embargo, los españoles carecemos de esa altura de miras al haber caído en el ingrato olvido héroes de la talla de Blas de Lezo (1689-1741) en la defensa heróica de Cartagena de Indias “que llegó a ser la llave del Caribe y de América meridional” y Antonio Gutiérrez de Otero (1729-1799) “otro héroe olvidado en los anales de la historia que fue el único que derrotó a Nelson”. 

No debemos de olvidar que gracias a su heroica defensa, actualmente no se hable en la lengua inglesa en el Caribe, América meridional y en las Islas Canarias respectivamente. Lo que sí es cierto es que el almirante don Blas de Lezo y Olavarrieta recibió la indiferencia de su rey Felipe V a cuyo servicio había dejado desperdigado parte de su cuerpo por varios mares del mundo y sin embargo, el rey castigaba a uno de los generales de la Armada que mayor gloria le había dado.

Retrato de Horatio Nelson
Óleo. Lemuel Francis Abbot, 1800, National Maritime Museum, Greenwich, Londres

Al igual que la derrota del Almirante Vermont en Cartagena de Indias, Gran Bretaña habla poco de la derrota de Nelson en Santa Cruz de Tenerife donde perdiera su brazo derecho tras tres intentos de invasión. Un impacto procedente del cañón español “Tigre” le destrozó el brazo obligando a su evacuación inmediata. Mediante una capitulación honrosa, logró Nelson salvar la vida de sus hombres firmándose la rendición el día 25 de julio de 1797 reembarcando los ingleses en sus embarcaciones. Los británicos sufrieron grandes pérdidas humanas con 349 bajas por 72 canarias.

Una de las plazas más populares y simbólicas para los británicos por razones obvias es “Trafalgar Square”, creada en 1830 para conmemorar la victoria de Nelson frente a la flota hispano-francesa, por culpa de los derroteros de nuestra política en el siglo XVIII con incalculables gastos para el Erario español al mismo tiempo que se arruinó nuestra Marina y como “efecto colateral”, nuestra navegación mercantil.


Trafalgar Square es una visita obligada. En el centro de la plaza se encuentra la inmensa columna coronada por la figura del Almirante Nelson escoltada por los cuatro leones en bronce que según las páginas de la historia provienen de los barcos capturados por los británicos a la flota franco-española en la Batalla de Trafalgar el 21 de octubre de 1805. 

La enorme columna fue realizada en granito: mide 46 metros de altura y 5,5 metros la estatua de Nelson (1758-1805) esculpido en piedra de Craigleith (Escocia) erigida entre 1840 y 1843 para conmemorar la muerte del almirante británico fallecido en el transcurso de la histórica batalla, lo que produjo un punto de inflexión en el dominio de los mares. 


El monumento a Horacio Nelson fue diseñado por el arquitecto William Railton en 1838 y los cuatro leones añadidos a la base de la columna fueron diseñados por Edwin Landseer.

Además el monumento con más de 50 metros de altura ha aguantado estoicamente las inclemencias meteorológicas y las bombas alemanas durante la II Guerra Mundial (1939-1945) sin olvidar que en 1896 un rayo le rompió el brazo izquierdo. 

El enorme pedestal cuadrado sirve de soporte a la columna que consta en su parte final de un capitel de estilo corinto decorado con hojas de acanto en bronce, procedente de la fundición de cañones británicos. 


El pedestal cuadrado está decorado con cuatro motivos en bronce provenientes de los cañones capturados a la flota franco-española describiendo episodios históricos más significativos en los que Nelson fue protagonista: Trafalgar, el Nilo, Cabo de San Vicente y Copenhague.
  • El 14 de febrero de 1797, Nelson se distinguió por su victoria sobre la flota española en la batalla del Cabo San Vicente, en el extremo occidental de la costa del Algarve, en Portugal.
España estaba aliada con la Francia revolucionaria mediante el Tratado de San Ildefonso y ello le obligaba a enfrentarse a los ingleses. Entre los buques españoles se encontraba el “Santísima Trinidad” con 136 cañones.



  • El 1 de agosto de 1798 se produce una victoria decisiva de Nelson sobre la flota francesa en la batalla del Nilo. Así termina la ambición de Napoleón de llegar a la India británica. Napoleón se queda sin apoyo y tiene que volver a Francia. Nelson recibirá el título de Barón Nelson del Nilo. Más tarde se enamoró de Emma Hamilton, la joven esposa de un embajador británico en Nápoles, convirtiéndose en su amante. Tuvieron una hija, Horatia.
La piedra de Rosetta sería hallada en 1799 durante la campaña francesa en Egipto. Las tropas británicas derrotaron a las francesas en Egipto en 1801 acabando la piedra original bajo dominio británico. Transportada a Londres será expuesta al público en el Museo Británico desde 1802 hasta nuestros días, siendo la pieza más visitada.


  • El 2 de abril de 1801 Nelson vuelve a obtener otra victoria sobre los daneses en la Batalla de Copenhague. En esta batalla se hizo famoso el ataque protagonizado por el almirante Horacio Nelson, quién desobedeciendo las órdenes de Parker de retirarse, destruyó la mayor parte de los buques daneses y noruegos antes de que éstos acordaran una tregua. En mayo se convirtió en comandante en jefe en el Mar Báltico y recibió el título de vizconde Nelson del Nilo por la Corona británica.

  • El 21 de octubre de 1805 Nelson se enfrentó en su última batalla a la flota franco-española en la "Batalla de Trafalgar", la batalla más grande para Gran Bretaña.


Maqueta. Museo de las Cortes de Cádiz

Antes de comenzar la célebre batalla Nelson envió uno de sus últimos mensajes codificados a la flota “England expects that every man will do his duty" (Inglaterra espera que todo hombre cumplirá con su deber). Dicha frase quedará inmortalizada en los libros de historia británicos.

Napoleón deseaba el dominio del mar para invadir Inglaterra y pensaba en dar la batalla decisiva en el Canal de la Mancha hasta que Nelson apareció en Gibraltar lo que significaba que las fuerzas navales inglesas en Europa estaban en vías de concentrarse con el objetivo de proteger el comercio británico en el Mediterráneo.

Mientras tanto, el gobierno español estuvo siempre sometido a los dictados de Napoleón jugando un papel de comparsa, a quien lo único que le preocupó fue el poder contar con los buques de la Armada para utilizarlos en los sucesivos proyectos de invasión de Inglaterra. En Trafalgar fuimos al combate derrotados de antemano, por la trágica situación de abandono en que se tenía a la Marina.

La flota franco-española se vio bloqueada en Cádiz por Nelson cerca del Cabo de Trafalgar teniendo lugar el 21 de octubre de 1805 el mayor combate naval de la historia donde la flota franco-española será definitivamente derrotada por la superioridad técnica y táctica de la Armada Real Inglesa.  

La Armada española perderá diez de sus quince barcos y los franceses, doce de sus dieciocho con miles de muertos, heridos o prisioneros. Allí murieron en combate entre otros muchos marinos el almirante Horacio Nelson, Churruca, Gravina. Alcalá Galiano morirá posteriormente como consecuencia de sus heridas. 


También perdimos el buque insignia de nuestra Armada “El Santísima Trinidad” con sus cuatro puentes y 150 cañones, el más grande de su época. Villeneuve y su buque insignia, el "Bucentaure", fueron capturados por los ingleses junto con otros muchos buques españoles y franceses.


Nelson resultó mortalmente herido. Una bala de mosquete, disparada por un tirador francés alcanzó al almirante en el “HSM Victory”, entrando por su brazo izquierdo, atravesando un pulmón y alojándose finalmente en una vértebra. Nelson cayó en la cubierta sobre la que previamente se había esparcido arena para que estuviera menos resbaladiza. «Finalmente han acabado conmigo», dijo el almirante al capitán del Victory, Hardy, cuando lo llevaron a la cabina. «Me han atravesado la columna vertebral.» Para evitar que la tripulación se desmoralizara, se cubrió con un pañuelo la cara de Nelson cuando fue llevado bajo cubierta. Una vez allí, se le acostó y el cirujano rápidamente dictaminó que el almirante tenía razón y que no se podía hacer nada por su vida.


“Esto se acaba Hardy, no me tiréis por la borda”, “oh, claro que no”, respondió el capitán, “entonces, ya sabes lo que tienes que hacer” continuó, “cuida de mi querida la pobre lady Hamilton, bésame Hardy”, el capitán se arrodilló y lo besó “ahora estoy satisfecho, he cumplido con mi obligación”. Después de un instante Hardy volvió a besarlo y Nelson inquirió “¿quién es?”, “soy yo, Hardy”, “Dios te bendiga Hardy”, balbuceó Nelson.

Nelson murió sabiendo que había logrado su mayor victoria, en una de las batallas navales más importantes de la Historia. Sus últimas palabras fueron: "Gracias a Dios, he cumplido con mi deber". Perdió la conciencia y fue declarado muerto a las 16:30 horas.

El “HSM Victory” es remolcado a Gibraltar, con el cuerpo de Nelson a bordo, conservado en un barril de coñac. Su cuerpo fue enviado a Londres y enterrado con todos los honores en la Catedral de San Pablo. Tras su muerte, Nelson alcanzó una enorme celebridad cuyo legado se mantiene en la actualidad.

Catedral de San Pablo en Londres

Con el fin de que el cadáver de Nelson llegase en el mejor estado posible a Londres, fue introducido en un ataúd lleno de brandy para ser enviado a la city cuando fuese reparado el HMS Victory en Gibraltar y poder ser enterrado en la Catedral de San Pablo como un héroe. Pero cuál no sería la sorpresa de la tripulación que a su llegada a Londres, el brandy había desaparecido y Nelson llegó más seco que una mojama -como se dice en Cádiz-. Es muy posible que la marinería se bebiera el brandy durante la travesía con Nelson en su interior al no haberse escrito algo que indicara su presencia en el barril.

Esta será la sinrazón que tristemente generó la política exterior española durante el siglo XVIII -con su falta de miras y despropósito político-, lo que llevó a la desaparición de la hegemonía española en los mares del mundo al abrir una enorme brecha en nuestro poderío que como una hemorragia se fue desangrando. A partir de esa fecha “21 de octubre de 1805” la marina británica ejercerá su influencia en todos los mares del mundo quedando inmortalizado el nombre del cabo -otorgándole un protagonismo a Cádiz-, con lo cual la historia se ha visto mediatizada por el accidente geográfico. 


Trafalgar fue el mayor desastre político y militar, pues el combate perdido abrió una ancha brecha a nuestro poderío, por donde comienza a desintegrarse el mayor y más débil Imperio que jamás haya existido cuyo epílogo tendrá lugar en 1898. La Armada española después de Trafalgar moriría de abandono por falta de carena, decepcionados sus hombres por la incomprensión y el olvido de su propia nación. 

Faro de Trafalgar en Caños de Meca (Cádiz)

Arturo Pérez-Reverte, uno de los escritores más leídos en lengua castellana, manifestaba que “el auténtico enemigo en aquélla época no eran los franceses sino los propios españoles -sobre todo por un factor de cultura”-, al permitir que el espíritu de aquella España de 1812 dejara la modernidad y la libertad. Pero las circunstancias hicieron que se volviera al Antiguo Régimen absolutista debido a que primaban más los intereses y privilegios de aquélla España reaccionaria, en contra de la razón y del progreso, lo que nos introdujo de nuevo en el oscurantismo.

Manifiestan algunos autores que los desastres navales que se prodigan en España a partir de 1700 no fueron productos del azar sino producto de alianzas no consistentes, errores de estrategia, mala fe y engaños de los enemigos, mal material, falta de personal etc., que permitieron nuestro gran repliegue político y militar con respecto a Europa, al desaparecer la hegemonía española con el liderazgo incuestionable de la marina inglesa en los mares como el más firme cimiento de su nación.

Monumento a Horacio Nelson en Gibraltar

P.D. Otro monumento dedicado a Nelson en Dublín (Irlanda) fue destruido por una bomba que hizo explosión a las 2,00 a.m. del 8 de marzo de 1966, por un comando perteneciente al I.R.A.

Desde Trafalgar Square, para el blog de mis culpas...



Enlaces interesantes






viernes, 14 de agosto de 2015

Senderismo entre Trafalgar y Tarifa



Breve introducción

Desde el punto de vista de la antropología social la pesca del atún rojo de almadraba posee un gran impacto social y económico en una determinada zona geográfica, desde la costa de la antigua Taraf al Ghar (Trafalgar) -cuya etimología significa "el cabo de las cuevas"-, hasta Tarifa donde los dichosos vientos del levante y del poniente ejercen su influencia al protagonizar la vida de sus habitantes desde tiempos remotos. Y como "efecto colateral" desarbolan nuestras frágiles defensas frente a los elementos meteorológicos que no pocas veces, alteran nuestros sentidos en dicho enclave geográfico. 

La Costa de Trafalgar con Conil, Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa ha sido depositaria de un ancestral método de pesca, denominado “Almadraba”. Estos pueblos están ubicados en una privilegiada zona geográfica cercana al Estrecho de Gibraltar (Gebel al Tarik) que ha sido desde tiempos remotos una encrucijada de pasos migratorios del atún rojo y otras especies marinas. 

Una lucha ancestral y titánica entre el ser humano y los grandes atunes en su paso migratorio hacia el "Mare Mostrum". El término almadraba procede del árabe andalusí "lugar donde se golpea y lucha", así como el término arabizado attûn procede del latín thunnus.

Los fenicios, griegos y cartagineses observaron que llegando la primera luna de mayo, los grandes atunes rojos migraban desde las frías aguas del Océano Atlántico a las cálidas del Mare Nostrum para desovar, cruzando el Estrecho de Gibraltar como paso obligado, muy cerca de las costas y regresaban de nuevo en otoño al punto de origen.



Fueron los fenicios los primeros en utilizar la almadraba de tiro como arte de pesca construyendo factorías de pescado en la zona y de ese modo obtener esos valiosos recursos del mar calando durante los meses de marzo y abril.  En el año 1100 a.C. enseñaron el arte de la pesca con almadrabas de tiro y técnicas de salazón a los habitantes de esta tierra, varias veces milenaria. La ruta del atún -desde tiempos ancestrales- ha marcado la historia y la cultura de estos pueblos con reminiscencias y efluvios marineros.

Los romanos de Baelo Claudia relanzan esta actividad y extienden la fama de sus productos por todo el Imperio. Baelo Claudia estuvo ligada a las industrias del salazón del pescado, donde se fabricaba el famoso "garum", una salsa realizada con vísceras fermentadas de pescado, convirtiéndose en la salsa gastronómica más apreciada en Roma y según Plinio, con un valor sólo comparable sólo al de los perfumes. 


Su proceso era el siguiente:

En primer lugar se introducían en pilas o fosas de piedra las hierbas aromáticas como el tomillo, romero y orégano y una capa de sal para compactar el fondo del recipiente. Posteriormente se depositaban los restos de las vísceras del atún  y de nuevo se añadían las hierbas aromáticas añadiendo otra capa de sal para que cogiera cuerpo. Se dejaba 7 días al aire libre y al octavo día de movían los depósitos y se dejaban macerar 20 días más. El resultado era el "liquamen" o parte líquida.

La esencia resultante fue denominada "garum" que lo utilizaban el Roma para condimentar las comidas. Este auténtico manjar era envasado en ánforas fabricadas en los alfares para ser exportado por mar al resto del Imperio Romano. 

El atún de almadraba llegaba todas partes del Imperio procedente de las capturas de las almadrabas del sur de la Península Ibérica. Era un condimento considerado afrodisiaco y sólo al alcance de los patricios.



La pesca del atún de almadraba, su tratamiento y conservación en salazón fue la causa fundamental para el nacimiento y prosperidad de Baelo Claudia -Bolonia-, donde el atún de almadraba constituyó su principal fuente económica que ha llegado hasta nuestros días de una manera artesanal. Los árabes heredaron este ancestral y noble arte de pesca creando el término almadraba.

Posteriormente el Duque de Medina Sidonia considerado como el “Dios de los atunes” dispondrá durante siglos de la exclusividad de la pesca de almadraba en el litoral andaluz heredado de Alfonso Pérez de Guzmán “Guzmán El Bueno”, por la defensa heroica de Tarifa, que recibe en 1299 la almadraba de Conil y en 1445 sus descendientes, el Ducado de Medina Sidonia como monopolio de pesca almadrabera en toda Andalucía.


Un Real Decreto de 20 de febrero de 1817 a raíz de las leyes que emanan de las Cortes de Cádiz abolieron dicho privilegio y la explotación le fue concedida a los pescadores.





Anclas para el atún rojo de almadraba, en Barbate


Nuestra “I Ruta de senderismo” por la zona geográfica del atún de almadraba transcurre desde el Tómbolo de Trafalgar donde observamos su faro de 34 metros de altura, en dirección a los Caños de Meca, donde el agua dulce se filtra a través de las rocas a través del acantilado. El Parque Natural de la Breña brilla con luz propia hasta llegar mediante senderos hasta Barbate por la playa de la Yerbabuena. 

Unos oscuros nubarrones acompañado de una impresionante tromba de agua con fuerte aparato eléctrico nos sorprendió durante gran parte de nuestra travesía, desarbolando nuestras escasas defensas ya que nunca pretendimos “mandar nuestras naves contra los elementos”.

La retina del recuerdo refrescó mi memoria cuando de zagal leíamos en la biblioteca del pueblo "Las aventuras de Tintín" con aquella expresión del capitán Haddock, su compañero de aventuras  cuando gritaba, “truenos, rayos y centellas”...acompañado por nuestra parte de algún que otro adjetivo calificativo inapropiado para acompañar estas letrillas.

Su estratégica situación hizo que la Batalla de Trafalgar inmortalizara este enclave geográfico a partir de 1805.


Taraf al-Ghar (Cabo de las Cuevas) denominado por los andalusíes.






Entre pinos piñoneros, lentiscos, retamas y palmitos con efluvios a tomillo y a romero comenzamos nuestra "I ruta de senderismo por el Parque Natural de la Breña" junto al acantilado que soporta fuertes vientos cargados de sal con suelos pobres que no son fáciles para la vida, por lo que pocas plantas son capaces de crecer y reproducirse. El enebro costero es un ejemplo de cómo una planta autóctona se ha adaptado a las adversidades.


Nuestra retina capta al instante la torre albarrana del Tajo, que fuera construida en el siglo XVI con la misión de servir de vigía ante las incursiones de los piratas turco-berberiscos que por aquella época asolaban las costas andaluzas. La Torre del Tajo, junto a otras tres almenaras conectadas visualmente entre sí, formaban parte de todo un complejo sistema defensivo en el que los torreros comunicaban la presencia de peligro a las otras torres y poblaciones mediante humos de día y con fuego durante la noche. 

Este procedimiento de dar la alarma era musulmán y existía en todo el litoral africano desde el siglo VIII; resulta curioso comprobar la perfección del sistema, cuando en una sola noche, podía llegar un mensaje desde Alejandría a Ceuta. La Torre del Tajo, considerada la segunda en cuando altitud de la provincia, posee forma de tronco de cono y una altura superior a los trece metros. Sus gruesos muros de mampostería enfoscada albergan una única estancia abovedada de más de seis metros de diámetro y siete de altura. Una escalera de caracol conduce a la azotea en donde se encuentra la garita en forma de herradura y en a que antiguamente se refugiaba el torrero de las inclemencias metereológicas. En el centro de la azotea se abre un orificio circular que comunica con la bóveda inferior.


Nuestra “II ruta de senderismo” comienza en Barbate hasta la desembocadura del río Cachón, en Zahara de los Atunes. Entre mayo y junio se pueden observar las redes de almadraba no muy lejos de la costa, en la zona de Atlanterra.


Visitamos la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen que ocupa el antiguo salero del Palacio Chanca de Zahara que data en torno año 1568 junto al resto de la fortaleza del siglo XV. Es una obra de arquería de ladrillo con cubierta de bóveda de medio cañón que descansan sobre pilastras laterales de piedras areniscas y ostioneras, las cuales sostienen siete arcos de medio punto que actúan como formeros de cubrición. Desde el 31 de mayo de 1906 alberga la actual iglesia de Zahara de los Atunes siendo declarados la iglesia y el resto de la fortaleza en 2003 “Lugar de Interés Etnológico y Bien de Interés Cultural con categoría de monumento.

La palabra “cachondeo” tiene su origen en Zahara de los Atunes, en las juergas que se organizaban al terminar las faenas a orillas del río Cachón.


Con la “III ruta de senderismo” fuimos ampliando horizontes. Bajo un sol radiante de comienzos de junio, iniciamos nuestra ruta a partir de Atlanterra para llegar a la impresionante “playa de los alemanes" y entre alguna que otra cuesta ascender hasta el Faro de Camarinal o Torre de Gracia situado a 50 m.s.n.m. donde nuestra retina puede apreciar la belleza de sus playas vírgenes como la del “Cañuelo”, una de las playas más recónditas de Cádiz a la que hay que llegar andando entre enebros, palmitos, lentiscos y sabinas como representación del matorral típico mediterráneo.

En la parte superior de la imagen, se puede observar las dunas

Desde el Faro se observa una espléndida vista del cabo de Gracia como inicio del Parque Natural del Estrecho. Esta torre vigía fue construida hace más de 500 años con fines defensivos basados en la transmisión de señales visuales o acústicas de una torre vecina a otra para evitar el avance de los piratas turco-berberiscos que pos aquella época asolaban nuestra costas. A su derecha nos encontramos con otra playa de singular belleza denominada la “playa de los alemanes”.


La literatura popular ha bautizado a este paradisiaco lugar como “la playa de los alemanes” porque hasta los años 90 sirvió en España como refugio de los nazis en España tras perder la II Guerra Mundial. No es de extrañar que esta magnífica playa sirviera como lugar de vigilancia y aprovisionamiento de los barcos alemanes que circulaban por el Estrecho de Gibraltar en la II Guerra Mundial. En la actualidad esta playa ha sido “reconquistada” por el “glamour” de los famosos y los enormes chalés de lujo de personas con alto poder adquisitivo.

El "progreso" y las urbanizaciones amenazan los rincones vírgenes que aún permanecen en la costa gaditana. Zahara de los Atunes (Atlanterra) junto con la playa de los alemanes es sólo un botón de muestra.

"Poderoso caballero es don dinero".


A través de senderos llegamos a nuestro destino como ruta “el monumento natural de las Dunas de Bolonia” junto a la antigua ciudad romana de “Baelo Claudia” cuya ensenada quedará impregnada para siempre en retina del viajero por su extraordinaria belleza. Una playa con 3.990 metros de longitud, con una anchura de 90 metros reconocida entre las mejores playas del mundo.



Las dunas de Bolonia como monumento natural tienen 30 m. de altura máxima y cerca de 200 m. de anchura. Consiste en un sistema de trenes dunares vivos que migran y montan sobre los relieves de punta camarinal.

El conjunto denominado “barjanal” por sus dunas en forma de media luna perpendiculares al viento y con pendientes desiguales. Es de los pocos transgresivos de Andalucía que progresa tierra adentro. Alimentado por el viento de levante, va invadiendo el pinar del pino piñonero repoblado con matorral y de alto valor ecológico. 

Se pretende estabilizar la duna consolidando la cobertura vegetal replantando especies autóctonas.


La intensidad del viento de levante, derivada de las particularidades del Estrecho, ha originado el elemento geológico y paisajístico más relevante de la ensenada: la duna viva de Bolonia, en el flanco occidental de la ensenada se desplaza hacia el promontorio de Punta Camarinal. Su continuo avance se ve dificultado por la presencia de un pinar de repoblación.


Existe una pasarela peatonal que accede a un privilegiado mirador a los pies de la Duna donde se interpreta los procesos de génesis y migración de la Duna hacia la cercana Punta de Camarinal.

Bolonia o Baelo Claudia es una pequeña ensenada de litoral suratlántico delimitada por los cabos Paloma y Camarinal. Por su proximidad al Estrecho pasan por sus aguas el flujo migratorio de atunes rojos que se desplazan cada año hacia el Mediterráneo.

En época romana, Baelo Claudia era un emporio, es decir un lugar donde se concentraba el comercio marítimo siendo puerto de unión con la vecina Tingis la actual Tánger, según algunas fuentes escritas, lo que dio origen a su fuerte desarrollo urbano. Nace a finales del siglo II a.C. y su fuerte ha sido la industria del salazón del pescado y de las salsas derivadas del mismo denominadas “garum” como sus principales fuentes de riqueza, lo que hace que esta ciudad alcanzara cierta pujanza sobre todo bajo el emperador Claudio (41-54 d.C.) que le otorga el rango de municipio romano. El declive de Baelo Claudia se inicia en la segunda mitad del siglo II, posiblemente cuando un terremoto debió asolar la ciudad. En ninguna parte de la Península Ibérica es posible extraer una visión tan completa del urbanismo romano con como en Baelo Claudia enmarcado en su espectacular paisaje que impregna la retina del viajero.

Baños de Claudia

Nuestra “IV ruta” pusimos viento en popa desde Baelo Claudia hasta Punta Paloma sin olvidar nuestro destino final: la ciudad del viento “Tarifa”, donde existe un dicho popular:

«Tarifa, la madre que parió al levante y la madre que parió al poniente». 

Tarifa está situada geoestratégicamente en el punto más meridional de Europa y ha sido un referente histórico en el cruce de culturas. Frente a esta antigua ciudad se puede observar en días claros las cadenas montañosas del continente africano bajo una bella panorámica.

Restos de una embarcación en los "Baños de Claudia", término de Tarifa

Pasada la Cala Pichacho llegamos a una especie de piscinas naturales denominada los "Baños de Claudia" en la que destacan los denominados "flysch" o rocas sedimentarias duras como la caliza, pizarra o areniscas intercaladas con margas y arcillas. En ese punto geográfico captó nuestra retina una embarcación destrozada tiempo atrás por el fuerte oleaje.

Entre aguas transparentes y plácidas con tonos azulados y verdosos, tan sólo separado por una tenue línea azul que la separa del horizonte -y sin la compañía del dichoso viento de levante-, transitamos bajo la presencia de faros, ensenadas, almadrabas, viejas torres vigías almenaras. A través de la ruta por la costa se pueden apreciar numerosos “bunkers” abandonados que formaran parte del sistema defensivo del Estrecho entre 1939 y 1943.


Los búnkeres fueron mandados a construir por la Dictadura entre 1939 a 1943 usando prisioneros republicanos como mano de obra "esclava" bajo la denominación "batallones disciplinarios" que erigieron cientos de ellos en la Frontera Sur. La arbitrariedad, el hambre y las enfermedades debilitaban las escasas defensas de unos seres humanos utilizados como "mano de obra barata" como resultado de una extrema miseria moral y humana que caracterizó a una época.


Poco a poco nos vamos acercando al epílogo de nuestra ruta "Tarifa", considerada como la "meca del viento". Así lo demuestran los cientos y cientos de katesurfistas y surfistas que daban un bello colorido a la "playa de Valdevaqueros" donde nuestra retina disfrutó de las hermosas dunas desenfrenadas como consecuencia de la "madre que parió el viento" de levante que engulle continuamente la carretera que transita desde Tarifa hasta Punta Paloma, a la altura de Valdevaqueros.

En esta zona se denomina al viento de levante "viento de tierra" y al de poniente "viento que viene del mar", más fresco.




Dejamos atrás Valdevaqueros para adentrarnos en la playa de los Lances con más de siete mil metros de playa virgen de arenas finas y blancas, característica de la costa gaditana. El río Jaral interrumpe levemente la playa en su desembocadura.

Una zona geográfica desde Trafalgar a Tarifa con fuertes vientos y corrientes marinas donde en el fondo de sus aguas se almacenan un importante patrimonio submarino con diferentes pecios "partes de naves hundidas como consecuencia de naufragios o batallas".


Castillo de Santa Catalina, en Tarifa


La retina del recuerdo me extrapola imágenes de la primera vez que visitamos Tarifa. En aquélla ocasión fuimos testigos "in situ" de cómo el azote del viento levantaba la arena mediante ráfagas golpeando nuestras frágiles piernas, como si de una lluvia de alfileres se tratara.



África, a tan sólo 12 kilómetros de distancia desde Tarifa

Y por fin, divisamos el castillo de Santa Catalina para acercarnos posteriormente a la torre-faro de la isla de las Palomas o de Tarifa, -que separa el mar Mediterráneo del Océano Atlántico-.

Desde ese punto se divisan en días claros las primeras estribaciones montañosas del continente africano repletas de aerogeneradores. Se puede observar Ceuta a la izquierda y Tánger a la derecha.

A partir del año 238 a. C. con la I Guerra Púnica los romanos obtienen la supremacía naval y comienzan a usar el término Mare Nostrum (mar nuestro) para referirse al Mar Mediterraneo.

Para recuperar las fuerzas nos desplazamos hasta la Plaza de San Martín para degustar el pescaito frito, el atún de amadraba, los calamares de pota sin olvidar las tortillitas de camarones que estimulaban nuestro paladar acompañado de una buena cerveza fría que hidratara nuestros cansados cuerpos por la travesía.




Más tarde visitamos la fortaleza de Guzmán "El Bueno", donde nos ilustramos con la historia de la histórica ciudad.

La etimología de la ciudad proviene de su conquistador y primer propagador del Islam en Occidente, Tarif en el año 710 cuando desembarcara en la Isla de la Paloma.


Al año siguiente, otro general musulmán Tarik desembarcaría en la montaña de Gibraltar (Gebel al-Tarik). Ambas ciudades quedarían inmortalizadas a perpetuidad con la nomenclatura de sus nombres así como miles de nombres andalusíes tan bellos como Taraf al Ghar (Trafalgar), Guadalquivir (Wad al Kabir), azzeit (aceite de oliva) y un largo etcétera.

La isla de las Palomas, al fondo de la imagen

Tarifa es considerada “la capital europea del viento” que protagoniza la vida de sus habitantes. Está ubicada en el punto más meridional de Europa. En 1808 se construyó el camino de la isla que hasta entonces estaba separada de Tarifa.

La Torre-Faro fue originalmente una torre almenara convertida en 1813 en el primer faro del Estrecho de Gibraltar. 

Cuando se abandona esta zona geográfica azotada por "la madre que parió el viento del levante y del poniente" que desarbolan nuestros sentidos, se siente cierta añoranza y melancolía por regresar a sus bellas playas, como de un "Blues de Trafalgar" se tratara.

Muy cerca de Tarifa se encuentra Gebel al Tarik y la antigua ruta denominada el "Camino inglés" en pleno Parque de los Alcornocales entre Ronda y Gibraltar pero eso formará parte de otra grata historia...

Desde Tarifa, para el Blog de mis culpas...

jueves, 15 de agosto de 2013

Vejer de la Frontera (II)




La noche anterior visitamos el Museo Municipal de Costumbres y Tradiciones de Vejer.  Vengo de un pueblo, también denominado "de la Frontera", donde nunca hemos disfrutado de la presencia de un museo arqueológico. Incluso hasta las piedras de su desvencijado castillo -como vestigio arquitectónico más importante de la ciudad, padecen una artrosis degenerativa difícil de curar incluso por los mejores "paliativistas" de la historia pero lo que es aún más preocupante es que su posible restauración se dilata demasiado en el tiempo por la escasa altura de miras y falta de interés que han mostrado las diversas administraciones como fiel reflejo de sus ciudadanos que también hemos vivido desde tiempos inmemoriales de espaldas a nuestra historia. 

El antiguo Mawror, fue un alkevirato  en tiempos de Abd al-Rahman I ben Muawiya al-Dajil (el Inmigrado 756-788) colaborando activamente con éste cuando entró por Almuñécar -Granada-, según la obra “los alkevires de Morón” de Ramón Auñón y  Reino de Taifa de Morón en el siglo XI, con el desmembramiento del Califato de Córdoba (Banu-Nuh 1041-1066), que es una de las épocas más brillantes de la historia de Morón.



Una gran carreta del siglo XIX  preside el Museo de Vejer en su parte central, único medio de transporte para personas y mercancías de la época donde se puede apreciar su eje, viga, yugo, traviesa, ruedas con sus radios, etcétera…


Los arados como paso previo a la siembra. En función del estado de la tierra se usaba la vertedera para voltear la tierra en seco o el arado romano para arar en tierras húmedas abriendo surcos.



Una parte del museo está dedicada a la agricultura con didácticas explicaciones sobre la siembra, la siega y la trilla de cereales.  Un día en la era con los segadores y la trilla como labor que consistía en separar la espiga de la paja. Otra labor del campo consistía en el trillo que era una plancha de madera con ruedas metálicas arrastradas por dos mulas.



A mediodía, en la época del tórrido verano andaluz, cuando venía "la caló" se preparaba el gazpacho caliente que generaba la fuerza suficiente para proseguir la jornada en la era de los infatigables jornaleros. Para el trigo y la cebada el mejor viento era el que provenía  de poniente mientras que los garbanzos y habas se prefería el de levante. Una tarea reservada cuando se levantaba la brisa al atardecer terminando la faena con cribas que cernían los granos con  distintos tamices para separar los granos por tamaños y eliminar las impurezas y la tierra sobrante. El trigo iba directo al molino para su molienda, convertido ya en harina.


Otro espacio del Museo consistía en la construcción tradicional de chozas como cuadras de animales, aperos de labranza e incluso residencia de familias que hacían del trabajo en el campo su modo de vida.

La palma como artesanía se transformaba en escobas, sopladores, cestas, serones, espuertas, capachos. La palma se recolectaba entre junio y julio, se secaba al sol y se separaban las hojas cuidadosamente, se dividía en fracciones –desvenar- y se confeccionaban los objetos siendo preciso poseer habilidad y destreza.



Para terminar con la tradicional matanza que desde tiempos inmemoriales era tradición el 11 de noviembre, día de San Martín, de ahí la popular frase, ¡a todo cerdo le llega su San Martín!, y que solía durar dos o tres días. Era un evento social y gastronómico de muchas familias y constituía en muchos casos una fuente necesaria de alimentos para el duro invierno y meses venideros.

Sin olvidar el ámbito doméstico y la ganadería. En definitiva, en este interesante museo se muestran las formas de vida, costumbres y economía de base de los habitantes de Vejer y su entorno en tiempos pretéritos.



Deleitarnos por el callejón del arco de las monjas y quedarse  impregnados de sus hermosos patios,  dejarse llevar por nuestra imaginación hasta llegar hasta el paseo de las Cobijadas, en cuyo mirador encontramos un monumento en homenaje a la mujer vejeriega.  El cobijado era el vestido tradicional femenino que guarda gran similitud con el vestuario de la mujer musulmana.


En definitiva, Vejer reúne todas las condiciones idóneas para perderse por la angostura de sus calles y extrapolar nuestra retina a épocas pasadas gracias a su patrimonio cultural bien conservado. Un grato fin de semana del que pudimos saborear los efluvios marinos que provienen de la costa junto con la brisa de una noche de verano, con el Faro de Trafalgar como símbolo emblemático en la playa del Palmar, desde la cual se pueden iniciar bellas rutas hasta el Parque de la Breña en Barbate y desde allí dirigirse hasta Zahara de los Atunes con el Faro de Camarinal y Baelo Claudia para llegar hasta Tarifa, capital europea del viento “la madre que parió al viento de poniente y levante”.



Todo ello, sin mencionar la exquisita gastronomía, desde el interior hasta la costa que tiene cualquier rincón de nuestra Andalucía y que forma parte por derecho propio de nuestra dieta mediterránea como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Desde Vejer, para el Blog de mis culpas...